La desalinización aliviaría la falta de agua que pesa sobre las mujeres latinoamericanas
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Hoy se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía cuyo slogan para este año es "Mujer. Sus tierras. Sus derechos" para visibilizar brechas de género en entornos rurales que podrían profundizarse con la intensificación de las sequías y el avance de la desertificación. La Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, ALADYR, se sumó aportando un panorama de la situación en Latinoamérica y propuso soluciones para abordarla.
Aproximadamente el 20% de la población latinoamericana vive en entornos rurales cuya economía es principalmente agrícola. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, las mujeres constituyen el 48% de este segmento con más de 58 millones.
“El campo ya es particularmente difícil e injusto para la mujer” dicen desde ALADYR y datos de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) lo corroboran al asegurar que su remuneración en tales faenas es 40% menor que devengada por varones y que muchas veces padecen el exceso de trabajo sin contar con ingresos propios.
Para la asociación latinoamericana la falta de agua siempre es un agravante de las injusticias sociales y las condiciones de precariedad. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, cuando el líquido no llega a casa, en el 72% de los casos será una mujer o una niña la que deba procurarlo.
“Imagine ser privado de toda posibilidad de mejorar su educación y pretender un futuro mejor porque tiene que pasar la mayor parte de sus días caminando kilómetros para buscar agua en pesados valdes sobre su cabeza. Literalmente, la falta de agua pesa más sobre las cabezas de las mujeres y las sequías que se ciernen sobre Latinoamérica amenazan por agravar esta situación que es el padecimiento diario en lugares como La Guajira en Colombia o la Región Nordeste de Brasil” dice Angélica Rivera, directora de ALADYR.
De igual forma, en países donde la gestión de saneamiento y acceso al agua potable amerita mejores esfuerzos e inversión, como resulta México, Venezuela y Uruguay, suele ser una mujer quien debe resolver los problemas domésticos para lograr el acceso al preciado recurso. Llenar valdes y cubetas, estar atentos a cortes de agua y suspensión del servicio se vuelve parte de la rutina del hogar y pesa en la decisión de ir a trabajar/al colegio o recoger agua.
Ante esta problemática, ALADYR propone soluciones como la desalinización, una tecnología que permite obtener agua potable a partir del agua de mar y pozos salobres. Esta tecnología brinda una alternativa sostenible para aumentar la disponibilidad de agua en las zonas áridas y combatir la escasez hídrica en las comunidades rurales como exitosamente se lleva a cabo en Brasil con el programa Água Doce.
Asimismo, la implementación de sistemas de reúso de agua, que aprovechan el agua existente, tratando y reciclando las aguas residuales para su uso en actividades agrícolas, industriales y urbanas, puede contribuir a reducir la presión sobre los recursos hídricos naturales y reducir las brechas en el servicio.
Rivera enfatiza la importancia de estas soluciones: "La desalinización y el reúso de agua son herramientas fundamentales para ganarle espacio al desierto y asegurar un suministro sostenible de agua. Estas tecnologías benefician a todo el mundo pero centrándonos en el slogan que tratamos este año, es oportuno decir que pueden beneficiar especialmente a las mujeres en las comunidades rurales, al brindarles acceso a agua potable y recursos hídricos para el desarrollo de actividades agrícolas y económicas. Literalmente tiene el potencial de quitarle el peso de la búsqueda de agua a las mujeres".
Cabe destacar que, de no tomar estas previsiones junto a políticas públicas de inclusión de género en los programas de asistencia al campo, la región enfrentará un drama social que será más difícil de revertir a medida que se agravan las sequías meteorológicas, agronómicas e hidrológicas (reducción de lluvias, humedad del suelo y caudales respectivamente) proyectadas por El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en su último informe que asegura con alto nivel de certeza que América Central y América del Sur son regiones “altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático”.
Las herramientas a disposición
La escasez de agua y la desertificación afectan de manera desproporcionada a las comunidades rurales, exacerbando las desigualdades de género en la región latinoamericana. Sin embargo, las tecnologías de desalinización y reúso de agua ofrecen soluciones concretas para garantizar un acceso constante al agua potable y ganarle espacio al desierto. ¿En qué consisten?
La desalinización permite potabilizar el agua de mar o de pozos salobres. Se trata de una tecnología especialmente relevante en las zonas costeras, donde la escasez de agua dulce es más acuciante. Al proporcionar una fuente adicional, la desalinización puede ayudar a mitigar los efectos de la sequía y garantizar el acceso a agua segura para siembras, cultivos y servicios sanitarios, beneficiando a las comunidades en general y cerrando la brecha de género.
Por otro lado, el reúso de agua se presenta como una alternativa sostenible para asegurar un suministro constante de agua en diferentes actividades. Al tratar y reciclar las aguas residuales, se evita el desperdicio y se aprovechan recursos valiosos que pueden volver a una cadena de producción y servicio. Su enfoque es el de la economía circular del agua y su aplicación agrícola es segura y una tendencia creciente.
Además, las prácticas oportunas y sostenibles de riego, como el riego por goteo utilizando agua proveniente de desalinización o reúso, juegan un papel crucial en la restauración de paisajes vegetales. Estas prácticas han permitido revalorizar terrenos en entornos áridos tanto en Arabia Saudita como en Chile y México.
Más inequidades latinoamericanas
Por su parte, la FAO también apunta que, aunque trabajan la tierra tanto como los hombres, sólo el 18% de las explotaciones agrícolas regionales son manejadas por mujeres y que éstas reciben únicamente el 10% de los créditos y el 5% de la asistencia técnica para el sector, lo que evidencia una falla en las políticas públicas de asistencia al campo.
Otra desproporcionalidad que FAO resalta es que la propiedad de las tierras en manos de mujeres en la región oscila entre un 7,8% en Guatemala y 30,8% en Perú y destaca que suelen ser menos adecuadas para la producción agropastoril que las poseídas por hombres.
ALADYR se coloca a disposición de las autoridades para acompañarlas en el diseño de políticas y planes estratégicos para procurar en agua en los sectores más vulnerables y subraya que esta escasez ocasionada por la sequía puede extenderse a importantes ciudades como Lima, San Pablo y Santiago si no se toman las previsiones para robustecer los sistemas de abastecimiento hídrico.
“Empoderar a la mujer consiste en generar las oportunidades de desarrollo incluso en los entornos más remotos como los desiertos latinoamericanos y para ello ya existen soluciones técnicas descentralizadas” culminó Rivera.