Normativa, análisis y soluciones a los malos olores
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Análisis de la situación y legislación aplicable
Hoy en día, los métodos que permiten una cuantificación de las emisiones odoríferas se han consolidado desde el punto de vista técnico gracias a la norma EN 13725, que permite la medida objetiva de la concentración y la velocidad de flujo de olor emitido desde fuentes puntuales y superficiales.
En lo que se refiere al Estado español, no hay normas nacionales obligatorias relativas a niveles aceptables de emisiones de olores o molestia olfativa. Además, en muchos casos la justicia ordinaria se ve afectada por esta falta de normas legislativas nacionales o autonómicas y, a falta de regulación específica, se han exigido responsabilidades por sucesos de contaminación odorífera valiéndose de la Constitución (art. 45), Código Civil, el Código Penal e incluso el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
No obstante, si se dispone dentro del marco normativo que legisla las autorizaciones ambientales integradas de actividades industriales, regulado por Real Decreto 815/2013, el Real Decreto Legislativo 1/2016, de 16 de diciembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de prevención y control integrados de la contaminación y las conclusiones sobre las Mejores Técnicas Disponibles (MTD) conforme a la Directiva 2010/75/UE, la posibilidad de regular y controlar las actividades que puedan generar impacto por olor.
Aunque la normativa estatal no trata la problemática de las emisiones de olor de manera específica, sí que empieza a ser habitual encontrar en algunas autorizaciones ambientales límites de emisión odorífera. Además, también se están publicando algunas MTD que incluyen un plan de gestión de olores como parte del sistema de gestión ambiental de la instalación.
Por otro lado, la ley 34/2007, de calidad del aire y protección de la atmósfera permite en los procesos e autorización y notificación previa, cuando de molestias graves se trate, en las que se encuentran las molestias por olores, estudio específicos de emisión y dispersión de olores.
Olfatometría y medición de olor
Los métodos de análisis existentes constituyen herramientas complementarias para medir y caracterizar los olores originados en cualquier instalación. Los más extendidos son:
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Olfatometría dinámica: prevé la medición de una concentración de olor en muestras seleccionadas de la fuente donde se producen las emisiones, de acuerdo a lo especificado en la norma EN 13725. La olfatometría dinámica es la única técnica reconocida a escala internacional para la medición de olores. Un grupo de personas seleccionadas (panel olfativo) olfatea la muestra de olor. El número de diluciones necesarias para que el panel detecte el olor es la concentración de olor y se expresa como: Unidades de olor europeas por metro cúbico (ouE/m3).
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Modelos de dispersión: permiten la visualización de isolíneas de olor en el territorio que rodea a una instalación. Los modelos de dispersión se basan en investigaciones olfatométricas o predicciones para la medición de la emisión y el uso de datos meteorológicos, así como las características del territorio para calcular matemáticamente la dispersión de olores durante un período de tiempo determinado (un año, normalmente).
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Las narices electrónicas son herramientas complejas, imitando el sistema olfativo humano. Permiten el seguimiento del olor percibido junto a los destinatarios sensibles situados en el territorio que rodea una instalación, una vez capacitados a través de una investigación olfatométrica cuidadosa, para que sean capaces de caracterizar las fuentes olfativas.
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Caracterización química de las emisiones odoríferas: no hay ninguna relación cuantitativa clara en relación a la composición química de un efluente y su concentración de olor. Una información útil en este sentido, aunque parcial, es la relación entre la concentración de una sustancia y su umbral de percepción olfativa.
Soluciones
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Barrera osmogénica: Consiste en la nebulización de compuestos específicos disueltos en agua, que no contienen sustancias peligrosas, que impiden que las moléculas malolientes se dispersen al interferir en su trayectoria
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Tratamiento biológico: mediante un producto específico bacteriano-enzimático y neutralizante que se utiliza en el saneamiento y desodorización de contenedores de residuos y espacios públicos
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Tratamiento químico: mediante productos específicos para el tratamiento de olores en aguas residuales, lixiviados y lodos o como coadyuvante en el tratamiento de olores en scrubbers húmedos o torres de lavado.
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Scrubber seco - DKFIL®: es un innovador sistema de tratamiento físico-químico en seco, compuesto de un lecho filtrante multicapa y multi-reactivo, capaz de garantizar una eficacia superior al 95% en la reducción de olores y contaminantes en una sola etapa y bajo coste de mantenimiento.
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Sistemas por ultrasonidos (Zephiro UTS): de aplicación específica para olores en cocinas y restaurantes. Consiste en un sistema de distribución automática, de pequeño tamaño e instalación sencilla en extracciones y salida de humos, equipado con un sistema de vaporización de productos de neutralización de olores y el uso de la tecnología por ultrasonidos.
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Cubierta flotante Hexa-Cover®: es una solución sólida, robusta, económica y duradera a largo plazo para la reducción de olores, emisiones, evaporación, crecimiento biológico o pérdidas de calor para todo tipo de líquidos.
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Filtros para pozos de biogás Adsorbeco®: consiste en una tapa con filtro de carbón activo reforzado con una estructura en polietileno de alta densidad HDPE en la parte inferior, con alto poder adsorbente para la reducción de olores en los pozos de biogás no conectados.
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