Las migraciones climáticas, otro efecto del calentamiento global
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Por Cristina López Villanueva, Marc Pradel Miquel; Universitat de Barcelona
No es tarea fácil cuantificar las migraciones motivadas por cuestiones medioambientales derivadas de la crisis climática. La relación entre migración y cambio climático es compleja. Los condicionantes ambientales no actúan como únicos factores determinantes de la movilidad de las personas; se conjugan con procesos económicos, sociales o políticos.
Algunas iniciativas como la liderada por el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC) trabajan en la afinación de métodos, registro y monitoreo del desplazamiento interno por desastres climáticos.
El último informe del IDMC señala que cerca de 1 900 desastres provocaron unos 24,9 millones desplazamientos en 140 países en 2019. Esta es la cifra más alta registrada y triplica el número de desplazados por conflictos y violencia.
Según este trabajo, la mayor parte de los desplazamientos por desastres naturales registrados se produjo en las regiones de Asia Oriental y Pacífico y Sur de Asia como consecuencia de las lluvias, monzones, tifones, terremotos y los ciclones Fani y Bulbul, que afectaron especialmente a India y Bangladesh. África Subsahariana vio cómo se desplazaban 3,4 millones de personas por inundaciones generalizadas y por los ciclones Idai y Kenneth.
Migrantes, no refugiados
La expresión refugiado climático goza de cierto predicamento en los medios de comunicación para referirse a los desplazamientos de la población por causas vinculadas al clima. Sin embargo, el concepto es confuso puesto que la figura del refugiado climático no es recogida por el derecho internacional y ello dificulta su protección y cuantificación.
La convención de Ginebra de 1951 reconocía como refugiado a “una persona que se ve obligada a cruzar una frontera por temor a ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política”.
La definición fue ampliada posteriormente para incluir razones vinculadas a la conflictividad social, pero no al clima ni tampoco a la escala regional o interna. Por esta razón es más pertinente referirse a desplazados que a migrantes internacionales.
La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) propone una definición operativa para designar los migrantes climáticos:
“Los migrantes por motivos ambientales son personas que, debido a cambios repentinos y graduales en el medio ambiente que inciden negativamente en sus condiciones de vida, se desplazan de manera temporal o permanente a otras partes de su propio país o fuera del mismo.
OIM, 2011.
Los efectos de una crisis ecológica global
La crisis ecológica y el calentamiento global producidos por la acción humana generan una aceleración del deshielo, un aumento del nivel del mar, una acidificación de los océanos, una reducción de la biodiversidad, cambios en los ciclos del agua o pérdida de fertilidad de los suelos, así como fenómenos meteorológicos extremos.
Todos estos efectos tienen un profundo impacto sobre la salud alimentaria y las reservas de agua y, por tanto, sobre la salud de la población y acentúan la migración y los conflictos. Por ejemplo, la escasez de agua, las sequías persistentes y la progresiva desertificación conllevan hambrunas y generan o profundizan conflictos geoestratégicos.
Los desplazamientos por motivos climáticos no son una cuestión nueva en la historia de las migraciones. El proceso de cambio climático genera modelos de migración diferentes y aunque la crisis climática se encuentra en el centro de las causas de los desplazamientos, es difícil aislarla de otras razones asociadas.
Tipos de migraciones climáticas
Un tipo de migración forzosa con trasfondo climático puede situarse en el contexto de éxodo hacia las grandes áreas urbanas en las regiones en vías de desarrollo. Este proceso de urbanización, si no está debidamente planificado, genera déficit de vivienda, de servicios y equipamientos e impacta sobre el bienestar de la población.
Los efectos graduales del cambio climático, como las temperaturas extremas y sequías, llevan a desplazamientos más progresivos. De esta manera, la migración es una estrategia de supervivencia cuando las comunidades no pueden hacer frente a la inseguridad alimentaria que afecta directamente a los medios de vida (agricultura, ganadería, pesca, recolección).
La migración temporal por tensión climática puede ayudar a una familia a incrementar sus ingresos enviando a un emisario a trabajar en un empleo remunerado, recibiendo las remesas y consolidando redes futuras.
Las transformaciones económicas derivadas del cambio climático provocan nuevos desplazamientos. La afectación sobre los sistemas de producción agroalimentaria basados en la utilización masiva de agua repercute en el desplazamiento tanto en los países del norte como en el sur.
Por último, efectos abruptos o sobrevenidos del cambio climático como ciclones, lluvias torrenciales e inundaciones generan desplazamientos internos a corto plazo.
¿Cómo se cuentan los desplazamientos que se producen?
La complejidad de las migraciones climáticas conlleva que cuantificarlas sea una tarea complicada. En primer lugar, por la dificultad de aislar la causa última, siempre vinculada a los procesos de urbanización, cambio de la actividad económica, conflictos bélicos, étnicos o intereses geoestratégicos.
En segundo lugar, por la dificultad en la obtención de registros y datos. La disponibilidad de fuentes es escasa, teniendo en cuenta, además, que muchos de los movimientos son internos.
Contabilizar estos desplazamientos supone retos, sobre todo, relacionados con la determinación de motivos (aislar las migraciones motivadas por cambios climáticos progresivos y no sobrevenidos como sequías o pérdida de fertilidad del suelo), el tiempo del desplazamiento y la elección del destino o en las condiciones en las que se produce el retorno si lo hubiere.
La crisis climática y las migraciones no se detienen por la covid-19, aunque la pandemia puede obstaculizar los desplazamientos por desastres naturales y disminuir la eficacia de la prestación de asistencia.
Las personas desplazadas por este motivo son más vulnerables en términos de salud y al impacto social y económico. A los riesgos medioambientales se añade la pandemia, que provoca una parada de la migración laboral y una crisis en las remesas.