Reconstrucción circular para apostar por el futuro
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El pasado mes de abril Gobiernos de todo el mundo, organizaciones internacionales y una amplia representación del sector privado se reunieron en La Haya (Países Bajos) para debatir sobre el papel de la Economía Circular, una cumbre que puso de manifiesto, una vez más, la urgencia de llevar a cabo un cambio real en nuestro modelo económico y en la forma en la que nos relacionamos con los recursos naturales.
Somos conscientes de que esta transición hacia un modelo más sólido e innovador es completamente vital, pero también de que, afrontar la crisis provocada por la pandemia mundial vivida en 2020 exigirá unos planes de reconstrucción de una magnitud sin precedentes hasta la fecha.
“Herramienta de progreso” fue una de las definiciones más utilizada durante este encuentro, el Foro Mundial de Economía Circular + Clima (WCEF) en La Haya, una conferencia digital que contó, no sólo con Gobiernos de diferentes países y organizaciones internacionales, sino también con representantes de instituciones educativas, del sector privado y de los ciudadanos. Todos ellos apuntaron el papel crucial de la Economía Circular para alcanzar la recuperación y los objetivos climáticos, pero, sobre todo, para emprender una transición que, alertaron, “el mundo necesita con urgencia”.
Cambiar las reglas de juego
Sabemos que éste puede ser el peor momento histórico vivido en las últimas décadas, pero también la mejor oportunidad para apostar de verdad por una transformación hacia una economía más moderna, internacionalizada y mucho más competitiva. Y contamos con una ventaja: más allá de las grandes cumbres, todos podemos trabajar en la misma dirección para contribuir a impulsar este modelo; para, entre todos, cambiar las reglas de juego, dejar de desperdiciar nuestros recursos limitados, reutilizar los materiales valiosos y convertirlos en nuevos productos.
El lubricante usado es ejemplo de Economía Circular: más de 55.000 toneladas de nuevos lubricantes devueltos al mercado en 2020 gracias a la regeneración del residuo.
En 2020 SIGAUS continuó trabajando en esta línea con el tratamiento de un residuo, el aceite industrial usado, muy contaminante, pero también 100% aprovechable. Gracias a la posibilidad de regenerarlo para convertirlo en materia prima válida para ser utilizada en nuevos procesos productivos, el pasado año se pudieron reintroducir en el mercado un total de 55.321 toneladas de nuevos lubricantes fabricados a partir del residuo gestionado. Desde el nacimiento de SIGAUS, en 2007, la cantidad de nuevos lubricantes devueltos al mercado gracias al tratamiento de la regeneración habría sido suficiente para llenar el cárter de casi 206 millones de turismos.
Impulso común para un objetivo compartido
Estas cifras las hacen posibles toda una red formada por 160 empresas y 199 instalaciones de gestión que se encargan de evitar los efectos nocivos del residuo, pero también de cubrir todas las fases necesarias para su recuperación (recogida, transporte, análisis y tratamiento final) y su labor en 2020 nos permitió atender a un total de 67.524 establecimientos productores de aceite usado repartidos en algo más de 4.800 municipios de toda nuestra geografía.
En total, esta red hizo acopio de 147.381 toneladas brutas de residuo a través de 161.847 operaciones de recogida, incluyendo una importantísima actividad en zonas rurales, de montaña o de vacíos poblacionales donde existe un riesgo elevado de no gestión debido a las complicaciones logísticas que presentan y que pondría en peligro los altos valores ambientales de dichos territorios.
Somos conscientes de que esta transición hacia un modelo más sólido e innovador es completamente vital, pero también de que, afrontar la crisis provocada por la pandemia mundial vivida en 2020 exigirá unos planes de reconstrucción de una magnitud sin precedentes hasta la fecha.
Casi el 74% del total de residuo gestionado –121.000 toneladas netas— se destinó a regeneración, muy por encima del 65% mínimo que estipula la legislación, y que supuso algo más de 88.300 toneladas convertidas en bases lubricantes mediante un proceso que puede repetirse indefinidas veces y que aporta claros beneficios ambientales y ahorros económicos: en 2020 este tratamiento permitió evitar la emisión a la atmósfera de 58.945 toneladas de CO2 y el consumo de 26 millones de barriles de petróleo, que se habrían producido o habrían sido necesarios para la fabricación de esos mismos lubricantes mediante el proceso del refino del petróleo.
La cantidad de aceites usados procesados como combustible de uso industrial para su aprovechamiento energético ascendió a 31.617 toneladas, permitiendo la producción de 28.456 toneladas de fuel óleo y ahorrando 29 GWh de energía, así como la emisión a la atmósfera de 17.326 toneladas de CO2.
Es evidente que la circularidad va más allá del reciclaje de residuos pero, desde nuestro papel, los que nos encargamos de su correcta gestión seguiremos trabajando para ser parte de esta transición.
Es evidente que la circularidad va más allá del reciclaje de residuos e implica utilizar las materias primas de manera más inteligente y repensar los productos desde mucho antes de su fabricación, pero, sin duda, desde nuestro papel, los que nos encargamos de su correcta gestión seguiremos trabajando para ser parte de esta transición. Para lograr una economía estable que salga reforzada de la actual crisis. Para alcanzar un objetivo compartido que, ahora más que nunca, ninguno debemos perder de vista.
Artículo publicado en el número 230 de RETEMA.