WWF identifica en un mapa las zonas con mayor riesgo hídrico de España
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Consumimos demasiada agua. Una tercera parte del territorio español tiene sus acuíferos en riesgo de sobreexplotación o están sobreexplotados. Las viejas recetas para gestionar el agua basadas en la construcción de nuevos embalses, trasvases o aumentar la superficie de regadíos no hacen sino dilapidar ingentes recursos públicos que no contribuyen a mejorar nuestra seguridad hídrica. El rumbo de la política hidrológica encamina al país a aumentar la deuda hídrica e hipotecar nuestro futuro.
A pesar de que en España el fenómeno de las sequías es recurrente, no todos nuestros males se deben a la falta de lluvias. Contamos con un largo historial de problemas ligados al abuso del agua de nuestros ríos y acuíferos. Especialmente, el sur y este del país se llevan la peor parte, zonas que presentan los niveles más graves de sobreexplotación de Europa.
Para hacer frente a las sequías se han construido más de 2.000 presas y varios trasvases, lo que nos ha situado como el noveno país del mundo con mayor número de grandes presas.
“Estas medidas de gestión de agua se basan en la creencia de que podemos aumentar la oferta de agua como si fuera infinita. Pero si superponemos la ubicación de los embalses a estas zonas en riesgo de sobrexplotación, vemos que existen grandes coincidencias. Esto da una idea de que estas medidas no son suficientes por sí solas para abordar este problema de inseguridad hídrica”, explica Rafael Seiz, técnico del programa de Aguas de WWF España.
El caso del trasvase Tajo-Segura es un ejemplo paradigmático del futuro que le puede esperar a estas infraestructuras hidráulicas como consecuencia del cambio climático y el aumento de la intensidad de la duración de las sequías. En enero de 2018 entró en vigor la reserva mínima de nivel embalsado en Entrepeñas y Buendía, bajo la cual no se podían realizar trasvases en ningún caso. Entones se registró el nivel más bajo en ambos embalses en el mes enero desde su puesta en funcionamiento en 1958.
Por otro lado, el regadío para la agricultura es el gran consumidor de agua en España: se bebe el 80% de este recurso de nuestras cuencas, y según los datos oficiales, su superficie no ha dejado de crecer en las últimas décadas. Se estima que los cultivos de regadío en España consumen 100 veces más agua de lo que necesitan los más de 3 millones de habitantes de la ciudad de Madrid en un año. Y en aquellas zonas donde no existe agua disponible en ríos y embalses, se hace uso del agua subterránea, poniendo en peligro las reservas de agua del futuro.
Como consecuencia, el 25% de los acuíferos están gravemente sobreexplotados, de acuerdo a los Planes Hidrológicos. Y esto sin contar el agua que se consume de forma ilegal: se estima que existe más de medio millón de pozos ilegales en España. Pese a ello, las políticas actuales van en la dirección contraria. Los planes hidrológicos vigentes prevén que la demanda de agua para uso agrario crezca un 3% en 2021 y en cuencas como el Ebro, por ejemplo, se espera un crecimiento del 9% para este periodo.
Recientemente, la reutilización, la desalación y el aumento de eficiencia en el uso se están promoviendo como la panacea tecnológica para resolver estos problemas. “Esta apuesta por estas tecnologías no han supuesto un ahorro de agua en todos los casos. Las cifras no son transparentes en muchos casos, pero se estima que han supuesto un coste de 3.800 millones de euros en inversiones en medidas que por sí solas no van a ser capaces de brindarnos una mayor seguridad hídrica”, apunta Seiz.
Estas presiones hídricas han provocado que casi la mitad de nuestros ríos, humedales y acuíferos estén en mal estado. Por ello, WWF insta a que España cumpla con los compromisos asumidos en la Directiva Marco del Agua y alcanzar el buen estado de las masas de agua. “Es urgente promover una nueva relación con el agua que asuma los efectos del cambio climático y ponga límites al consumo. Es tiempo de tomar un nuevo camino”, concluye el especialista.