Gas Renovable, alternativa viable y eficiente contra el cambio climático
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En el contexto actual, aún más después de la crisis de la COVID-19, la preocupación y necesidad de cuidar el medioambiente ha calado en la mente de los consumidores, empresas y gobiernos, pero aún queda mucho por construir. Para avanzar en este sentido es imprescindible definir medidas con horizonte 2030 y 2050 que permitan crear un ecosistema adecuado para desarrollar e incentivar energías sostenibles.
El gas renovable es un claro ejemplo del avance tecnológico que nos permite transitar hacia la descarbonización. Pero como toda nueva tecnología, necesita del apoyo y compromiso público para su desarrollo. Un desarrollo necesario, que además viene marcado por las estrategias de la Comisión Europea.
Estas estrategias, plasmadas en la Directiva/EU RED II, establecen objetivos de penetración de biocarburantes en el mercado europeo, entre los que se encuentra el gas renovable. Continuar apoyando el desarrollo de las infraestructuras asociadas a la red de gas, es necesario para alcanzar los objetivos europeos en materia de reducción de emisiones.
En este sentido, el biometano tiene otros usos además de como biocarburante. Así lo recoge la actualización de la norma UNE-EN 16325 con el objetivo de actualizar las Garantías de Origen para electricidad incluyendo el hidrógeno y el biometano. Esta actualización tiene que estar lista para junio 2021.
Y es que, como ejemplo representativo, si España desarrollase todo su potencial de producción de gases renovables, podría permitir reducir unos 35 millones de toneladas de CO2, lo que representa un recorte de más del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para el año 2030, según los datos de la Fundación Naturgy.
El gas renovable es un claro ejemplo del avance tecnológico que nos permite transitar hacia la descarbonización, pero necesita compromiso público.
La generación de gases renovables constituye una ventaja sobre todo a nivel de infraestructura ya que se puede consumir sin hacer ningún tipo de modificación ni en las calderas domésticas ni en las fábricas. También constituye una vía para el aprovechamiento de los residuos como lodos, residuos agrícolas y ganaderos y lodos provenientes de aguas residuales que dan lugar al biometano, tras una depuración del biogás producido. Su potencial uso podría llegar a 34 TWh, que es más de un 8% del consumo total y un 65% del consumo doméstico-comercial según un estudio de CREARA para Sedigas.
De esta manera, el desarrollo del gas renovable, ya sea biometano, hidrógeno renovable o gas sintético (syngas) ayudará a conseguir no sólo los objetivos que hemos perfilado de reducir las emisiones, sino que además contribuirá a la economía circular y a la lucha contra la despoblación en España.
Y es precisamente en esta línea en la que trabaja la Hoja de Ruta del Biogás elaborada por el MITERD. La Estrategia tiene como objetivo ser la herramienta que impulse y desarrolle este gas renovable en España tanto biogás como su producto depurado, biometano. La elección de este gas renovable viene motivada por el papel relevante que puede jugar en la transición energética y, en particular, por su capacidad para integrar la economía circular en la generación térmica a partir de energía renovable.
El gas renovable es una fuente renovable no eléctrica, clave para la consecución de los objetivos climáticos europeos. No solo presenta beneficios medioambientales, sino que el aprovechamiento del gas renovable generaría riqueza al país, entre 284 y 472 millones de euros al año de aportación al PIB, y empleo local, con la creación de entre 15.000 y 25.000 empleos, a través del apoyo al desarrollo de zonas rurales y fijación de trabajo en entornos agrícolas al implementar proyectos agroindustriales fuertemente ligados al medio.
Asimismo, el gas renovable supone una alternativa competitiva, ya que es un perfecto sustituto del gas convencional y no requeriría inversiones extras para usarlo, al utilizar la red de infraestructuras ya existentes.
Por otro lado, tenemos la oportunidad de aprovechar las ventajas que aporta la inyección de hidrógeno en mezcla con gas natural. La inyección de H2 en las redes gasistas ha de verse, no como un objetivo en sí mismo, sino como una forma de impulsar el mercado del hidrógeno renovable dentro de un sistema energético integrado costo-eficiente, que facilite la conexión de los centros de producción con los puntos de consumo, al tiempo que fomente el uso eficaz de los recursos y la descarbonización de todos los sectores que actualmente usan gas natural del sistema de gasista.
Además, no podemos perder de vista que el uso del hidrógeno a nivel mundial está experimentando un impulso sin precedentes, su introducción de forma significativa en las redes de gas para calentar los hogares e industrias puede ser una realidad en un futuro no muy lejano que podría establecer las bases para hacer realidad su enorme potencial como energía limpia. Por la diversidad de los recursos a partir de los que se puede producir, la utilización del vector hidrógeno implica mayor seguridad de abastecimiento y mayor acceso a la energía.
La Hoja de Ruta por el Hidrógeno plantea objetivos para su despliegue a 2030 y, en segundo término, diseña una visión a 2050, cuando España habrá de alcanzar la neutralidad climática. El país tiene la oportunidad de convertirse en referente y puerta de entrada del hidrógeno renovable en Europa aprovechando simultáneamente su potencial en materia de generación eléctrica renovable y las infraestructuras del sector gasista. Por ello, debe aspirar al liderazgo como país productor y exportador de hidrógeno renovable. El Gobierno estima que la potencia de estas tecnologías crecerá en unos 3.000 MW en los próximos 10 años, una cifra que indica que es necesario una apuesta pública más decidida, ya que el hidrógeno está llamado a ser el combustible del futuro.
Pero hay que tener en cuenta que el hidrógeno, así como el resto de gases renovables, necesitan los apoyos necesarios para crear un ecosistema que nos permita invertir y desarrollar todo su potencial. Con el objetivo de que constituyan una alternativa viable y eficiente en la lucha contra el cambio climático y la implantación de un nuevo modelo energético, realidades ineludibles a las que se enfrenta el sector gasista, requieren de ayudas nacionales y provenientes de los Fondos Europeos para conseguirlo. Y sólo con equilibrio y tesón podremos conseguir, entre todos, una transición cohesionada y ecológica.
Artículo publicado en el número 225 Especial Bioenergía 2020