El cambio climático pone en jaque a los últimos humedales permanentes de la campiña andaluza

Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide advierten que las lagunas Grande, Amarga y Zóñar podrían transformarse por completo ante escenarios climáticos extremos

Tres lagunas permanentes del interior andaluz, Zóñar, Amarga y Grande, podrían dejar de serlo en las próximas décadas. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo del grupo de Hidrogeología de la Universidad Pablo de Olavide, tras modelar el comportamiento de estos ecosistemas bajo distintos escenarios de cambio climático.

Estas lagunas son únicas en su categoría, ya que conservan agua durante todo el año, a diferencia del resto de humedales de campiña, que suelen secarse en verano salvo en periodos excepcionalmente lluviosos. Zóñar y Amarga se ubican en la Reserva Natural Lagunas del Sur de Córdoba, mientras que Grande forma parte del conjunto de las Lagunas de Archidona (Málaga).

 

Escenarios futuros

A pesar de su mayor profundidad, que hasta ahora les ha proporcionado cierta estabilidad hídrica, los modelos desarrollados por los científicos muestran un panorama preocupante. Al simular el comportamiento de estas lagunas entre 2030 y 2060 bajo dos posibles trayectorias climáticas —una de emisiones moderadas y otra de altas emisiones de gases de efecto invernadero—, se detectó un alto riesgo de que Grande y Amarga se conviertan en cuerpos de agua temporales, o incluso se sequen completamente en algunos periodos.

Zóñar, en cambio, presenta una mayor resiliencia gracias a su conexión con manantiales subterráneos, lo que permite mantener un nivel de agua constante incluso bajo condiciones severas. “Las lagunas de campiña se enfrentan a una doble amenaza, el cambio climático y la presión humana”, declara Alejandro Jiménez, investigador de la Universidad Pablo de Olavide, a la Fundación Descubre.

 

El valor de la conexión subterránea

Este estudio, realizado también con la participación de la Universidad de Almería, forma parte de un proyecto iniciado en 2015 que analizó en su origen los humedales peridunares del Parque Nacional de Doñana, como el caso de Santa Olalla, que se secó por primera vez en 2022. La metodología, aplicada ahora a las lagunas de campiña, incluyó el análisis de 20 años de datos reales sobre niveles hídricos, lo que permitió calibrar modelos hidrológicos avanzados.

La estabilidad de Zóñar contrasta con estudios previos, como uno de la Universidad de Almería, que documentó sequías severas hace unos 2.500 años, atribuidas al desvío de aguas para uso humano y agrícola. Actualmente, aunque las lagunas están protegidas como reservas naturales, no existen limitaciones específicas en las cuencas de aporte hídrico. Como advierte el investigador principal Miguel Rodríguez:

La amenaza es la sobreexplotación de los acuíferos (...), y ahí no existen restricciones específicas de protección, por lo que se puede, por ejemplo, perforar pozos”.

 

Propuestas de conservación

El artículo científico, titulado "Impact of climate change on permanent lakes in a semiarid region: Southwestern Mediterranean basin" y publicado en la revista Science of the Total Environment, concluye que la permanencia de las lagunas depende directamente del aporte de aguas subterráneas y su gestión racional. Lagunas más profundas, con conexión a manantiales, soportan mejor la disminución de precipitaciones y el aumento de la evaporación, pero son vulnerables si se altera el equilibrio del subsuelo.

Entre las medidas que proponen los autores destacan:

  • Implantar modelos hidrogeológicos avanzados para anticipar los efectos del cambio climático sobre acuíferos.

  • Regular estrictamente la extracción de agua subterránea.

  • Restaurar la vegetación ribereña para mejorar la retención de sedimentos y nutrientes.

  • Establecer perímetros de protección basados en cuencas hidrológicas, prohibiendo los sondeos y extracciones intensivas.

  • Adquirir terrenos privados colindantes, permitiendo una gestión más sostenible del entorno natural.

 

Una llamada urgente a la gestión sostenible

Este estudio ha sido financiado por el proyecto GYPCLIMATE, del Ministerio de Ciencia e Innovación, junto a un convenio entre la Universidad Pablo de Olavide y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. La investigación constituye una herramienta clave para anticiparse a transformaciones irreversibles en ecosistemas de alto valor ecológico y preservar su biodiversidad frente a un contexto climático cada vez más incierto.

En palabras del equipo de investigadores, comprender y gestionar correctamente la interacción entre aguas superficiales y subterráneas será la única vía para garantizar la supervivencia de estos frágiles humedales.

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