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El área metropolitana asociada a la ciudad de A Coruña tiene una población de 400.000 habitantes, lo que supone casi el 15% de la población gallega y constituye la segunda área de Galicia más relevante. Para dar uno de los servicios de máxima importancia en términos —no solo de necesidad, sino también de calidad y proyección—, como es el abastecimiento de agua, este territorio se abastece de la cuenca del río Mero, cuya superficie de 300 km² supone menos del 1% de la de Galicia.
En sus orígenes, a principios del s. XX y cuando la ciudad estaba creciendo, este servicio se prestaba a partir de la planta ubicada en Cañás (Carral), a 20 km de A Coruña. Posteriormente desde A Telva (Cambre), a partir de mediados del s. XX y ya con la ciudad y su área metropolitana en plena expansión.
En el año 1963, sin embargo, el entonces gerente de Aguas de La Coruña, D. Ricardo Fernández Cuevas, elaboró un informe que ponía de manifiesto las dudas sobre el futuro abastecimiento de la ciudad vinculado a los caudales del río Mero y, en concreto, a los estiajes de este. En esos años los consumos previstos en el ámbito industrial, vinculados a la implantación de la Refinería y la fábrica de abonos Fertiberia, así como el previsible incremento de las demandas residenciales, auspiciaban un déficit que para Fernández Cuevas solo sería posible cubrir mediante la construcción de alguna instalación reguladora, o sea, un embalse.
En ese momento se barajaron dos opciones:
- En la confluencia de los ríos Brexa y Mero, donde el inconveniente eran las abundantes edificaciones existentes, así como el apeadero de Galiñeiros.
- En la confluencia del río Barcés con el Mero, lo que permitiría una mayor capacidad y una cota más alta que salvaría la vía del tren.
El germen de la presa data de 1963, año en el que el entonces gerente de Aguas de La Coruña, Ricardo Fernández Cuevas, elaboró un informe en el que alertaba sobre el futuro abastecimiento de agua a la ciudad por el crecimiento industrial y el incremento de población.
Además, el gerente planteaba, en un escenario de creciente demanda de agua, algunas soluciones que en su día se consideraban exploratorias pero que hoy nos parecen muy obvias, como la reducción del consumo de las grandes industrias mediante el planteamiento de soluciones alternativas. Entre estas se mencionaban:
- Recuperación y reutilización del agua de los procesos productivos.
- Desalación de agua de mar.
- Depuración de aguas residuales.
De forma anecdótica hay que decir que las tres han sido implementadas con éxito desde principios de este siglo a partir del inicio de la gestión de la demanda, lo que ha significado un importante recorte del agua necesaria y ha permitido que las infraestructuras diseñadas en este contexto continúen siendo suficientes en nuestros días a pesar del gran desarrollo alcanzado por la ciudad y su área metropolitana.
Como consecuencia del informe de Ricardo Fernández Cuevas, en el año 1965, el ayuntamiento de A Coruña encargó al más prestigioso ingeniero de su época, Luciano Yordi Carricarte, la redacción del proyecto de Ampliación del abastecimiento de agua para Coruña, redactado en tiempo récord debido a la alarma que el citado informe y las restricciones de agua a la ciudad en verano habían causado.
La puesta en servicio de la presa de Cecebre significó el fin de las restricciones en periodo de estiaje, lo que había sido fuente de conflicto en los cinco años previos a su construcción, con periodos diarios de suspensión del suministro en A Coruña en el verano.
El proyecto comprendía la construcción de una presa sobre el río Mero en su confluencia con el Barcés, como había propuesto el gerente de Aguas de La Coruña S.A. en su informe previo, así como una nueva ETAP en A Telva (Cambre) para un caudal de 800 l/seg. que complementaría los 525 l/seg. de la planta existente. El diseño de esta instalación preveía que A Coruña alcanzaría los 400.000 habitantes en un periodo de 10 años, cosa que obviamente no ocurrió.
La parte más importante del proyecto, en términos de efecto social y económico, era la presa de Cecebre. El proyectista la diseño de gravedad, en línea con las que ya había proyectado para los río Mao y Tambre. También había proyectado presas de este mismo perfil para Fenosa en el río Miño como las de Belesar, Peares, Velle, Castrelos y Frieira. En 1960 diseñó y construyó el primer arco bóveda en el río Eume, lo que le valió a Luciano Yordi Carricarte la encomienda al Mérito Civil por ser la primera de esta tipología construida en España.
En ese momento no había en Galicia un precedente de presa de la magnitud de esta para abastecimiento. Los antecedentes eran únicamente pequeños azudes o las presas de Castadón y Cachamuíña, en Ourense, mucho más pequeñas en superficie, capacidad y cota que la de Cecebre.
La presa de Cecebre es de muro de gravedad, con perfil triangular, con una altura de coronación de 23 m. Genera un embalsamiento que cubre una superficie de 363 hectáreas, con un volumen máximo de 21,6 Hm³.
Un aspecto clave de su desarrollo era cómo se iba a financiar esta infraestructura con independencia del resto de los elementos del proyecto de ampliación. Para ello se presentó como desglosado del proyecto a la dirección general de Obras Hidráulicas, con un presupuesto de 34,6 millones de pesetas. A partir de ahí se inició un largo camino que terminó casi 10 años después, en 1974, con el inicio de la construcción de la presa. Como anécdota hay que comentar que parte del retraso se debió a la perdida de los ejemplares de este, lo que obligó al autor a justificarse en un artículo publicado en La Voz de Galicia en febrero de 1974.
Para el desarrollo de estos trabajos se redactó en el año 1972 un proyecto de replanteo previo del mismo con la base de los planos de Luciano Yordi pero firmado por Jose Antonio Orejón e impulsado por el entonces alcalde de la ciudad Jaime Hervada y Fernández España, que posteriormente fue desarrollado por su sucesor en el cargo, José Manuel Liaño Flores. El presupuesto final de los trabajos, con la actualización de los precios, implicaba un importe de 58,12 millones de pesetas, a los que había que añadir los 83 millones de pesetas del coste de los terrenos expropiados, así como 3,5 millones más por la dirección y vigilancia de ejecución. Las obras fueron subastadas por la dirección general de Obras Hidráulicas y adjudicadas a la empresa Construcciones e Ingeniería, S.A. con una baja del 3%. La adjudicación coincidió con la del concurso para la construcción de la nueva ETAP de A Telva, que hacía frente a la nueva concesión, la cuarta en la línea temporal. Ambas obras formaron parte del llamado Plan de Infraestructuras Sanitarias del Litoral Gallego.
La construcción de la presa dio lugar al servicio (abastecimiento de agua) con el mayor factor de integración y economía de escala de A Coruña y su entorno. Supone un modelo y un beneficio para los ciudadanos, que disponen de agua de calidad y con seguridad sanitaria a un precio razonable.
Las obras empezaron en junio de 1974, con plazo de ejecución hasta junio de 1976, pero sufrieron un pequeño retraso debido al desalojo de algunas de las viviendas afectadas. Su construcción supuso la inundación de terrenos agrícolas en las parroquias de Bribes y Cecebre (Cambre), Orto, Crendes y Mabegondo (Abegondo), San Vicente de Vigo (Carral) y San Esteban de Piadela (Betanzos). Las únicas industrias afectadas fueron tres tejeras, dos canteras de grava, un secadero de algas y cuatro molinos. Además se afectaron en diferentes núcleos rurales hasta un total de 24 construcciones.
La construcción de la presa y su embalse, así como la nueva ETAP de A Telva que cubría los caudales de la cuarta concesión (actualmente planta 2) implicó, por un lado, un aumento de la capacidad y seguridad en el agua tratada para el crecimiento de la ciudad, pero también y de forma eficiente para su área metropolitana. Su puesta en servicio significó el fin de las restricciones en periodo de estiaje, lo cual había sido fuente de conflicto en los últimos 5 años antes de su construcción, con periodos diarios de suspensión del suministro en la ciudad en los veranos. Estas cuestiones no solo desaparecieron con el embalse sino que su seguridad supuso el despegue definitivo del abastecimiento en los ayuntamientos del área metropolitana, algunos de los cuales tienen niveles de demanda muy altos debido al modelo urbanístico (Oleiros) o la actividad industrial (Arteixo), pero en cualquier caso su desarrollo ha estado siempre garantizado por la capacidad de Cecebre y por la de la propia Emalcsa, que fue capaz de incrementar sus producciones de manera acorde con las necesidades.
Se trata del mejor ejemplo de vertebración metropolitana de servicios en el área, ya que, salvo la cuestión de las aguas residuales (también vinculado a Emalcsa a través de la constitución de la Edar Bens S.A.), es el servicio con el mayor factor de integración y economía de escala del entorno, lo que supone un modelo y un beneficio para los habitantes al disponer de agua de calidad a un precio razonable y con seguridad y sanidad.
Desde esos años, y con la constitución de la empresa municipal desde 1977, el desarrollo funcional y empresarial de Emalcsa ha sido meritorio, tanto en la atención de las demandas como en su cumplimiento a través de la construcción de una importante red de infraestructuras de distribución en la ciudad que permitieron su expansión en los años 80 con unos niveles de servicio muy altos y valorados por la ciudadanía, tal y como año tras año se desprende de los estudios de opinión que realizamos.
El embalse de Cecebre tiene un gran valor medioambiental. Su agua es de excelente calidad y su riqueza ecológica le ha valido para ser parte de la Red Natura 2000, Lugar de Importancia Comunitaria desde 2004, Zona de Especial Conservación desde 2014 y enclave fundamental en la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo.
La presa de Cecebre supuso en su día un importante esfuerzo inversor, porque si bien la construcción, unos 100 millones de pesetas, fue financiada en un 50% con las ayudas del estado, la expropiación de los terrenos se hizo desde el ayuntamiento y fue repercutida completamente como canon en el recibo del agua hasta el año 1999. Desde la municipalización también se adquirió conciencia de la necesidad, expresada desde principios de la década de los 60 del siglo pasado, de unas tarifas acordes con los costes del servicio, consiguiéndose el equilibrio en esos años y, a partir de ahí, consiguiendo una salud financiera que dura hasta nuestros días a pesar de que las tarifas en A Coruña están por debajo de la media nacional.
La capacidad de Cecebre en cuanto a la regulación de caudales, junto a las políticas de gestión de la demanda, ya esbozadas pero inexistentes en la época del informe de Ricardo Fernández Cuevas (a principios de los años 60 del s.XX), han permitido que A Coruña haya alcanzado un gran nivel de desarrollo sin la necesidad de realizar las ampliaciones que se presumían en la época de su ejecución. Las previsiones de crecimiento a finales de los años 60 establecían la necesidad de una ampliación de la capacidad del embalse para atender a las demandas futuras, sin embargo eso no ha sido necesario dado que instalaciones como la Refinería han reducido su consumo un 80% gracias a la reutilización de aguas, o la fábrica de cervezas de Estrella Galicia, que gracias a la mejora de sus procesos de producción pasaron de utilizar 8 litros de agua por litro de cerveza a principios de este siglo a menos de 3 litros en la nueva fábrica de Morás.
El consumo doméstico, gracias a la concienciación ciudadana y las tecnologías vinculadas al ahorro como los electrodomésticos más eficientes o los sistemas de aireación en los grifos, han permitido un descenso del 25% del consumo en los últimos 25 años. También, y no menos importante, han sido las inversiones en infraestructuras que han permitido que el nivel de agua no registrada sea menor del 10%. Todos estos factores permiten que el embalse de Cecebre siga siendo una garantía de suministro en términos cuantitativos a pesar de los años pasados y el incremento evidente del nivel de vida y demanda de la sociedad.
La construcción de la presa también tuvo consecuencias derivadas del régimen de explotación. A principios de los años 80 se produjeron episodios recurrentes de sequía que no afectaron al nivel de servicio en A Coruña como sí sucedió en otras zonas de Galicia. Sin embargo, en el año 1988-89, una sequía extrema supuso replantear los criterios de explotación, dado que en los años anteriores se había utilizado la presa como mecanismo de prevención de avenidas, lo que llevó a unas disponibilidades mínimas en este fenómeno de estiaje extremo. En ese momento se pone en valor que el objeto del embalse es el abastecimiento de agua a A Coruña y su zona de influencia y que no puede estar condicionada por las necesidades de limitar el peligro de inundación aguas abajo (en los años posteriores a su construcción se realizaron rellenos y construcciones en zona de cauce que posteriormente limitaron la capacidad hidráulica del mismo, condicionando los niveles de llenado del embalse y comprometiendo su funcionalidad para el abastecimiento).
Otro aspecto para destacar del embalse es su valor medioambiental. El agua de la cuenca del río Mero es de excelente calidad y, si bien la infraestructura supuso en origen un deterioro del medio, la calidad del agua almacenada no se ve perjudicada y con el tiempo la lámina de agua constituida ha devenido en un entorno de alto valor natural hasta el extremo de ser considerado LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) en 2004, dentro de la Red Natura 2000, y también su declaración ZEC (Zona de Especial Conservación, vinculada al catálogo de hábitats comunitario) desde el año 2014. También hay que destacar su importancia como elemento nuclear en la declaración en 2013 de la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo. Estos aspectos de calidad ambiental son también la clave de la calidad del agua que sirve de base para el abastecimiento a la población.
El compromiso de mantenimiento y protección del medio es la mejor herramienta para garantizar un abastecimiento de calidad y seguridad sanitaria, y en eso desde Emalcsa estamos plenamente comprometidos. Prueba de ello es nuestra participación en varios proyectos vinculados a la conservación de los ecosistemas y con un programa de seguimiento de calidad a través de la Cátedra Emalcsa-UDC con el sistema de captación de datos de alta frecuencia instalado en diferentes puntos de la cuenca.