Analizando la fiesta del gas renovable: se agudizan las fortalezas y debilidades del sector
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Octubre fue un mes especial para todo el sector del biogás. El sector se daba cita en el III Salón del Gas Renovable de Valladolid, la feria organizada por AVEBIOM y AEBIG, y simultáneamente el Congreso de la Bioenergía, una cita ineludible para todos nosotros. Las perspectivas para el biogás en España son excelentes, dinamizadas por un sector privado muy activo y con voluntad de hacer realidad numerosos proyectos. Ingenierías, constructores, inversores y grandes corporaciones del sector energético se han lanzado a una carrera de desarrollo y construcción de plantas de biometano. Ha empezado la fiesta del gas renovable.
Las perspectivas para el biogás en España son excelentes, dinamizadas por un sector privado muy activo y con voluntad de hacer realidad numerosos proyectos.
El nacimiento de la industria a gran escala del biometano en España ha sido poco convencional, y distinto en origen a los países con mayor implantación de este tipo de proyectos. A diferencia de ellos, no se ha basado en ningún sistema de incentivos o ayudas a nivel nacional. Tampoco en un cambio o mejora radical de la eficiencia de la tecnología o en un incremento notable de las exigencias medioambientales en el sector agroambiental. Ninguno de estos factores explica la gran proliferación de proyectos de biogás.
Tenemos que mirar afuera para explicar este proceso. Europa es la clave en dos frentes:
- Necesidad de diversificación de las fuentes de energía: la crisis energética que enfrenta el continente derivado de una excesiva dependencia de terceros para su suministro de energía ha sido clave. La guerra de Ucrania ha sacado a la luz la dura realidad de Europa de depender de los suministros energéticos rusos. La invasión rusa ha acelerado la transición hacia fuentes de energía limpias y no dependientes, lo que sitúa al biometano como una de las grandes alternativas para garantizar el suministro al resto de países de la zona euro.
- Necesidad de descarbonización, especialmente en el sector industrial, donde la electrificación no siempre es posible o recomendable. El biometano tiene una huella de carbono única (incluso negativa, por efecto de captura del CH4 generado por los residuos agrarios como los purines) que le permite convertirse en una herramienta de primera necesidad para la descarbonización de la industria y del sector agropecuario.
De estos dos aspectos nace la estrategia REPowerEU para crear una Europa energéticamente independiente antes de 2030 y la neutralidad en carbono en 2050. El plan reduce la dependencia del bloque de las importaciones de gas natural ruso y, al mismo tiempo, implementa medidas para mejorar la eficiencia energética, expandir el uso de energía renovable y asegurar proveedores de gas no rusos.
REPowerEU ha generado unos objetivos ambiciosos en los distintos miembros de la UE de penetración de biometano en su sistema gasista, cuotas importantes de biocombustibles avanzados y un mercado dinámico de venta de biometano.
Todo esto ha generado unos objetivos ambiciosos en los distintos miembros de la UE de penetración de biometano en su sistema gasista, cuotas importantes de biocombustibles avanzados (entre los cuales se encuentran las variantes líquidas y comprimidas del biometano, el bioGNL y el bioGNC) y un mercado dinámico de venta de biometano. Este es el sustento del que se nutren los nuevos proyectos de biometano que se desarrollan en toda España, en ocasiones proyectos latentes que han sido “resucitados”, tras muchos años parados tras la perniciosa “moratoria” a las renovables de 2012, pero en la gran mayoría de casos proyectos de nuevo cuño.
Esta situación debería de permitirnos disfrutar de una tranquilidad para abordar los desarrollos que puede ser engañosa. Existen no pocas amenazas que deben ser abordadas con serenidad por todos los agentes implicados: desarrolladoras, sector agrario, la administración y el sector energético en su conjunto.
El marco legislativo va definiéndose a una velocidad excesivamente lenta, como resultado de una falta de visión por parte de la administración por los proyectos de biogás. A su vez, los mecanismos de apoyo son insuficientes para realizar proyectos a pequeña y mediana escala, modelo que desde AEBIG siempre hemos defendido, proyectos que se nutran en su mayor parte de residuos de proximidad y que optimicen los beneficios medioambientales y el impacto sobre el desarrollo rural. España ha desarrollado tarde, y con eficacia por comprobar, un sistema de garantías de origen, no existe todavía un mercado nacional de biometano, y tampoco se ha aprobado ningún sistema de feed-in-tariffs o feed-in-premiums que premie los proyectos de pequeño y mediano tamaño (modelo francés) o la obligación de “blending” (modelo neerlandés), e incluso la aprobación de ciertas ayudas a la inversión puede ser contraproducente al limitar las posibilidades de venta del biometano, o su precio objetivo, afectadas negativamente por incompatibilidades con ciertos tipos de certificados. Los incentivos en España palidecen cuando se comparan, por ejemplo, a la dotación que el Gobierno de Italia ha prestado al sector del biometano, que supera los 4,5 billones de euros.
Los incentivos en España palidecen cuando se comparan, por ejemplo, a la dotación que el Gobierno de Italia ha prestado al sector del biometano, que supera los 4,5 billones de euros.
Todo esto provoca que los proyectos de biometano sean de muy gran tamaño, y esto puede también generar una contestación social creciente. No son pocos los proyectos de biometano que se encuentran en la diana de ataques de grupos ecologistas e incluso entidades políticas, que critican una excesiva movilización de residuos o posibles problemas de olores y otras molestias. El sector se ve lastrado por ejemplos de plantas que en el pasado no han hecho las cosas adecuadamente, y también, todo sea dicho, por una corriente “antidesarrollista” que mira con gran desconfianza cualquier iniciativa nueva, especialmente fuerte en los entornos rurales.
Ante esta situación, solo hay dos soluciones: la primera es la comunicación. Los agentes implicados en el desarrollo de este tipo de proyectos deben transmitir correctamente los valores ambientales y de creación de empleo y riqueza rural que las plantas de biogás pueden aportar. Las administraciones también son clave para impulsar estos proyectos, y vigilar que las iniciativas tengan un sentido ambiental y una cierta proporcionalidad: la especulación en este sector no beneficia a nadie, y ellos deben tener un papel en su minimización. Por otro, llegó la hora de demostrar. Es la solución definitiva. La buena operación de las plantas debe demostrar su sentido energético, medioambiental, agrario y también económico. Los agentes del sector debemos colaborar para que los proyectos sean grandes éxitos que permitan consolidar la industria en España.
Los proyectos de biogás serán una de las grandes herramientas fundamentales en el desarrollo de España. Desde la captura de metano (uno de los principales gases de efecto invernadero), a las soluciones para el tratamiento de purines y estiércoles, cuya mala gestión puede derivar en la nitrificación de nuestros escasos acuíferos; o la producción de fertilizantes orgánicos (recordemos que la materia orgánica es fundamental para ayudar al suelo a retener agua), que permitan reducir la dependencia y aplicación de fertilizantes químicos. A su vez, estos proyectos interaccionan perfectamente bien con la potente industria agroalimentaria española, y son muy sinérgicos con la gestión de los residuos y subproductos de la industria cárnica, el aceite, el vino o las conservas.
La buena operación de las plantas debe demostrar su sentido energético, medioambiental, agrario y también económico. Los agentes del sector debemos colaborar para que los proyectos sean grandes éxitos que permitan consolidar la industria en España.
Desde AEBIG llevamos años defendiendo el biogás agroindustrial, y nos congratulamos de ver la fuerza que ha alcanzado el sector. Seguiremos apostando por un biogás a imagen y semejanza de otros países europeos desarrollados, donde muchas plantas de pequeño y mediano tamaño generan una tupida red de proyectos de producción de energía renovable, se gestionan residuos locales, se producen biofertilizantes y se minimizan las emisiones de la ganadería y la agricultura. Todo ello bajo un marco incentivador para este tipo de proyectos, estable y seguro.
Miremos con optimismo un futuro que ya ha llegado.