La multiplicación de los bits y los drones
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Por José Pérez, consejero delegado de Recyclia
Hasta hace poco nuestro smartphone representaba la vanguardia tecnológica. Desde él nos comunicábamos y disponíamos, y seguimos haciéndolo, de un universo de aplicaciones para organizar nuestro día a día o amenizar nuestro tiempo libre. Pero, el smartphone se ha revelado, además, como el mando a distancia de un universo de nuevos dispositivos que nos rodean tanto en casa como en nuestros puestos de trabajo. Así, drones, gafas inteligentes, robots de limpieza o automóviles conectados, por mencionar algunos, se han ido acomodando a nuestro alrededor.
No cabe duda de que la sociedad conectada, aún con brechas que salvar entre ciertos colectivos, es ya una realidad. Sin embargo, su contribución innegable al desarrollo socioeconómico no debe hacernos perder de vista los inconvenientes que conlleva y, sobre todo, cómo resolverlos. Uno de ellos, y en el que aún no reparamos como debiéramos, es la proliferación de los que podemos bautizar como “nuevos residuos”. Me refiero, exactamente, a aquellos que, hasta hace poco, no se regían por ninguna normativa de gestión ambiental, bien por su escasez o bien por su evolución tecnológica. Lo ilustraré con dos ejemplos: las baterías de vehículos eléctricos y los consumibles de impresión.
En el primer caso, hablamos de un tipo de residuo aún escaso, dado que las ventas de vehículos eléctricos comenzaron a despuntar en nuestro país en 2013 y sus baterías tienen una vida media de entre 6 y 8 años. Sin embargo, el previsible aumento de la movilidad eléctrica que impondrán las políticas de restricción al tráfico establecidas en numerosas ciudades, ya ha conducido a Eucobat, la asociación que reúne a los sistemas colectivos de reciclaje de pilas y baterías más importantes de Europa, a identificar la gestión de estas baterías como uno de los mayores retos a los que se enfrenta nuestro sector.
Por su parte, los consumibles de impresión son un buen ejemplo de nuevo residuo electrónico como consecuencia de su propia evolución tecnológica. Es decir, desde el 15 de agosto de 2018, los consumibles de impresión “que contienen partes eléctricas y necesitan corriente eléctrica o campos electromagnéticos para funcionar” son considerados residuos electrónicos, al finalizar su vida útil.
Desde entonces, al igual que sucede con el resto, el productor e importador de cartuchos de tinta o tóner es el responsable de financiar la organización de la recogida y el reciclaje de los consumibles que comercializan cuando son desechados.
La evolución tecnológica trae así nuevos residuos; lo que no cambia es el hecho de que, si éstos son bien gestionados, tanto las baterías de vehículo eléctrico como los cartuchos de impresión son un recurso muy valioso al evitar el derroche de materias primas, algunas de ellas escasas.
En Recyclia hemos sido capaces de prever el futuro, tanto desde el punto de vista normativo como de mercado, y hoy ya contamos con sistemas maduros que garantizan que el 100% de estos nuevos residuos procedentes del canal bajo nuestro control son tratados conforme a las normativas europea y nacional. Me refiero al mismo sistema de responsabilidad colectiva que nos ha permitido gestionar más de 200.000 toneladas de residuos electrónicos, desde el inicio de nuestra actividad hace más de 15 años.
Así, desde 2013, contamos con una operativa específica para la recogida de baterías de vehículo eléctrico basada en las casi dos décadas de experiencia de la fundación Ecopilas, responsable del reciclaje de más de 26.000 toneladas de pilas en nuestro país. Dicha operativa ya garantiza el reaprovechamiento de hasta el 70% de los materiales contenidos en una de estas baterías, gracias a la actual tecnología de reciclaje.
En lo que se refiere a los consumibles de impresión, en agosto de 2018, pusimos en marcha Tragatóner y Tragatinta, dos soluciones eficaces y económicas que se benefician de los recursos y las sinergias de los 15 años de experiencia de la fundación Ecofimática en gestión de residuos de aparatos ofimáticos y de impresión. Respaldada por los fabricantes de equipos de impresión más importantes de nuestro país, nuestro objetivo es recoger unos 7,7 millones de estos residuos en el primer año y disponer de 42.000 puntos de recogida propios en 2020.
En definitiva, se trata de afrontar un futuro que ya está aquí, valiéndonos del conocimiento que brinda la experiencia y asumiendo los modelos que han demostrado su eficacia para la gestión de los nuevos residuos y de todos aquellos que vendrán.
Artículo publicado en el número 214 Especial Reciclaje 2019