Un relato colectivo del Mar Menor y el Campo de Cartagena: miramos al pasado para entender lo que vivimos hoy
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Por Violeta Cabello Villarejo, bc3 - Basque Centre for Climate Change y Paula Andrea Zuluaga Guerra, Vrije Universiteit Amsterdam
Hubo un tiempo en que las aguas del Mar Menor (Región de Murcia, España) eran tan cristalinas que el fondo se veía desde la orilla. A partir de dos metros de profundidad, donde el oleaje no bate el fondo, se vislumbraba la pradera marina de Cymodocea nodosa. Aquella raya azul, como la llamaban, marcaba la zona más profunda que los niños no debían sobrepasar.
En el campo predominaban los cultivos de secano, especialmente almendros, higueras, olivos, algarrobos y hasta algún albaricoque en las cañadas. Se observaban más arbustos y matorrales, había alzabaras y chumberas en los caminos y las aves, los erizos, las ranas y los sapos se encontraban frecuentemente.
Sabemos todo esto gracias a las historias de 30 personas que viven en los alrededores de la laguna (ahora eutrofizada) y el Campo de Cartagena, cuya voz no suele ser pública: pescadores, pequeños agricultores, trabajadores migrantes agrarios, técnicos agrarios, personas que se dedican al sector turístico, habitantes de la laguna y activistas implicadas en los colectivos en defensa de la laguna.
Las conversaciones con estas personas forman parte de un proceso de investigación-acción participativa que iniciamos hace algo más de un año y que durará hasta 2023. Gracias a ellas nos hemos asomado al pasado, a los últimos 50 años en los que tuvo lugar la gran transformación de esta comarca. Exploramos los principales cambios que se han dado en este territorio y cómo han afectado a las vidas de sus habitantes y a la relación con su entorno.
Una crisis ecológica y social
Las zonas costeras de todo el planeta están sufriendo un proceso lento de enriquecimiento de nutrientes. En España tenemos el ejemplo paradigmático del Mar Menor, que nos dejó tristes imágenes de peces agonizantes en 2019 y 2021. Gracias a este caso, hemos incorporado nuevas palabras como eutrofización y anoxia a nuestro vocabulario, y comprendido mejor que nuestras actividades productivas dejan huella y que a veces esta se materializa en crisis socioecológicas.
La crisis eutrófica del Mar Menor ha generado una ola de indignación social por todo el país y ha visibilizado los impactos derivados del modelo de producción agroalimentaria predominante en España.
El problema también ha dado pie a un proceso de polarización social y política creciente. Esto no es exclusivo del Mar Menor. Se ha comprobado que el conflicto ambiental es consustancial a este tipo de fenómenos de contaminación difusa, y que la ciencia desempeña un papel fundamental en su evolución. De hecho, parece que existe una correlación entre la implementación de acciones eficaces y la producción científica inter y transdisciplinar sobre la eutrofización.
En el Mar Menor, la ciencia ha hecho una intensa labor para caracterizar con mucho detalle los aspectos biofísicos de la eutrofización de la laguna.
No obstante, existe muy poco conocimiento social sobre las percepciones de las personas que viven en ese territorio que permitan comprender con mayor profundidad las raíces culturales, económicas y políticas de lo que está pasando. Este vacío, por suerte, empieza a ser rellenado, lo que es fundamental para plantear estrategias que transformen el conflicto en cooperación por el interés común de frenar el proceso de degradación del Mar Menor.
Reconstruyendo la historia del Mar Menor
Como mujeres investigadoras, hemos tratado de aplicar una ética feminista de los cuidados al aproximarnos a un problema socioecológico complejo en el que existe un gran sufrimiento por la pérdida del ecosistema lagunar, además de una gran tensión social.
En nuestro caso, esta ética pasa en primer lugar por tratar con respeto y humildad a cada parte del conflicto, intentando comprender su perspectiva sobre el deterioro lagunar. Pasa también por tener presentes las desigualdades de poder existentes y por tratar de dar voz a personas que hasta ahora han estado invisibilizadas. Por último, pasa por crear espacios de diálogo donde personas con diferentes perspectivas se sientan lo suficientemente seguras como para construir algo en colectivo sin necesidad de estar de acuerdo en todo.
A partir de las interacciones con los habitantes de la zona hemos construido un relato que teje distintas miradas sobre lo que ha pasado. En colaboración con las artistas Lorna Biermann y Raquel Meyers hemos dado vida gráfica y auditiva al relato escrito con el fin de llegar a más personas y contribuir así al debate público.
De aguas cristalinas a sopa verde
El relato comienza en los años 70, cuando el Mar Menor tenía aguas cristalinas llenas de vida cuyo disfrute está profundamente anclado en la memoria colectiva. El Campo de Cartagena era también muy distinto, con un paisaje dominado por la agricultura familiar de secano.
La llegada del trasvase Tajo-Segura y la consecuente conversión a regadío, así como la construcción del puerto Tomás Maestre y la urbanización de La Manga marcan el inicio de los grandes cambios. A partir de este momento el relato se constituye en una descripción detallada de los entornos y las experiencias de los entrevistados: desde primeros besos y calderos en las orillas de la laguna hasta juegos de niños en medio de las obras que dieron vida al trasvase.
La década de los 80 se describe como un tiempo de aprendizaje e innovación en el que los agricultores del Campo de Cartagena aprendieron a cultivar, regar y vender de nuevas formas, mientras que la pesca quedó marcada por la riada de 1987 que hundió el sector por casi una década.
A principios de los años 90 se relatan las primeras incertidumbres: una fuerte sequía en el campo y la multiplicación de medusas en la laguna. Ambos fenómenos alteraron las actividades productivas en tierra y agua, desembocando en la construcción de múltiples pozos para el riego y en el empleo de pescadores para la captura de medusas.
En los años 2000, la mano de obra de migrantes provenientes de Marruecos y Ecuador, principalmente, es ya muy importante para el modelo de producción agraria. Sin embargo, las condiciones laborales de estas personas se relatan como muy duras.
Hasta este punto la historia del Mar Menor y del Campo de Cartagena se desarrollan en paralelo, sin muchas coincidencias. Con la sopa verde de 2016 las historias convergen y la sociedad murciana empieza a escuchar a científicos que desde hace varios años venían denunciando la eutrofización de la laguna a causa de la agricultura intensiva. Desde ese momento, la movilización social en defensa de la laguna solo ha ido creciendo a medida que las crisis y sus impactos derivados se han ido agravando.
El relato colectivo del Mar Menor es el primer resultado de nuestra investigación y no pretende constituirse en una voz única que englobe todas las experiencias, conocimientos y sentires en torno a la laguna. Por el contrario, esperamos que constituya un punto de entrada para ampliar el diálogo y generar puentes entre los distintos actores sociales.
El relato puede leerse aquí, escucharse aquí, y verse en formato gráfico aquí.