Antonio Orrego: "Ningún país evolucionado basa su gestión de residuos en el vertedero"
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Antonio Orrego Durán es uno de los grandes expertos en materia de residuos en nuestro país. Su dilatada experiencia en el sector, con puestos de responsabilidad en varias empresas, así lo acredita. Además, colabora con distintas entidades ambientales a las que aporta su conocimiento, participando activamente en iniciativas orientadas a mejorar la gestión de los residuos. Hasta hace poco tiempo ocupó también el cargo de vicepresidente de AEVERSU (Asociación Española de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos), a la que también está adscrita Sogama.
En una entrevista concedida recientemente a Radio Voz Galicia, Orrego efectuó un análisis de la evolución de la gestión de los residuos en España durante los últimos años, asegurando que “no se la puede calificar precisamente como buena”. A la crisis económica del 2008, se añadieron, tal y como señaló, otros factores más ligados al uso político del sector de los residuos y a los mensajes, muchas veces oportunistas, de determinados grupos ecologistas; una cóctel que, a su juicio, llevó a “caer en el inmovilismo” (mejor no hacer nada, ya que si hago algo me equivoco).
Lamentó que España siga incumpliendo la directiva europea de vertederos, toda vez que se vierten cada año entre 11 y 12 millones de toneladas de desechos, circunstancia que, de forma inexorable, repercute en un evidente incumplimiento de los objetivos de reciclaje (que no llegan al 40%). “Nuestro país tiene abiertos expedientes por vertederos incontrolados y alta siniestralidad en este tipo de instalaciones”, indicó.
Los datos hablan por sí solos: en 2010, España llevaba a vertedero el 58% de los residuos, reciclaba aproximadamente el 33% y sometía el 9% a valorización energética. En 2018, estas cifras variaron poco: el vertido bajó al 51%, el reciclaje se sitúa aproximadamente en el 36% y la valorización energética en el 13%.
Si atendemos a otros países, como es el caso de Reino Unido, la evolución ha sido bien distinta: mientras que en 2010 enviaba a vertedero el 49%, en 2018 bajó al 17%, subiendo del 39% al 50% en reciclaje y mediante el incremento de la valorización energética del 12% al 37%.
Salvo comunidades tales como Galicia, Cataluña, País Vasco o Cantabria, “en España apenas hemos evolucionado durante todo este tiempo”, enfatizó
Respecto a la recogida selectiva, Orrego manifestó que no tenemos una plena implantación de las fracciones necesarias para llegar a mejores resultados. “Es preciso disponer de medios y también de campañas formativas y de sensibilización que atinen y que lleguen a la conciencia de la población”. No obstante, es consciente de que la implantación de la recogida segregada no es fácil, ya que las directivas europeas entran a través del Ministerio competente, desde ahí se trasladan a las Comunidades Autónomas y luego a los ayuntamientos, que son los que verdaderamente se enfrentan a la realidad de los residuos.
Por otra parte, se refirió al coste de gestión de un vertedero, que es muy inferior al de otros sistemas, lo que se traduce en tarifas más bajas. “Allí donde prospera el vertedero, es difícil que se avance hacia una mejor gestión de los residuos y que la separación en origen sea buena”. Considera por ello que “tarifas superiores constituirían un incentivo para una mayor efectividad de las políticas de reducción”, concluyendo que “ningún país evolucionado basa su gestión de residuos en el vertedero”.
COVID-19: El envase como protagonista
Respecto a la evolución de los desechos durante el confinamiento obligado por el COVID-19, Antonio Orrego señaló que, más allá del drama sanitario y social que ha supuesto esta crisis, sí podría visualizarse como un período interesante desde el punto de vista estadístico.
Expuso que, a nivel general, en España se pudo constatar una mayor generación de residuos domiciliarios, similar a la propia de los domingos y festivos, cuando en realidad la previsión era una notable caída derivada del cese de actividad de la hostelería y gran parte del comercio.
Asimismo, resaltó que, durante los meses pasados, los envases han evidenciado sus virtudes y defectos. Por un lado, la compra compulsiva de productos envasados y embalados por motivos de asepsia, higiene y mayor confianza, y, por otro, el incremento de la aportación al contenedor amarillo.