- 13602 lecturas
- 13602 lecturas
El fin de la era de los combustibles fósiles ha llegado a un punto de inflexión histórico. Todos los países del mundo han acordado trabajar en iniciar una transición justa y saludable para dejar atrás su uso. No es el face out vinculante, ni la eliminación total reclamada por muchos países, y está lejos de ser el acuerdo para contener la temperatura global por debajo de 1,5 grados como se marcó en el acuerdo de París, pero es un cambio de paradigma que impulsa nuevas estrategias para el sector público, privado, instituciones financieras y la sociedad en su conjunto.
La COP28 celebrada en Dubai será recordada por ser la primera en la que se habla de los combustibles fósiles y en la que se marca el inicio del fin de aquellos a través de una eliminación justa, equitativa y ordenada. El acuerdo multilateral, señala el fin de su participación en los sistemas energéticos, manteniendo como objetivo la neutralidad climática en el año 2050.
El acuerdo para lograr el fin de los combustibles fósiles es una señal económica y política muy relevante que sigue penalizando a la industria de los combustibles fósiles. Estos activos contaminantes, tóxicos, pasan a un segundo plano de forma definitiva facilitando el camino hacia activos renovables. Así, se redefinen las líneas estratégicas de la economía integrando globalmente la lucha contra el cambio climático. La Unión Europea, con su postura determinante y su alianza con los países en desarrollo, ha impactado en el cambio de los marcos de conversación hacia la determinación de establecer acciones concretas para el abandono progresivo del petróleo, gas y carbón, principales causantes del cambio climático.
Triplicar la producción de energía a través de renovables para el 2030
Los combustibles de transición energética seguirán teniendo un papel fundamental en la facilitación del cambio del modelo energético que dará paso al cumplimiento de lo que pueden ser los grandes objetivos de la cumbre: triplicar la producción de energía a través de energías renovables para el 2030 y duplicar la eficiencia energética para ese mismo año. Estos objetivos son una oportunidad para los entes públicos, sector privado, entidades de financiación y sociedad en general para crear sinergias, colaborar y proponer soluciones climáticas que creen un impacto directo y rápido en la reducción de las emisiones a nivel global, y que apuntalen la transición energética y la electrificación de la economía.
Ajuste de financiación y tasas a combustibles fósiles
No obstante, aún faltan piezas en el puzzle: no se concreta la financiación de los países en desarrollo para la implementación de la transición energética; no se especifica suficientemente la reforma del mercado financiero con aplicación directa de tasas a los combustibles fósiles; y falta definición en el acuerdo que surge de la estrategia comunicativa de las empresas petroleras para justificar sus expansiones, no es vinculante, ni existen mecanismos de sanción. Sin embargo, los acuerdos adoptados en Dubai son una fuente de nuevas oportunidades para poner en marcha nuevas estrategias e iniciativas que impulsen el crecimiento y las inversiones en proyectos de alto impacto ambiental y social. Las soluciones para la lucha contra el cambio climático serán los drivers del cambio económico que incrementará el flujo de fondos hacia esos proyectos renovables. Entre otras, la fotovoltaica, la hibridación tecnológica solar y eólica, el almacenamiento energético y los gases verdes - como el biometano y el hidrógeno- constituyen factores diferenciales para avanzar en la aceleración de la transición energética global.
La implementación de los acuerdos debe de ser el ángulo sobre el que trabajar durante los próximos años. Las próximas COP29 (Azerbaiyán) y COP30 (Brasil), serán clave para el establecimiento de objetivos de financiación climática que escale la urgencia del desafío climático que lleguen a poner en funcionamiento el acuerdo de París alineando las estrategias al límite de temperatura marcado de 1,5ºC y los objetivos climáticos acordados. Aún son muchos los retos que tenemos por delante para alcanzar los objetivos de neutralidad climática en 2050 pero el cambio de paradigma de esta última cumbre marca el camino a seguir: reducción de combustibles fósiles e incremento de energías renovables.