Yvo de Boer: «Hay que poner precio a la contaminación»
- 1660 lecturas
Yvo de Boer (Viena, 1954) es asesor y consultor en política medioambiental internacional. También es el antiguo Secretario Ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UCC). Esta semana estuvo en la UPV/EHU, como ponente de la jornada ‘Día del Cambio Climático’, organizada por la Facultad de Ciencia y Tecnología. Protagonista de una larga y exhaustiva pelea por el futuro del planeta, atisba señales positivas en la Cumbre del Clima que se está celebrando en Glasgow.
Su conferencia ‘Los múltiples retos para abordar el cambio climático global: no hay una única verdad, solución o percepción’ fue el plato fuerte de la jornada. ¿De qué habló?
Del hecho de que aunque el cambio climático es reconocido casi universalmente como un reto clave, a menudo los intereses económicos pesan mucho y frenan a los gobiernos a la hora de actuar. Tenemos que reconocer los imperativos de crecimiento económico de las naciones en desarrollo y apoyarlas con financiación y tecnología para hacer una transición hacia el crecimiento verde. Recordemos que no hay una sola nación en la tierra que haya alcanzado la prosperidad sin pasar por un proceso de industrialización y contaminación asociada.
¿Podría darnos una «receta» para hacer frente al cambio climático?
Poner un precio adecuado a la contaminación e invertir en la tecnología que nos permita alcanzar un futuro energético limpio, sin poner en peligro la erradicación de la pobreza.
¿Considera que el cambio climático es una amenaza global grave y acelerada?
«No se ha prestado atención a la inversión en las tecnologías que ofrecen una solución real al cambio climático»
Sí. Las actuales promesas de reducción de emisiones por parte de los gobiernos no son suficientes para evitar un cambio climático peligroso y nos estamos acercando rápidamente a graves puntos de inflexión, como el descongelamiento de las zonas árticas, que puede provocar la liberación de grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero muy potente.
Desde 2006 hasta 2010, usted desempeñó un papel clave en las negociaciones sobre la protección del clima mundial como antiguo secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. ¿Cómo valora la experiencia?
Una lucha exhaustiva y cuesta arriba. Llevamos casi 30 años de negociaciones internacionales y, a pesar de ello, las emisiones de gases de efecto invernadero son más altas que nunca. No se ha prestado suficiente atención a la inversión en las tecnologías que ofrecen una solución real. Si no se respetan las prioridades de las economías emergentes, no solucionaremos este problema mediante la negociación.
La ciudad escocesa de Glasgow acoge actualmente la llamada COP26. ¿Qué podemos esperar de ella?
«En la actualidad, el objetivo de 1,5 grados ya no está al alcance»
Espero que la COP26 acuerde objetivos intermedios para 2030 y ofrezca la perspectiva de que realmente se cumpla la financiación prometida. En Glasgow ya se han hecho muchas promesas de acción importantes. Espero que los países cumplan lo que han prometido allí. Por encima de todo, necesitamos que los gobiernos se comprometan más y cumplan sus compromisos. Estos compromisos dejarán claro al sector privado que no hay futuro a largo plazo en una economía basada en el carbono.
Se dice que el objetivo principal es que todos los países tienen que reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para que el aumento de la temperatura media del planeta no supere los 1,5 grados. ¿Cree que es suficiente con comprometerse a reducir las emisiones?
En la actualidad, el objetivo de 1,5 grados no está al alcance. Las promesas actuales de los gobiernos nos llevarán a un aumento de la temperatura de más de 2 grados. Muchos de los compromisos adquiridos son para 2050. Eso está muy lejos. Más allá del mandato de cualquier líder político actual. Así que la tentación de postergar y evitar la acción urgente que necesitamos es enorme. Pero estamos viendo un cambio de humor en Glasgow y esto se refleja en una amplia gama de compromisos que se están haciendo en Glasgow. Especialmente importante es la promesa de las instituciones financieras de descarbonizar sus carteras de inversión.