En esta entrevista en exclusiva a Juan Sagarna, director de Sostenibilidad, Calidad e Innovación de Cooperativas Agro-alimentarias de España, exploramos los desafíos del sector en el ámbito medioambiental poniendo el foco en el potencial del biogás en la industria agroalimentaria española.
Para arrancar la entrevista, nos gustaría empezar conociendo más sobre Cooperativas Agro-alimentarias de España, ¿qué representa la entidad y cuáles son vuestros ámbitos de actuación?
Cooperativas Agro-alimentarias de España es la Organización que representa al cooperativismo agroalimentario ante organismos, instituciones y asociaciones nacionales y europeas relacionadas con el sector agroalimentario y la economía social. Agrupamos a unas 3.000 empresas cooperativas, a través de las cuales se asocian alrededor de un millón de agricultores y ganaderos, que utilizan las cooperativas, tanto para comercializar su producción, sus cosechas, sus cultivos y sus producciones ganaderas; como para proveerse de inputs: de fertilizantes fitosanitarios; y también, de energía, otro de los inputs clave de la producción.
Operamos a nivel nacional, presentes en las diecisiete comunidades autónomas, nuestro ámbito de actuación es amplio puesto que representa la diversidad del sector. Entre las cooperativas agroalimentarias hay cooperativas ganaderas y agrícolas, y estamos presentes prácticamente en todos los cultivos y producciones ganaderas de España.
Los retos ambientales de la industria agroalimentaria son muchos y diversos pero, ¿cuáles son los principales en el corto y medio plazo?
Los retos son enormes, principalmente porque somos un sector extremadamente regulado. Son miles las normas a nivel europeo, nacional y autonómico, que tienen que cumplir tanto nuestros socios de base, los agricultores, como las empresas que transforman la industria agroalimentaria asociadas a nuestras cooperativas.
Por otro lado, en lo que a retos medioambientales se refiere, podemos destacar, en primera instancia, la descarbonización, para intentar producir de una forma en la que nuestro consumo de combustibles fósiles y productos vinculados a los combustibles fósiles sea cada vez menor. En este sentido, la bioenergía juega un papel relevante, al proveernos de una energía verde que sustituye a la energía proveniente de combustibles fósiles.
El segundo reto tiene que ver con la economía circular, que de manera prosaica implica mejorar la gestión de los residuos; y nuevamente, también tiene que ver con la bioenergía, puesto que uno de los ámbitos más interesantes en la producción de biogás y el metano es el aprovechamiento de los residuos agrícolas y ganaderos, que actualmente no tienen un uso o no tienen un uso eficiente.
Enfocándonos en el ámbito de la gestión de los residuos y subproductos dentro de la industria, ¿cuáles son los principales flujos o los más problemáticos, y hacia qué soluciones está tendiendo el sector?
En el ámbito de la economía circular y la gestión de residuos existe una presión progresiva sobre el sector para mejorar la gestión de los residuos ganaderos. Históricamente, el sector agroalimentario no experimentaba una gran preocupación en este sentido ya que los residuos que generaba solían tener una naturaleza difusa, es decir, no implicaban grandes concentraciones ni liberaciones significativas al medio ambiente. Sin embargo, con el crecimiento del sector y el aumento de la potencia de ciertas producciones ganaderas, junto con la cada vez más estricta regulación ambiental, se ha convertido en un desafío futuro que el sector está intentando afrontar a través de distintas vías
En este contexto, los desafíos atañen, no tanto a los estiércoles y a los residuos sólidos ganaderos, que suelen tener un aprovechamiento inmediato como fertilizante en las propias explotaciones, y se gestionan adecuadamente; sino a las fracciones líquidas, como el purín, que a menudo es una mezcla de estiércol con una parte líquida significativa disuelta en agua. Este es el reto principal o más problemático, y donde pensamos que la bioenergía puede contribuir a una mejor gestión.
"Las fracciones líquidas, como el purín, es nuestro reto principal y donde pensamos que la bioenergía puede contribuir a una mejor gestión"
¿Cuáles son las demandas del sector de cara a facilitar un mejor manejo y gestión de estos residuos?
El sector está bastante concienciado y entiende que debe dar pasos por sí mismo, es decir, no está pidiendo que la administración resuelva todo por él. El sector es consciente de que necesita invertir en gestión de residuos, en depuración, en plantas de biogás y biometano, etc., y está dispuesto a hacerlo. De hecho, las cooperativas son un vehículo que permite que los agricultores individuales, que por sí solos no podrían hacerlo, se beneficien de las economías de escala al participar en una cooperativa que les permite acometer inversiones superiores.
Por supuesto, el sector busca apoyos, ya que comprende que esto es sinérgico con una estrategia nacional de generación de gases renovables, lo cual es beneficioso para todos y todos debemos contribuir desde una perspectiva de financiación. Por tanto, bienvenidas sean las ayudas a través de los programas de ayudas de los fondos Next Generation para facilitar estas inversiones tan relevantes.
Pero sobre todo, lo que el sector agroalimentario está solicitando a las administraciones en este momento es claridad normativa y la eliminación de ciertas barreras que actualmente obstaculizan el camino hacia una producción continua y constante de biogás y de biometano.
Se habla mucho de generación de metros cúbicos de metano, pero debemos tener en cuenta que aún enfrentamos muchas restricciones normativas en la fase posterior a la extracción del metano. Muchas veces lo que sale de la planta tiene más restricciones normativas que el producto que ingresa. Por lo tanto, si no prestamos atención a esta fase, los proyectos fracasarán. En nuestra experiencia de décadas en la promoción de biogás y biometano, hemos reconocido que el verdadero cuello de botella es la gestión del digestato después de salir de la planta.
"El sector es consciente de que necesita invertir en gestión de residuos, en depuración, en plantas de biogás y biometano, y está dispuesto a hacerlo"
¿Qué valor aporta la integración de soluciones circulares a la industria?
El valor primordial radica en que resuelve un problema que se está volviendo cada vez mayor. En la actualidad, todas las cadenas de valor económicas deben demostrar una adecuada gestión de sus residuos y la economía circular representa una forma efectiva de gestionarlos. Tenemos que demostrar a la sociedad que lo estamos haciendo bien, y esa es la primera ventaja clave.
Sin embargo, si además de promover la economía circular, obtenemos una energía que nos permite descarbonizar y reducir el uso de energías fósiles en nuestros procesos, la huella de carbono de nuestros productos mejorará sensiblemente. Además, generar esta energía nos permitirá aprovechar el valor de los recursos disponibles en cada región.
Por otro lado, si llevamos a cabo este proceso de manera adecuada y se despejan las barreras reglamentarias y normativas actuales, podremos utilizar el subproducto de esta generación energética, el digestato, como un auténtico biofertilizante. Esto podría reemplazar a los fertilizantes inorgánicos actuales utilizados en la agricultura, que tienen una huella de carbono significativa ya que provienen de combustibles fósiles. Así, sustituiríamos los fertilizantes convencionales por biofertilizantes producidos a partir de plantas de biogás y biometano.
"Necesitamos de claridad normativa y la eliminación de ciertas barreras que actualmente obstaculizan el camino hacia una producción continua y constante de biogás y de biometano"
Por último, al utilizar estos biofertilizantes en la agricultura, podríamos contribuir al secuestro de carbono en el suelo agrícola, mejorando así el contenido de materia orgánica en el suelo.
En resumen, si logramos cerrar ese círculo virtuoso, los beneficios son múltiples. El reto es que funcionen todos los elementos; estamos hablando de inversiones considerables, pero más allá de los costes de inversión, también debemos garantizar que los costes de operación diarios sean sostenibles, especialmente en el contexto de la bioenergía, y en particular del biogás y del biometano. No podemos depender únicamente de los precios del gas, ya que se trata de un mercado imprevisible, por lo que es crucial garantizar la sostenibilidad económica de la operación de esas plantas y debemos obtener rendimiento económico de la fabricación del fertilizante y de su posterior uso.
Sabemos que existen grandes retos logísticos y costes asociados al tratar de gestionar todos estos aspectos integrando los costes de la gestión de residuos, puesto que, a diferencia de otras energías renovables, involucran una logística significativa. Por tanto, para movilizar esa materia prima potencial, debemos asegurarnos que el rendimiento económico de los otros elementos -energía, fertilizante y secuestro de carbono- compense la gestión.
Si nos centramos en el ámbito del biogás y los biofertilizantes, y teniendo en cuenta el potencial de la industria española en este ámbito, ¿cuál es la visión del sector respecto al desarrollo de estas soluciones?
En primer lugar, cabe señalar que este interés no es nuevo. El sector agroalimentario sabe que es posible producir energía a partir de residuos desde hace décadas, al igual que la comunidad científica y otros actores. Ha habido muchos proyectos en este sentido, y el reto está en garantizar la viabilidad económica de estos proyectos.
Ahora bien, ¿cómo percibimos esta reciente explosión de interés por parte de otros agentes del sector energético o de la comunidad política, que busca soluciones a la decarbonización? La observamos con interés, pero también con prudencia.
España es una gran potencia agrícola, y en este contexto, cabe destacar que en lo que respecta a la valorización, por ejemplo, de residuos de poda y de materiales vegetales, que actualmente no se están utilizando e incluso se están destruyendo mediante mediante quemas autorizadas en el campo, existe un gran potencial sin explotar. En este sentido, seguramente haya un camino tecnológico por recorrer, ya que, por ejemplo, la gasificación a través de pirólisis y otras tecnologías, aún no se han explorado lo suficiente para su aplicación efectiva.
Pero por otro lado, en el ámbito de la generación de biogás a través de residuos ganaderos, la tecnología se conoce perfectamente, está bien establecida y es viable en otros países. Entonces, ¿por qué en España hasta el momento no se ha desarrollado? No se debe a que seamos menos capaces o menos profesionales que otros. Puede haber distintos factores.
Uno de ellos, sin duda, es la estructura diferente de las explotaciones ganaderas en España. Tradicionalmente, el desarrollo del biogás se ha centrado en explotaciones individuales en el resto de Europa. Sin embargo, este modelo está cambiando en países del norte de Europa como Dinamarca, Alemania, Francia, donde se están moviendo hacia un enfoque de plantas centralizadas, modelo que creemos que puede funcionar en España. Nuestras explotaciones por separado no son lo suficientemente grandes como para abastecer una planta de biogás, por lo que la centralización, con la participación de cooperativas parece ser el camino a seguir. Esta es una de las razones por las que no se ha desarrollado.
"Nuestras explotaciones por separado no son lo suficientemente grandes como para abastecer una planta de biogás, por lo que la centralización, con la participación de cooperativas parece ser el camino a seguir"
No obstante, lo que tampoco podemos pretender es situarnos a la par que países como Dinamarca - que en la actualidad el 50% del gas que utiliza proviene de su ganado y pretende llegar al 100% - en cinco años. Se necesita cierto recorrido y experiencia, tener plantas y aprender de ellas.
Además, hasta ahora, en términos reglamentarios, los países del norte de Europa siempre han sido más rigurosos que los del sur; sin embargo, estas regulaciones están evolucionando también aquí, obligándonos a mejorar la gestión de nuestros residuos.
En definitiva, sabiendo que tenemos la materia prima, estamos muy interesados en aprovechar este potencial energético. Pero no es suficiente con tener plantas; también necesitamos estrategias de logística y la eliminación de barreras para permitir que estas materias primas se muevan y se integren en un ciclo de economía circular. Debemos entender que son proyectos complejos, que necesitan de la cooperación y el compromiso de todas las partes implicadas.
"Si además de promover la economía circular, obtenemos una energía que nos permite descarbonizar y reducir el uso de energías fósiles en nuestros procesos, la huella de carbono de nuestros productos mejorará sensiblemente"
Una vez sabidas las barreras y el potencial, ¿cómo aterrizamos ese potencial? ¿qué modelos o ejemplos de éxito tenemos en España?
En realidad, en el ámbito del biogás y el biometano, las cooperativas tienen motivos para sentirse orgullosas, ya que los ejemplos más duraderos y, probablemente, los de mayor envergadura, están liderados o involucran a cooperativas, tanto en proyectos históricos como recientes.
Covap, que tiene un proyecto de biomasa muy relevante en marcha; Central Lechera Asturiana y la cooperativa Grupo AN que participa en la que posiblemente sea la mayor planta de biogás en España. Otros ejemplos actuales en el sector ganadero son BIOGAP, Agrocat, Coren o el grupo Arcoiris. Y también hay buenos ejemplos en el sector vitivinícola, como los proyectos impulsados por las cooperativas Viñaoliva o Bodegas San Valero. En el futuro las cooperativas pueden ser también líderes en biometano.
Sin embargo, más que describirlos como casos de éxito, preferiría llamarlos casos de resistencia. Esto es bastante característico de las cooperativas. Muchos de estos proyectos son iniciados y promovidos por consultoras, empresas tecnológicas, energéticas, etc., pero a menudo, son las cooperativas las que, a pesar de los obstáculos, han logrado que estos proyectos tengan éxito o se mantengan en funcionamiento. Esto se debe a que las cooperativas enfrentan directamente los desafíos en sus territorios. En realidad, es bastante común que las empresas tecnológicas y energéticas abandonen estos proyectos; y son las cooperativas las que luchan incansablemente por sacarlos adelante. Incluso si no son inmediatamente rentables, se busca al menos hacerlos sostenibles económicamente, ya que resultan esenciales para gestionar los residuos de los ganaderos. Todo esto requiere de gran esfuerzo y dedicación, por lo que podrían denominarse proyectos de éxito y de sufrimiento.
"Esperamos que con la cooperación de todas las partes podamos sacar adelante este proyecto de bioenergía y economía circular, aprovechando los residuos, generando energía y obteniendo biofertilizantes"
¿Cómo véis el futuro?
Nuestra principal preocupación radica en que, si no somos capaces de eliminar las trabas, superar los obstáculos logísticos y aprovechar plenamente los residuos de las plantas de biogás y biometano como biofertilizantes, es posible que ni siquiera podamos movilizar estos recursos. Sin embargo, esperamos que trabajando juntos podamos sacar adelante este proyecto de bioenergía y economía circular, aprovechando los residuos, generando energía y obteniendo biofertilizantes.