El consumo de ropa y calzado en la UE alcanza niveles récord y agrava su impacto ambiental y climático

Cada ciudadano europeo compró 19 kilos de textiles en 2022, una cifra sin precedentes que alimenta la moda rápida y genera casi 7 millones de toneladas de residuos al año, según la Agencia Europea de Medio Ambiente
26-03-2025
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Los hábitos de consumo textil en Europa están alcanzando niveles sin precedentes, y sus consecuencias sobre el medio ambiente y el clima son cada vez más preocupantes. Según un nuevo informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), en 2022 cada ciudadano de la UE compró una media de 19 kilos de ropa, calzado y textiles para el hogar, frente a los 17 kilos de 2019. Esta cifra equivale a una maleta grande llena de textiles por persona al año, en un contexto marcado por la expansión de la moda rápida y los precios bajos.

Este crecimiento está vinculado a factores como el auge de las compras online, la producción masiva de textiles sintéticos de bajo coste y la influencia de las redes sociales, que alimentan la demanda constante de nuevos productos. Aunque tecnologías como la impresión 3D podrían reducir residuos en la fabricación, el informe advierte que también pueden intensificar el consumo al abaratar la producción.

 

Un sistema de alto impacto ambiental

El modelo actual de producción y consumo textil en la UE sigue siendo altamente insostenible. De las 12 categorías de consumo doméstico analizadas, la textil ocupa la quinta posición en términos de presión ambiental y climática, solo por detrás de la alimentación, la movilidad, la vivienda y la salud. El uso intensivo de materias primas, agua y suelo, junto con las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación química y la liberación de microplásticosdurante el uso y lavado de prendas, conforman un cuadro de impacto preocupante.

A esto se suma la generación masiva de residuos textiles: en 2022, los países de la UE generaron en conjunto 6,94 millones de toneladas, lo que representa 16 kilos por persona. Sin embargo, el 85 % de esos residuos no se recogieron por separado y acabaron como residuos domésticos mezclados, destinados a vertederos o incineradoras, donde no pueden ser reciclados ni reutilizados. Aunque se espera que la entrada en vigor de la recogida obligatoria separada en 2025 mejore esta situación, el reto logístico y ciudadano es considerable.

 

Exportaciones crecientes, gestión opaca

Otro aspecto alarmante del informe es el destino de los residuos textiles exportados. Desde el año 2000, las exportaciones de ropa usada desde la UE se han casi triplicado, alcanzando 1,4 millones de toneladas en 2023. Aunque en teoría se destinan a la reutilización o el reciclaje, diversos estudios han documentado prácticas problemáticas en países receptores, principalmente africanos y asiáticos, donde muchas prendas acaban en vertederos ilegales o directamente incineradas, fuera del control europeo.

La AEMA alerta de que este circuito internacional es complejo y difícil de trazar, lo que impide garantizar que los residuos exportados reciban un tratamiento ambiental adecuado.

 

Hacia una economía textil circular

Para hacer frente a esta situación, la Estrategia Textil de la UE propone un cambio sistémico que priorice la producción de textiles duraderos, reparables y reciclables, diseñados desde su origen para tener una vida útil más larga. Esta transformación deberá ir acompañada de medidas legislativas, cambios en la industria y un consumo más conscientepor parte de la ciudadanía.

El progreso hacia este modelo circular está siendo monitorizado por el Laboratorio de Métricas de Circularidad de la propia AEMA, pero la agencia recuerda que el éxito de esta transición depende del compromiso conjunto de administraciones, empresas y consumidores. Sin un cambio profundo, el textil seguirá siendo uno de los sectores más contaminantes del continente.

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