Los jóvenes, el motor del cambio hacia una economía circular
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Por Isabela del Alcázar, Global Head of Sustainability, IE University
Los desafíos de sostenibilidad a los que nos enfrentamos actualmente comparten con la COVID-19 características clave. Son crisis globales, que no respetan fronteras y que requieren de la acción conjunta de países e individuos para hacerles frente con éxito.
Si algo hemos aprendido del coronavirus ha sido valorar aquello que de verdad importa. Hemos aprendido que las acciones individuales tienen mucho peso y que la suma de muchas de ellas puede tener un impacto significativo en la comunidad.
Con la vocación firme de producir una concienciación colectiva efectiva, debemos incorporar particularidades clave de la sostenibilidad en todos los niveles. Necesitamos integrar sus aspectos económicos, sociales y ambientales y reconocer los vínculos que existen entre ellos.
Residuos convertidos en recursos
En el 2002 Michael Braungart y William McDonough publicaban su libro De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas. En él proponen un nuevo modelo de producción y consumo basado en el diseño integral de los productos para que puedan convertirse en nutrientes aprovechables al final de su vida útil.
Los autores sugieren que los procesos deberían diseñarse de manera que permitan que los residuos que se generan en un proceso sean recursos del siguiente ciclo.
Con el diseño apropiado de estos procesos y el uso alternativo de nuevos materiales evitaríamos la consigna ecologista clásica de las 3 erres (reducir, reutilizar, reciclar), que en realidad solo retrasa el impacto medioambiental de los productos, no lo evita.
Este diseño mimetiza lo que la naturaleza lleva millones de años optimizando. Gracias a las interacciones que se dan entre diferentes organismos, la energía fluye de especie a especie dentro de un ecosistema. Este flujo se caracteriza por la circularidad.
La circularidad del sistema económico
Más que de un reto económico, la aplicación de esta idea al modelo de consumo requiere cambios en el patrón de comportamiento de los individuos y la conceptualización de los procesos. La economía circular promueve un esquema de consumo responsable, basado en la utilización y generación de productos reintegrables en ciclos naturales.
En la UE estamos viendo una pérdida de competitividad de la economía, en parte debida a la escasez de recursos y, por ende, a la elevada dependencia exterior de materias primas críticas para el funcionamiento de la economía.
Vemos cómo se va debilitando un modelo económico que arrastramos ya desde la revolución industrial. Hasta ahora, la obsesión ha sido alcanzar la máxima productividad sin tener en cuenta otros factores como la escasez de los recursos o el impacto medioambiental.
En este contexto, las empresas y gobiernos se enfrentan a un desafío nuevo y cada vez más urgente para su identidad y su capacidad para conectar con el talento, los consumidores, los socios, los organismos reguladores y los inversores de manera duradera y coherente.
Las nuevas generaciones, una oportunidad
Un informe de Deloitte revela que el 37 % de los jóvenes considera que la formación que obtienen no coincide con las cualidades exigidas en sus puestos de trabajo.
Conviene plantearse cómo será el mundo dentro de unos años y cuáles serán los conocimientos que debemos cultivar para garantizar el éxito de los jóvenes que se incorporan al mundo laboral.
El paradigma actual del modelo económico lineal podría estar a punto de morir para dar paso a un nuevo modelo circular con el objetivo de aumentar la eficiencia de los ya escasos recursos de los que disponemos.
Las nuevas generaciones están adaptadas a la revolución digital y al compromiso con el desarrollo sostenible. Debemos trabajar para inspirar y guiarles en cada paso, para generar así un cambio profundo en nuestras elecciones y comportamientos que fomente la creación de un mundo más sostenible.
Por eso, el objetivo de la iniciativa 10 year challenge de la IE University no es solo convertirnos en referentes de sostenibilidad y ejemplo de transformación, sino también crear una cultura que refuerce los mensajes que los alumnos reciben en el aula.
El cambio hacia un futuro más sostenible empieza con cada uno de nosotros. De forma individual, contribuimos a la acción colectiva.