Así puede ayudarnos la contabilidad a gestionar mejor el agua

La contabilidad no financiera ofrece un modelo para diseñar un sistema que permita mantener un control de las reservas y los flujos de agua con el fin de optimizar el uso de este recurso en un contexto de cambio climático
18-12-2024
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¿En qué piensa usted si le pregunto qué es la contabilidad? Seguramente en las cuentas financieras de una compañía. Por ejemplo, si le digo que una empresa tiene un resultado neto negativo, seguramente entienda que los ingresos de dicha empresa no fueron suficientes para cubrir todos los costes. Es el gran logro de la contabilidad financiera: permite comparar (financieramente) empresas con independencia de a qué se dediquen.

La academia se refiere a este fenómeno como la territorialización, es decir, la capacidad para convertir algo en medible y comparable. Sin embargo, esta territorialización no sólo se da en términos financieros: existen otros ejemplos de cómo la contabilidad puede cuantificar nuevas áreas como, por ejemplo, la biodiversidad.

Para hacerlo, un contable le diría que en primer lugar habría que medir qué especies existen actualmente, con cuántos ejemplares cuentan y cómo se va a realizar un seguimiento para saber si los ejemplares aumentan o disminuyen. De esta forma se construiría un sistema de control basado en indicadores que permitiesen realizar dicho seguimiento, véase la Lista Roja de Especies Amenazadas. Esta lista incluye indicadores que permiten controlar si la especie cuenta con una tendencia creciente, estable o decreciente de ejemplares, permitiendo tomar medidas que favorezcan su protección en caso de ser necesario. Le dejo aquí el ejemplo del lince ibérico para que pueda observar dichos indicadores.

Este ejemplo se puede extrapolar al agua y su gestión.

 

El agua en un escenario de cambio climático

El cambio climático ha provocado que la naturaleza se comporte de una forma más extrema. Aunque los fenómenos que observamos generalmente ya han ocurrido en la historia, en los últimos años vemos fenómenos meteorológicos como lluvias torrenciales, olas de calor o sequías de forma más frecuente y severa.

Tanto es así que de acuerdo con el Informe de Riesgos Globales 2024 elaborado por el Foro Económico Mundial, los efectos climáticos severos son el primer riesgo en importancia en los próximos diez años. Podríamos igualmente afirmar que si hay un recurso natural implicado en estos potenciales efectos climáticos es el agua, ya sea por escasez (sequía) o por abundancia (inundaciones). Por eso es necesario optimizar la gestión de los recursos hídricos.

Sin embargo, estudios recientes alertan de que existe una falta de gobernanza de los recursos hídricos. En el marco europeo se han desarrollado y se están desarrollando normativas que buscan garantizar la calidad de las aguas, como la Directiva Marco del Agua. Reglamentos que fomentan el uso de recursos hídricos alternativos a través de la reutilización- O políticas que fomentan la economía circular del agua.

El objetivo de todas estas iniciativas es garantizar los recursos hídricos para las generaciones futuras, manteniendo la actividad económica. Sin embargo, dichas iniciativas están chocando de frente con la realidad de la gestión del agua: su difícil gobernanza.

 

¿Cómo puede ayudar la contabilidad?

Son numerosas las causas que hacen difícil la gobernanza del agua. Aunque la falta de datos es una de las causas en la que la contabilidad más puede aportar.

La gobernanza del agua en España es compleja ya que la gestión de los recursos disponibles (por ejemplo, agua embalsada) depende de las Confederaciones Hidrográficas. Éstas dependerán del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico si la cuenca es intercomunitaria, es decir, atraviesa varias comunidades autónomas (por ejemplo, la cuenca del Tajo o Ebro). Pero si se encuentra en una misma región al completo, es decir, es una cuenca intracomunitaria (por ejemplo, la cuenca de los ríos Tinto, Odiel y Piedras en Andalucía), dependerá del gobierno autonómico correspondiente.

Sin embargo, si se quieren emplear recursos hídricos alternativos como la reutilización, la gestión se complica. Y es que aunque el uso viene autorizado por las confederaciones, la gestión de las instalaciones hídricas donde se producen (por ejemplo, las plantas de depuración y reutilización) suelen depender de municipios o mancomunidades de municipios. Éstos, a su vez, suelen sufrir una alarmante falta de recursos para mantenerlas o construirlas. Tal es así la falta de recursos que España acumula actualmente casi 90 millones de euros en multas por la falta de depuración.

Es por ello, que cuando cualquiera de nosotros intente buscar información sobre agua se encuentre una la falta de homogeneidad que impida la comparabilidad. Por ejemplo, si intentamos chequear las masas hídricas existentes en las cuencas mediterráneas andaluzas (cuenca intracomunitaria) veremos que la información publicada al respecto mide dichas masas en kilómetros cuadrados. Al mismo tiempo, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (cuenta intercomunitaria) incluye una serie de indicadores adicionales a la extensión en kilómetros cuadrados. ¿Quiere decir esto que la Junta de Andalucía no cuenta con dichos datos? En absoluto, lo que quiere decir es que falta homogeneización en el reporte de la información.

Extrapolando este ejemplo a la contabilidad financiera, ¿se imaginan que cada empresa midiese el valor de sus activos (véase, edificios de oficinas) de forma diferente? Sería imposible comparar dichas empresas, ya que el valor no se basaría en los mismos parámetros.

La contabilidad puede ayudar a mejorar dicha gestión en España y Europa proveyendo un sistema de indicadores que permita la homogeneización y comparabilidad. Una información homogénea permitiría comparar políticas hídricas de diferentes regiones permitiendo el uso de prácticas de éxito en diferentes regiones con independencia de quién las gobierne.

Aunque la gestión del agua tiene una larga historia, mejorar la información disponible y la rendición de cuentas se hace fundamental para afrontar los efectos del cambio climático. La contabilidad representa una herramienta que puede ayudar a lograrlo.


Artículo de Enrique Mesa Pérez, Universidad Loyola Andalucía.

 

 

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