
España frente al desafío de conservar sus últimos glaciares
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Cada 22 de marzo, el Día Mundial del Agua nos recuerda la importancia de gestionar de forma sostenible un recurso vital y cada vez más amenazado. En 2025, bajo el lema propuesto por Naciones Unidas, “Conservación de los glaciares”, la atención se dirige hacia una de las reservas hídricas más frágiles y estratégicas del planeta. En el caso de España, este llamado global adquiere una dimensión especialmente urgente ante el retroceso acelerado de los glaciares pirenaicos y el deterioro progresivo de otros elementos criosféricos presentes en nuestras montañas.
La criosfera ibérica, formada por glaciares, nieve estacional, suelos congelados (permafrost), ríos y lagos helados, y cuevas de hielo, desempeña un papel clave en el equilibrio hidrológico y climático del país. El término criosfera, derivado del griego kryo (“frío”), engloba todas las formas en las que el agua permanece en estado sólido dentro del sistema terrestre. Su distribución y comportamiento están estrechamente ligados a las condiciones térmicas y de humedad, lo que la convierte en uno de los indicadores más sensibles y reveladores del avance del cambio climático, tanto a nivel global como regional (IPCC, 2022).
Con datos extraídos del Informe sobre el clima en España (2024), elaborado por CLIVAR-SPAIN, un proyecto del Programa Mundial de Investigación del Clima orientado a profundizar en el conocimiento de la variabilidad y el cambio climático, hemos recopilado información relevante para contextualizar el estado actual de los glaciares en el país. El documento destaca los avances más recientes en el análisis del cambio climático en España en el ámbito de, incluyendo la evolución de la criosfera, la variabilidad climática observada y proyecciones futuras.
En este Día Mundial del Agua, es fundamental que la conservación de los glaciares se integre como una prioridad en las estrategias frente al cambio climático - Naciones Unidas
Foto 1: Pérdida de espesor en el mayor glaciar español, el Aneto, de 1981 a 2022. (modificado de Vidaller et al., 2023)
En la Península Ibérica, los últimos estudios muestran que el calentamiento atmosférico está desplazando verticalmente los procesos climáticos fríos, reduciendo drásticamente el espacio y la duración de los fenómenos criosféricos. Este fenómeno es particularmente evidente en los Pirineos, donde los glaciares han perdido superficie, espesor y funcionalidad hidrológica de manera alarmante.
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El retroceso de los glaciares españoles
Durante las últimas décadas, la evolución de los glaciares españoles ha estado marcada por una clara regresión. Los datos recogidos en los principales macizos montañosos del país reflejan una pérdida constante de masa glaciar, así como una elevación progresiva de la línea de equilibrio, indicador que delimita las zonas de acumulación y ablación de un glaciar.
Este proceso ha llevado a muchos de estos cuerpos de hielo a un estado terminal. La comunidad científica prevé su desaparición casi completa en las próximas décadas, salvo casos residuales en las altitudes más elevadas y umbrías de los Pirineos. Junto con los glaciares, también se verán comprometidas otras masas heladas como la nieve persistente, el permafrost y las cuevas de hielo.
La comunidad científica pronostica una desaparición casi completa de los glaciares en las próximas décadas
Concretamente, el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) cifra en apenas 15 el número de glaciares que alberga el sistema pirenaico (2023). Desde 1850, la superficie glaciar en los Pirineos ha disminuido en un 93 %, y la mayoría de los glaciares han desaparecido por completo o se han transformado en heleros residuales, es decir, masas de hielo de escaso espesor que han perdido su capacidad de movimiento. ****El retroceso se ha intensificado especialmente a partir de la década de 1980, cuando se contabilizaban 39 glaciares. Hoy solo permanecen 15 y todos ellos en situación extremadamente amenazada, clasificados como altamente críticos.
Foto 2: Ubicación geográfica de los principales macizos donde se encuentran los últimos glaciares del Pirineo (Earthstar Geographics | Instituto Geográfico Nacional).
Refuerzo hídrico ante el cambio climático
En el marco del Día Mundial del Agua 2025, el retroceso de los glaciares en los sistemas montañosos españoles debe entenderse como una señal de alerta ante los efectos ya visibles del cambio climático. Estos entornos comparten con el resto del territorio fenómenos como la sequía o las olas de calor, pero la combinación del aumento sostenido de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones está acelerando el deshielo y precipitando su declive.
Su deterioro conlleva la alteración directa de los recursos hídricos, amenaza el equilibrio ecológico de los ecosistemas de montaña y debilita su capacidad natural de regulación
La conservación de los glaciares, por tanto, no es solo una cuestión ambiental, sino una pieza clave para la sostenibilidad hídrica del país. Frente al avance del cambio climático y la pérdida progresiva de reservas hídricas a lo largo del territorio español, reforzar la sostenibilidad hídrica debe ser una prioridad. Para el sector del agua, esto exigirá una planificación hidrológica adaptativa, inversiones en infraestructuras resilientes, modernización de redes y una gestión más eficiente, apoyada en tecnología, digitalización y datos. Solo así será posible anticiparse a escenarios de escasez y garantizar un uso sostenible del recurso.