La valorización energética es clave para contrarrestar las emisiones de GEI
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La Unión Europea ha establecido unos compromisos especialmente desafiantes para España en materia de gestión de residuos urbanos: se prohibirá la admisión de estos, susceptibles de ser valorizados, en vertedero a partir de 2030 y se deberá reducir al 10% en peso la cantidad de residuos urbanos depositados en estos espacios antes de 2035.
Ante este reto, la valorización energética, un proceso basado en la producción de electricidad y calor mediante el aprovechamiento del poder calorífico de los residuos, se posiciona como un esquema clave para el cumplimiento de estos objetivos.
La valorización energética, un proceso basado en la producción de electricidad y calor mediante el aprovechamiento del poder calorífico de los residuos, se posiciona como un esquema clave para el cumplimiento de los objetivos en materia de gestión de residuos.
Sin embargo, en España, los vertederos siguen siendo el principal sistema de gestión de los residuos urbanos. Según datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, España generó un total de 22,2 millones de toneladas de residuos urbanos, de los que el 53,4% (11,8 millones de toneladas) tuvieron como destino final el vertedero, mientras que tan solo el 18% (4 Mt) se reciclaron y el 17% (3,7 Mt) se dedicaron a compostaje. El 11,6% (2,5 Mt) restante de residuos se valorizaron energéticamente. En nuestro país, la gestión de estos desechos urbanos representa el 4% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Es por ello, que desde Aeversu, la asociación que agrupa a 12 instalaciones, 11 en nuestro país y 1 en Andorra, hemos encargado a G-advisory, firma de asesoramiento independiente del Grupo Garrigues, un estudio para analizar la contribución de este sector a la mitigación del cambio climático y a la transición hacia una economía baja en carbono.
Para ello, el estudio analiza la huella de carbono y el balance neto (huella de carbono menos emisiones evitadas) de la valorización energética de residuos urbanos y los compara con la huella de carbono y el balance neto asociados a la eliminación de estos en vertedero.
Los resultados, obtenidos de la información actualizada de cada planta (cantidad residuos urbanos recibidos anualmente, cantidades producidas de escorias y cenizas, consumos de combustibles y electricidad, energía eléctrica producida, etc.), así como información relativa al transporte de residuos, y fuentes de información pública relativa a la gestión de residuos urbanos y a su valorización energética, y datos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, son muy significativos para cumplir con los objetivos europeos, pero también con los nacionales. Recordemos que recientemente se ha aprobado la Ley del Cambio Climático, que establece, para el año 2030, recortar al menos un 23% de sus gases de efecto invernadero respecto a 1990.
Huella de carbono: vertederos Vs. Valorización energética
La huella de carbono mide la totalidad de GEI emitidos por efecto directo o indirecto, con el fin de determinar su contribución al cambio climático, y se expresa en toneladas de CO2 equivalentes (tC02 e).
De acuerdo con los análisis de este estudio, la huella de carbono de la valorización energética es claramente menor que la huella de carbono asociada a la eliminación en vertedero.
En este sentido, las plantas de valorización energética generan unas emisiones de GEI de 377 kg CO2e / t RU y presentan un balance neto de 224 kg CO2e / t RU. Por su parte, los vertederos generan unas emisiones de GEI de 781 kg CO2e / t RU, un 107% más que la valorización energética, y cuentan con un balance neto de 772 kg CO2e / t RU, un 245% más que la valorización energética.
El balance neto del vertido de residuos urbanos en España es casi 10 millones de t CO2e, por lo que se puede concluir que la eliminación de los desechos en vertedero generan unas dos veces más emisiones de GEI que la valorización energética, por tonelada de residuo tratado, y presentan un balance neto 3,5 veces mayor.
Con estos datos, podemos concluir que existe una importante diferencia entre las emisiones de GEI derivada de la valorización energética y del depósito en vertederos por toneladas de residuos urbanos. La valorización, por sus menores emisiones que el depósito en vertedero, puede jugar un papel muy importante en el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones marcados por la Unión Europea y España. De hecho, a día de hoy, un incremento del reciclaje no es suficiente a priori para cumplir con los objetivos de vertido, y debe ir necesariamente acompañado de un aumento de la valorización energética de residuos. De esta forma, se contribuirá a lograr los objetivos de reducción de emisiones de GEI.
La valorización, por sus menores emisiones que el depósito en vertedero, puede jugar un papel muy importante en el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones marcados por la Unión Europea y España.
Pero además de estas ventajas, el desarrollo de estas instalaciones tiene numerosos beneficios para el cuidado del medio ambiente.
En primer lugar, la valorización energética es un proceso recomendado para los residuos que no pueden ser reutilizados ni reciclados y vital, para otros, como los productos sanitarios, que presentan pocas alternativas viables de gestión.
Además, el aprovechamiento energético de los residuos evita su eliminación en vertedero y los impactos ambientales y sociales asociados a esta. En concreto, mediante la producción de energía – calor y electricidad – se evitan las emisiones de GEI que se habrían producido al generarse dicha energía mediante otras tecnologías que utilizan combustibles fósiles.
También, la valorización energética permite reducir el volumen de desechos que terminan en vertedero en un 90%.
Con estas cifras en la mano, desde Aeversu insistimos en la necesidad de desincentivar el vertido para situarnos en la línea de los países europeos más avanzados y con más tradición medioambiental, donde ya han conseguido acabar con los vertederos, y reducir drásticamente el porcentaje de vertido actual. Debemos entender la valorización energética como una parte esencial de la economía circular. Sin ella, no es posible completar el ciclo de recuperación de los residuos y la consiguiente transformación en recursos.
Además, nos encontramos en un momento de especial compromiso con una nueva realidad medioambiental y no debemos dejar pasar la ocasión de aportar medidas para conseguirlo. Pero, ¿cómo podemos cumplir con los objetivos fijados por Europa? De acuerdo con el informe, según estimaciones de CEWEP (Confederation of European Waste-To-Energy Plants), se necesitaría un incremento de 40 millones de t/año de capacidad en las plantas de valorización, lo que permitiría llegar a una capacidad de 142 millones de t/año de residuos que estiman necesaria para cumplir con los objetivos fijados para 2035.
Contribución de la valorización energética en el futuro
El informe de G-Advisory también ha analizado a futuro uno de los parámetros más relevantes que influye en el balance neto de ambos tipos de tratamiento de residuos urbanos.
El escenario de evolución del mix eléctrico hacia un incremento de la proporción de energías renovables supondrá una reducción de las emisiones evitadas mediante valorización energética y, por tanto, un incremento de su balance neto. Esto mismo ocurre con las emisiones asociadas al vertedero. Sin embargo, debido a que las emisiones evitadas en los vertederos son mucho menores, estos acusan menos la disminución del factor de emisión del sector eléctrico, y el aumento del balance neto en los futuros escenarios sería más moderado.
Como conclusión, las emisiones del depósito en vertedero en 2030 y, de acuerdo con el escenario objetivo del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), siguen resultando un 115% superiores a las de la valorización energética. Por su parte, el balance neto del depósito en vertedero en 2030 y de acuerdo con el escenario objetivo del PNIEC, sigue resultando un 133% superior al de la valorización energética.
Nos encontramos ante un escenario esperanzador y seguiremos trabajando para conseguir aumentar la red de infraestructuras en España, por ser esenciales para el medio ambiente y por tratarse de generadoras de empleo de calidad.
Artículo publicado en el número 230 de RETEMA.