La apuesta por la valorización energética en España, una oportunidad
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La sostenibilidad ambiental debe ser una llamada urgente para todos nosotros. En Europa, la eficiencia en el uso de la energía y la reducción de las emisiones de gases no son opciones, sino obligaciones ineludibles. No actuamos solo por nosotros, sino por compromiso con las generaciones futuras. En un contexto marcado por las complejas dinámicas geopolíticas y una urgencia climática palpable, la transformación de nuestros residuos en energía —la valorización energética— emerge no solo como una solución práctica, sino como una necesidad imperativa. Esta tecnología lleva décadas aportando soluciones a estas necesidades. La apuesta por la valorización representa una oportunidad que España no solo debe considerar seriamente, sino trabajar de manera diligente para lograr, junto con el reciclado, su implementación y así disminuir los altísimos porcentajes de eliminación en vertedero.
Con la mirada puesta en 2030, España se ve obligada a cumplir metas ambiciosas que nos exige replantear la gestión de residuos y optimizar su sostenibilidad. Nos enfrentamos a interrogantes críticos: ¿Cómo lograr que el 74% de nuestra electricidad provenga de fuentes renovables? La solución a estas preguntas se puede encontrar en un aliado, en nuestros residuos urbanos no reciclables, una fuente de energía 50% renovable que se integra al modelo de economía circular al que como país nos hemos comprometido. Sin embargo, la ambición a menudo choca con la realidad. Con un número limitado de plantas de valorización energética en España (11 en total) y una capacidad que apenas roza el 10% de lo necesario para convertir residuos en recursos, nos encontramos en un momento donde el progreso se ve obstaculizado por las infraestructuras existente. Mientras tanto, países vecinos nos muestran cómo lograrlo a través de una gestión de los residuos que convierte lo desechado en energía.
Los residuos que España entierra en vertederos no son más que recursos desaprovechados. Con más de 10,7 millones de toneladas de residuos enviados a vertederos anualmente, nuestro país está dejando pasar una oportunidad de oro para generar energía que podría abastecer a millones de hogares. La valorización energética de estos residuos podría representar, según estimaciones de Aeversu, aproximadamente 7.800 GWh anuales, lo que equivale a la energía necesaria para 2.25 millones de hogares. En términos económicos, esto se traduce en un valor de mercado desaprovechado de alrededor de 1.800 millones de euros al año.
Los residuos que España entierra en vertederos no son más que recursos desaprovechados. Con más de 10,7 millones de toneladas de residuos enviados a vertederos anualmente, nuestro país está dejando pasar una oportunidad de oro para generar energía que podría abastecer a millones de hogares.
En esta línea, es importante destacar que la valorización energética no solo es una tecnología ambientalmente favorable, sino que tiene un beneficio social significativo. La actividad relacionada con esta industria en España no solo proporciona empleo verde altamente cualificado a unas 2.500 personas, sino que también genera ingresos por operaciones superiores a los 270 millones de euros anuales. Más aún, cada millón de euros de ingresos directos de esta actividad se traduce en 1.4 millones de euros adicionales de ingresos indirectos e inducidos en la economía. Estos datos no solo demuestran el potencial de la valorización energética para el mercado laboral y la economía nacional, sino que también resaltan su papel en el fomento de un crecimiento económico más amplio y diversificado. Esto es particularmente pertinente en un momento en que España, al igual que el resto del mundo, busca terminar de recuperarse de los efectos económicos que todavía arrastramos de la pandemia global y mirar hacia adelante hacia una recuperación verde.
Por todo lo escrito anteriormente, recordamos la defensa de cara a 2024 de una moratoria del impuesto a la valorización energética a través de la incineración de residuos hasta que nos acerquemos a alcanzar a los objetivos de eliminación en vertedero (pasar del 54% actual al objetivo marcado del 10%). Esta medida, adoptada por países como Suecia y Noruega que refleja las políticas líderes en sostenibilidad, tiene como fin incentivar la recuperación energética a partir de residuos y disminuir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, reduciendo paralelamente la cantidad de desechos que terminan en vertederos. Esta iniciativa no solo se alinea con los esfuerzos de la Unión Europea para avanzar hacia una economía circular y de bajas emisiones de carbono, fortaleciendo así el compromiso de España con los acuerdos internacionales de clima y energía, sino que también representa una medida de alivio económico inmediato y una estrategia de largo plazo para reconducir nuestra gestión de residuos hacia un futuro más sostenible y energéticamente autosuficiente.
Es imperativo cambiar nuestra perspectiva sobre los residuos, reconociéndolos como la fuente de energía que ya es. La valorización energética debe ser considerada no solo como una opción, sino como una estrategia esencial en el camino hacia la sostenibilidad.
Los desafíos en el campo de la gestión de residuos son claros, y abordarlos es esencial. Tenemos ante nosotros la oportunidad de desarrollar un sistema de gestión de residuos que pueda servir como modelo a nivel internacional. La valorización energética es una tecnología clave en este proceso, permitiéndonos no solo reducir recursos, sino también regenerarlos de manera eficiente y sostenible. Esta iniciativa no depende únicamente de la capacidad técnica o financiera; requiere de un esfuerzo colectivo y un compromiso sólido por parte de toda la sociedad.
Cada individuo y organización tiene un rol significativo en el proceso de transformación hacia prácticas sostenibles. Cada acción, no importa su tamaño, contribuye al objetivo final. Es imperativo cambiar nuestra perspectiva sobre los residuos, reconociéndolos como la fuente de energía que ya es. La valorización energética debe ser considerada no solo como una opción, sino como una estrategia esencial en el camino hacia la sostenibilidad. Esta aproximación representa una inversión vital en nuestra economía, en la protección del medio ambiente y, fundamentalmente, en el bienestar de nuestra sociedad.