Biofactorías, el poder del cambio de paradigma
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La expresión ‘cambio de paradigma’ fue introducida en 1962 por el físico estadounidense y experto en filosofía de la ciencia Thomas Kuhn, quien en su influyente libro ‘La estructura de las revoluciones científicas’ demostró que cada avance, cada paso adelante de la humanidad en materia científica, requiere primero una ruptura con la tradición, con las viejas maneras de pensar y con los anteriores modelos de conocimiento. El poder del cambio de paradigma, una vez superada la crisis de crecimiento que suele conllevar, es exponencial porque supone engrandar nuestra mirada y nuestra comprensión sobre el funcionamiento del mundo y de nosotros mismos, abriendo caminos de infinitas posibilidades. Es lo que hicieron en el pasado visionarios como Copérnico, Newton o Einstein.
La economía circular es, sin duda, la nueva revolución que debe permitirnos hacer frente al gran desafío de nuestra época: el cambio climático. El modelo de crecimiento lineal, que devora los recursos naturales sin reponerlos, está agotado. Estamos obligados a apostar por un patrón que transforme los residuos en nuevos recursos.
La reutilización del agua, el elemento que nos distingue como planeta y que es sinónimo de vida, constituye uno de los principales retos para lograr un mundo más sostenible. Es aquí donde aparece un nuevo paradigma en la depuración del agua: las biofactorías, que sustituyen el modelo de las depuradoras tradicionales. Se trata de un nuevo concepto de unidades energéticamente autosuficientes que, en vez de consumir recursos, dan una segunda vida al agua y a otros elementos clave para el funcionamiento de nuestro ecosistema.
Generadoras de biocombustibles
Gracias a la implantación de las últimas tecnologías, las biofactorías consiguen reutilizar el agua regenerada para usos agrícolas, urbanos, industriales y ambientales. También producen energía renovable, pudiendo ser autosuficientes e incluso generar excedente. Asimismo, le dan valor a todos los residuos para su uso agrícola o energético. Toda esta actuación, que va en la línea de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no es posible sin una estrecha colaboración con las administraciones locales y con otros grupos de interés.
Las biofactorías, además de cumplir con su misión de reciclar las aguas residuales, son generadoras de biocombustibles y energía térmica, valorizan el 100% de los residuos (arenas, fangos y grasas para la agricultura) y, en vez de consumir energía, son productoras de energía eléctrica renovable. Es decir, ejemplifican un círculo virtuoso que permite dar un gran salto adelante para lograr la sostenibilidad de todos los procesos humanos.
Chile, país pionero
El poder transformador de las biofactorías ha quedado demostrado en Chile, donde Aguas Andinas (parte del grupo SUEZ) lleva a cabo una experiencia pionera en el mundo con resultados muy satisfactorios. Aguas Andinas se propuso como meta alcanzar la emisión cero mediante la transformación de sus plantas de tratamiento en biofactorías, las primeras en el mundo. Estas modernas fábricas reutilizan el 100% de los residuos y los transforman en energía que es inyectada en sus procesos de producción. Junto con el hecho de descontaminar las aguas residuales y convertirlas en aguas limpias, las plantas de tratamiento reconvierten parte de sus lodos en biogás y biosólidos.
Esto supone ir un paso más allá en el ciclo integral del agua. Las plantas tratan las aguas residuales y producen biogás como fuente de electricidad o gas natural, agua limpia y biosólidos. Para el sector industrial, la biofactoría se erige como una nueva alternativa para la gestión de residuos, los que finalmente, bajo el nuevo concepto, dejan de ser considerados como un excedente inservible, ya que dicho material puede ser valorado nuevamente como recurso, aplicando de esta manera el concepto de economía circular y avanzando en la política de residuo cero.
En la capital chilena, la Biofactoría del Gran Santiago está compuesta por las plantas de La Farfana, Mapocho-Trebal y el Rutal. La Planta Mapocho es un 86% autosuficiente energéticamente y se espera que, a principios de 2019, en base a la producción de biogás dentro de la misma biofactoría, se llegue a un 100% de producción de energía eléctrica requerida para su funcionamiento.
Este cambio de paradigma no es solo un gran ejemplo de economía circular, sino que también significa configurar nuevos conceptos. Pasar de una planta depuradora convencional a una biofactoría ha fortalecido a Aguas Andinas y le ha permitido convertirse en un referente en el sector en Latinoamérica y en todo el mundo.
La experiencia de Granada
En España, la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada, S.A. (Emasagra) – participada por el Ayuntamiento y el Grupo Agbar- lleva a cabo un ambicioso proceso que aúna tratamiento de aguas residuales y autosuficiencia energética en el municipio y su área metropolitana. El nuevo modelo de gestión impulsado por la compañía ha permitido transformar la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) Sur de Granada en la Biofactoría Sur y la EDAR Oeste en la Biofactoría Vados. Emasagra espera alcanzar la autosuficiencia energética este mismo año.
El esquema de funcionamiento es el mismo. A partir de la limpieza del agua, conocida como línea de agua, surge una línea de lodos y una línea de gas. Emasagra apuesta por una gestión sostenible de los residuos, valorizando estos productos de desecho mediante la estabilización de los lodos para la producción de abono aplicable en la agricultura, y consiguiendo un ahorro energético en la propia depuradora mediante la cogeneración de energía eléctrica a partir del biogás producido.
Esta gestión sostenible ha sido distinguida recientemente por Forética, una asociación que engloba a empresas y profesionales de la responsabilidad social líder en España y Latinoamérica. Pero las actuaciones van más allá y los datos son muy positivos. Actualmente, el 100% del agua depurada por Emasagra se reutiliza para el riego, y alrededor de 25.800 toneladas anuales de fangos se utilizan como abonos o en aplicaciones experimentales punteras, tales como la siembra en taludes de carretera.
La apuesta de Aigües de Barcelona
Aigües de Barcelona, compañía puntera del Grupo Agbar y caracterizada por su apuesta por la sostenibilidad, planea convertir la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de El Prat de Llobregat (Barcelona) en una biofactoría, lo que sucederá a lo largo de 2019, una vez le sean concedidos todos los permisos administrativos.
El ecólogo y presidente de la Comisión de Sostenibilidad de la compañía, Ramon Folch, ha explicado que el objetivo es que la planta se rija completamente por los principios de la economía circular y que cubra el 100% de sus necesidades energéticas con recursos propios a base de biogás, procedente de barros, y energía solar a través de placas solares con un balance cero de dependencia energética y de emisiones de CO2. Un cambio de paradigma para conseguir una gestión más sostenible del agua, el reaprovechamiento de todos los residuos y el equilibrio energético.
La reutilización del agua en el ámbito agrícola es también una opción estratégica, pues el agua regenerada puede emplearse con seguridad en el riego de cultivos o incluso en acuicultura. Además del uso industrial, urbano y agrícola, la legislación vigente en España permite también reutilizar agua con fines recreativos (para riego de campos de golf; en fuentes y sistemas ornamentales) y ambientales (recarga de acuíferos, riego de bosques, humedales, mantenimiento de ríos, entre otros). California, Singapur, Israel y Australia son pioneras en el uso del agua regenerada. En España también existen ejemplos muy avanzados de reutilización en Canarias, Murcia, Madrid y en localidades como Tarragona. Es fundamental dar a conocer los detalles de estas experiencias de éxito para concienciar a usuarios finales, a los organismos competentes y a los gestores de la necesidad de implementar esquemas de reutilización.
La necesaria implantación de la economía circular se consigue con iniciativas como la reciente puesta en marcha por parte de la Cámara de Comercio de España de la Comisión de Economía Circular, con el objetivo de identificar y proponer medidas que contribuyan a alcanzar un crecimiento económico más equilibrado y sostenible. La Comisión está presidida por Suez Spain, y en ella están representados tanto actores públicos como privados. Lograr un auténtico sistema basado en la economía circular pasa por transformar el conocimiento y la innovación a nuestro alcance en soluciones que consigan ese objetivo o cambio de paradigma.