El necesario despertar del gas renovable
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Por Francisco Repullo* Presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG)
El año 2019 no está siendo de grandes cambios para el biogás en España, pero se han creado expectativas. La situación es la misma que en años anteriores: ausencia de incentivos, ausencia de un sistema de certificados de gas renovable y grandes dificultades para la viabilidad económica de este sector.
Sin embargo, hay un despertar del interés por el biometano como nunca anteriormente. Hemos de confiar que vaya materializándose en oportunidades que permitan recuperar la confianza de los inversores y el entusiasmo de los que llevamos años esperando. Por citar hechos concretos: la Comisión Europea ha marcado el objetivo a todos los Estados Miembros de descarbonizar la UE; España redactó y envió a Bruselas el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) 2021-2030, proponiendo 20 medidas para la descarbonización de la economía. En AEBIG, no obstante, tuvimos que hacer alegaciones al PNIEC por considerar la estrategia para el biogás y el biometano poco ambiciosa y concreta.
Otro indicador de ese interés por el biometano lo estamos viendo en las empresas gasistas, que frecuentemente están organizando congresos, jornadas, presentaciones, etc., donde se aboga por el desarrollo del biometano, tanto para inyección en red como para movilidad.
Por último, hay una concienciación creciente de la sociedad por los problemas medioambientales, que ejerce una presión sobre los representantes públicos demandando una mayor presencia de tecnologías respetuosas con el planeta. Hay empresas nacionales e internacionales dispuestas a comprar biometano para mejorar su huella de carbono, pero no hay plantas en España que lo produzcan, o sea, hay una demanda que no podemos satisfacer.... ¿por qué?, básicamente por dos razones: no disponer de un sistema de certificación de Garantías de Origen ni de incentivos que permitan dar al gas renovable su valor real y que hagan viables económicamente estos proyectos. Hay que “cuantificar” los múltiples beneficios que aporta este sector a la sociedad: mejora ambiental, energía renovable (almacenable y gestionable), biofertilizantes y creación de empleo en entornos rurales.
España es la principal productora de carne de porcino de Europa y una de las mayores de carne de vacuno y avícola. El sector aporta numerosos empleos y tiene un peso indudable en nuestra economía. Sin embargo, la ganadería es la causante de una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero, emisiones de amoníaco y unos efectos sobre nuestro suelo y aguas subterráneas que ya se están dejando notar en numerosas regiones españolas. Pero la integración con el sector del biogás no ha llegado a producirse debido a la falta de rentabilidad de este tipo de plantas. Desde la Administración Pública todavía no se ha implantado un sistema de apoyo e incentivación capaz de hacer despegar este sector, clave para la descarbonización, la mejora de la calidad del aire, la economía circular y el desarrollo rural. Mientras en los países europeos se han instaurado medios favorables para el biogás y el biometano, en España se eliminaron los incentivos para el biogás. Ante el crecimiento de algunos sectores agroganaderos, la Administración debería plantearse la forma de ayudar a la sostenibilidad ambiental de dichos crecimientos, con una sociedad cada día más sensibilizada a los problemas medioambientales. Deberá imponerse una economía circular donde se reutilicen los nutrientes, se eviten las emisiones nocivas a la atmósfera y los contaminantes de suelos y aguas, se valoricen los residuos y se utilice la energía que generan dichas emisiones.
Las plantas de biogás con valorización a biofertilizantes de los digestatos han demostrado ser la mejor tecnología para mejorar la huella medioambiental generada por la descomposición de la materia orgánica, como lo prueban las casi 18.000 plantas existentes en la UE, éxito logrado gracias al apoyo de sus respectivos gobiernos.
El sector del gas natural también quiere reforzar su sostenibilidad ambiental, y la alternativa para mejorar su tasa de emisiones es el biometano a partir del biogás y, posteriormente, otros gases renovables (como el hidrógeno, la gasificación de la biomasa, o los gases de síntesis).
Por todos estos motivos, se vislumbra un futuro más esperanzador para el biogás español de lo que los sombríos años pasados nos permitían prever, pero no será posible sin un marco normativo y retributivo del que todavía no tenemos noticias.
* Artículo escrito con la colaboración de Luis Puchades, Vicepresidente de AEBIG
Este artículo fue publicado en el número 217 Especial Bioenergía 2019