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Según un informe elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, el transporte marítimo representa nada menos que el 13,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector logístico. Teniendo en cuenta que esta cifra llegaba al 71% en el caso del transporte por carretera, se trata de un problema marginal. No obstante, esto deja un amplio margen de mejora*.
Además, en el contexto del transporte marítimo, las emisiones de CO2 no constituyen una amenaza medioambiental tan grave como, por ejemplo, la fuga de sustancias peligrosas al agua. Basta pensar en catástrofes ecológicas como el vertido de mazut del portacontenedores Rena frente a las costas de Nueva Zelanda en 2011, el derrame de petróleo tras la avería de un petrolero en la rusa Sajalín en 2015 o la explosión de un petrolero que transportaba crudo frente a las costas de Nigeria en 2022.
Sus efectos no se limitaron a la destrucción de la flora y fauna locales en el momento del siniestro. Muchos de estos y otros desastres medioambientales causados por la flota de transporte dejaron tras de sí cambios irreversibles en los ecosistemas marinos, cuyos efectos siguen siendo visibles hoy en día.
Como sabe, la Unión Europea está llevando a cabo varias iniciativas para reducir el impacto ambiental negativo de la industria logística. Aunque muchas de ellas se refieren al transporte por carretera y ferrocarril, recientemente se han tomado decisiones que afectarán significativamente al futuro del sector de la logística marítima.
Se trata de la Resolución del Parlamento Europeo de 6 de octubre de 2022 sobre el impulso de la acción oceánica para mejorar la gestión de los océanos y la biodiversidad (2022/2836(RSP)), adoptada por el Comité de Protección del Medio Marino. El principal objetivo de este documento es conseguir que el transporte marítimo tenga cero emisiones de carbono en 2050.
El sector del transporte marítimo necesita un cambio. Por ello, cada vez más empresas e instituciones se ocupan de este problema, lo que ha dado lugar a las primeras propuestas de soluciones que podrían reducir el impacto negativo de esta industria en los ecosistemas acuáticos protegidos.
Una de las ideas más interesantes, por ejemplo, es la que propone una empresa estadounidense, que aboga por volver a las raíces de forma modernizada. La solución se llama WindWings, que son los clásicos barcos enormes con un diseño único. Permiten reducir la carga del motor provocada por el importante peso de la carga. Esto puede suponer un ahorro de combustible de alrededor del 30%. Cuanto más larga sea la ruta que tenga que cubrir el buque, más importante puede ser el ahorro final.
Por otro lado, esta solución tiene sus inconvenientes. El diseño de plegar las velas horizontalmente ocupa mucho espacio, lo que reduce la superficie de transporte del buque. Esto, a su vez, puede significar la necesidad de aumentar el número de rumbos, lo que en última instancia disminuye la eficacia de esta forma de transporte y cualquier ahorro conseguido al utilizar esta opción.
También se está trabajando en sistemas de propulsión alternativos que utilicen combustibles menos perjudiciales para el medio ambiente. Por ejemplo, las unidades propulsadas por GNL -combustible de combustión de bajas emisiones creado licuando gas natural enfriado a -162°C- ya están en fase de pruebas. Tienen la ventaja de reducir las emisiones de dióxido de azufre y partículas finas en un 99% y las de óxido de nitrógeno en un 85%.
Otro proyecto que estudian científicos e ingenieros es un portacontenedores propulsado por metanol verde. Mientras que el metanol tradicional se produce a partir de gas natural o carbón, éste utiliza un proceso totalmente distinto. Se convierte en un combustible de fuentes renovables fabricándolo a partir de biomasa o directamente de dióxido de carbono e hidrógeno. Así, contribuye a la descarbonización de este segmento de la logística. También se está investigando en buques propulsados por hidrógeno y con propulsión híbrida y eléctrica. En este último caso, la electricidad para alimentar las baterías procedería al 100% de fuentes de energía renovables, como las centrales hidroeléctricas.
También se habla cada vez más de la navegación lenta, una solución conocida desde hace tiempo. Con este término se designa la ralentización del buque o, más exactamente, la reducción de la carga del motor a un 60% aproximadamente. Cuando el buque se desplaza a una velocidad inferior a la máxima, consume menos combustible de lo habitual. El ahorro puede oscilar entre el 3 y el 7%.
Aunque es relativamente poco, es una solución que puede aplicarse inmediatamente. Contribuirá en cierta medida a descarbonizar el transporte marítimo y dará al sector el tiempo que necesita para desarrollar y aplicar cambios eficaces.
También es una buena idea utilizar los servicios de una empresa profesional y apostar, por ejemplo, por el transporte marítimo con AsstrA. Los conocimientos y la experiencia de los profesionales pueden resultar inestimables para ayudarle a planificar su cadena de suministro de forma neutra para el medio ambiente.