Hacia una economía circular en Europa: dónde estamos y cuánto nos falta

El Plan de acción de economía circular de la Comisión Europea recoge 54 acciones enfocadas al diseño circular de productos, el reciclaje y reutilización de residuos y el consumo responsable
Hacia una economía circular en Europa: dónde estamos y cuánto nos falta
Hacia una economía circular en Europa: dónde estamos y cuánto nos falta
30-05-2019
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Por: José Vicente López. Investigador en el Departamento de Ingeniería y Gestión Forestal y Ambiental, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)


La economía circular (EC) es una alternativa al actual modelo lineal que consiste en extraer recursos naturales, transformar, producir, consumir y tirar (modelo de usar y tirar). Trata de desvincular el crecimiento económico del consumo de materias primas y energías no renovables, cerrando ciclos.

La EC no tiene un origen cierto, sino que responde a las denominadas escuelas de pensamiento. Todas ellas tienen como denominador común los principios que las sustentan.

En diciembre de 2015, la Comisión Europea adoptó un Plan de acción de economía circular para dar un nuevo impulso al empleo, al crecimiento económico, a la inversión y para desarrollar una economía neutra en carbono, eficiente en el uso de los recursos y competitiva.

En este sentido, hay que señalar que las 54 acciones bajo este programa ya se han completado o se están implementando, según revela el informe de evaluación de su cumplimiento publicado por la CE en marzo de este año. Incluso en algún caso continuarán más allá del 2020.

¿Qué significa exactamente economía circular?

El diseño circular de productos y procesos productivos (ecodiseño) consiste en fabricar productos más eficientes a lo largo de todo su ciclo de vida. El uso de las etiquetas energéticas y de diseño para los productos circulares contemplan también ahora la eficiencia de los materiales: disponibilidad de piezas, facilidad de reparación, y facilitar el tratamiento de la gestión del producto al final de su vida útil.

• La circularidad también significa adaptar los procesos industriales a través de la eficiencia en el consumo de energía empleando renovables y en el uso de materiales reciclados, así como la aplicación de los principios de prevención de residuos y la reducción, reutilización, reciclaje de productos químicos peligrosos.

• El papel de los consumidores. La transición hacia una economía más circular requiere un compromiso activo de los ciudadanos para cambiar las pautas de consumo. Ello se puede conseguir a través de la información ambiental precisa de las ecoetiquetas y de la información sobre la durabilidad y reparabilidad de los productos, permitiendo a los consumidores decantarse por opciones más sostenibles.

Estas opciones pasan, además, por prevenir el despilfarro alimentario mediante compras más racionales y de proximidad. Como norma general, la EC aboga por la compra del servicio y no del producto (por ejemplo y para que se entienda, para viajar compramos un billete de tren, pero no compramos el tren), lo cual conlleva una desmaterialización de la economía y una apuesta por los servicios compartidos (coches eléctricos, bicicletas, patinetes, etc., además del clásico transporte público).

• Convertir los residuos en recursos. El paquete de medidas de EC señala que para el 2030, el 70 % de todos los residuos de envases y, para 2035, el 65 % de los residuos municipales se reciclen, mientras se reduce la eliminación en vertederos de residuos al 10 %. Se otorga una prórroga de cinco años a Grecia, Croacia, Chipre, Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Rumania, Eslovaquia y Bulgaria como medida de adaptación, por ser los países con peores índices de reciclaje.

El caso de los plásticos

Se precisa de un enfoque sistémico como el planteado en la estrategia de la UE para los plásticos en una Economía Circular. Para todos es conocido el problema de los plásticos en el medioambiente: desde los envases que no siguen su línea formal de reciclaje, hasta los microplásticos derivados de estos y de otros productos procedentes del consumo humano (lavado de ropa sintética; detergentes, cosméticos…).

La estrategia de la UE para los plásticos en una Economía Circular representa el primer marco político a escala de la UE que adopta un enfoque de ciclo de vida específico del material para integrar el ecodiseño, el uso, la reutilización y el reciclaje en las cadenas de valor de los plásticos. La estrategia establece que para el 2030, todos los envases de plástico puestos en el mercado de la UE serán reutilizables o reciclables.

El reto no es fácil. Tal y como ha identificado la Comisión Europea, se necesitan más esfuerzos para alcanzar el objetivo establecido en la estrategia. En concreto, se quiere asegurar que 10 millones de toneladas de plásticos reciclados se utilicen en nuevos productos para el año 2025.

No obstante, la información recibida de los recicladores señala que la demanda de plásticos reciclados por la industria llegará aproximadamente a 6,2 millones de toneladas para 2025 con el ritmo actual. Esto indica una clara brecha en las cifras que habrá que acercar y eso dependerá claramente de nosotros como ciudadanía y de mayores inversiones para la eficiencia de las infraestructuras de recogida y clasificación.

Entonces, ¿podemos ser circulares?

Todas estas medidas conducen a nuevos modelos de negocios circulares, basados en el uso compartido, la reutilización, el reciclaje, la eficiencia energética y de materiales y los nuevos patrones de consumo. Con ello se tiene un gran potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo así podremos ser circulares.

Para conseguirlo, tendremos que promover este enfoque conjunto entre las empresas, administraciones y la ciudadanía, de modo que las primeras puedan al mismo tiempo reducir los costos de producción y apoyar nuevas formas de interacción comercial, como la simbiosis industrial y proveer y facilitar el uso compartido de bienes.

Además, la circularidad y la sostenibilidad en el suministro, uso y tratamiento de las materias primas serán clave para garantizar la seguridad necesaria de aquellos, la igualdad de condiciones con los competidores industriales y el liderazgo de la sociedad que lo ponga en marcha para la producción de tecnologías estratégicas de baja emisión de carbono.


Artículo publicado originalmente en The Conversation

The Conversation

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