El potencial del biometano en el sector agrario: una visión desde el cooperativismo

El sector agrario cooperativo debe formar parte activa de la solución, por su experiencia en coordinar la producción de estos materiales por su capacidad de combinarlos para la obtención del biometano
Autor/es
Domènec Vila Navarra
18-12-2023
Publicado en

Las explotaciones agrarias asociadas a las cooperativas catalanas representan un 36% de la producción final agraria del país. En particular, representan el 28% de la producción ganadera y el 49% de la producción agrícola. 

Consecuentemente, el cooperativismo agrario tiene un peso muy significativo en el sector y debe ser un agente activo ante los retos que se presentan, en especial en el caso de la bioeconomía. En el marco de este reto, y según datos de la Comisión Europea, uno de los principales objetivos de la Unión es la sustitución del gas natural por otros gases energéticos. En concreto impulsará la producción de biometano hasta los 35.000 millones de metros cúbicos para 2030 por el que se prevé unas inversiones necesarias de 37.000 millones de euros para el mismo periodo. Y como indica la misma Comisión, el biometano debe provenir del biogás producido a partir de, entre otros, de deyecciones ganaderas, de subproductos de la agricultura y de subproductos de la industria alimentaria en todas sus fases de producción y transformación.

Para conseguir estos objetivos, el sector agrario cooperativo debe formar parte activa de la solución, por su experiencia en coordinar la producción de estos materiales y por su capacidad de combinarlos para la obtención del biometano. El cooperativismo, en su papel de aglutinador de producciones agrícolas, de suministrador de alimentación animal, de asesoramiento técnico a la producción agrícola y a la ganadera, debe dar un paso adelante y liderar este reto.

Cabe añadir que, según un estudio elaborado por la propia Federación de Cooperativas Agrarias de Catalunya, el conjunto de las cooperativas catalanas consume 270 GW de energía eléctrica al año, el 55% de origen renovable con certificado que lo acredita. Además, solo las 15 cooperativas que producen pienso consumen 75 GW de energía en forma de gas natural.

Consecuentemente, el cooperativismo agrario tiene la capacidad de producción de biometano porque dispone de buena parte de los materiales necesarios para su producción. Además, dispone de los mecanismos para valorizar una parte significativa de los productos finales de las plantas, los fertilizantes.

Así, ya existen diversas experiencias conjuntas en la cuales ganaderos asociados a cooperativas acopian en una planta de biogás las deyecciones ganaderas de sus granjas porcinas. Estas, combinadas adecuadamente con subproductos de la industria alimentaria, producen biogás que transforman en biometano para su inyección directa a la red de transporte y distribución de gas natural. Un caso concreto es la planta de la empresa Biometagas La Galera, SL, en Tarragona. 

 

Este camino hacia la producción de biometano, iniciado de forma tímida aún, debe acelerarse y para ello debe superar diversas barreras.

 

Este camino hacia la producción de biometano, iniciado de forma tímida aún, debe acelerarse y para ello debe superar diversas barreras. Una de ellas es la regulatoria que está asociada con la capacidad de la rede de transporte y distribución de adaptarse a la nueva situación. Esta red está diseñada y gestionada para la distribución del gas hacia puntos de consumo, y debe adaptarse rápidamente a la inyección en diversos puntos de la misma, de biometano procedente de este tipo de plantas. Esta limitación actual condiciona las inversiones en este tipo de plantas y para dicho uso.

Otra de las barreras es la dificultad entre empresas con capacidad para gestionar las deyecciones ganaderas y las productoras de otras materias primas para, conjuntamente, abordar proyectos de este tipo. Cabría añadir a esta colaboración empresarial, la combinación entre grandes industrias consumidoras de gas con plantas de producción de biometano. Aún estamos lejos de este tipo de acuerdos y los diferentes agentes implicados deben dar pasos concretos en este negocio.

Pero estas barreras pueden superarse, desde nuestro punto de vista, con diferentes apoyos. 

El primero de ellos, ya en proceso, es una mayor participación de empresas de estos ámbitos en proyectos de INNOVACIÓN colaborativa. Es esencial. Porque la participación este tipo de proyectos genera diversos beneficios a las empresas y, en especial, a las cooperativas. En primer lugar, se debe impulsar la constitución de departamentos de R+D+I dentro de las empresas los cuales deben implicarse, formar parte y, en algunos casos, liderar proyectos de innovación con financiación pública, especialmente con financiación de fondos europeos. La financiación obtenida con ellos puede, en algunos casos, justificar sobradamente la creación de dicho departamento.

Por otro lado, cualquier empresa con departamento de I+D+i abierto a otros agentes y con participación en proyectos multiactor genera tal número de contactos y posibilidades de adquirir conocimiento próximo al mercado que, aún y aplicando una mínima parte de dichos conocimientos o soluciones tecnológicas adquiridas a sus actuales procesos, puede generar mejoras en eficiencia, en calidad de producto final, en ahorro de costes, además de conseguir que la organización mejore ostensiblemente la formación y capacitación de sus equipos. Todo ello, sin dejar de lado las mejoras obligadas en la gestión global de la organización.

Finalmente, los resultados de los proyectos de innovación, si están diseñados con precisión, pueden ser protegidos intelectualmente y explotados comercialmente de forma conjunta con centros de innovación u otras empresas.

 

Existe un claro margen para la implantación de muchas más plantas de biogás en España, las cuales deben aprovechar el amplio abanico de materiales que se generan en el entorno de la bioeconomía.

 

Retomando las barreras a la producción del biometano, no debemos olvidar una que condiciona el trabajo del poder legislativo y las decisiones del poder ejecutivo. Tanto uno como otro consideran que estas plantas de producción de biometano no están bien vistas por determinados grupos sociales a las que se oponen. En muchos casos, esta oposición no está avalada por la ciencia ni por la técnica y genera situaciones limitantes para la ejecución de estos proyectos. Pero esta barrera también debe y puede superarse si se ponen en marcha acciones y proyectos piloto para demostrar la utilidad y beneficios que generan estas inversiones. Para ello deberán trabajar conjuntamente diferentes agentes, tanto los que representan a los sectores económicos afectados como las administraciones públicas de los tres niveles principales – general, autonómica y locales – en imprescindible colaboración con centros de innovación y tecnológicos de referencia y con amplio prestigio social.

Como última barrera a la expansión de la producción de biogás, queda remarcar las elevadas necesidades de financiación que requieren las inversiones y, en algunos casos, los elevados períodos de retorno de las mismas. Estas elevadas necesidades, además de las anteriores barreas identificadas, impiden la llegada de capital para su ejecución. 

Finalmente, y como conclusión, existe un claro margen para la implantación de muchas más plantas de biogás en España, las cuales deben aprovechar el amplio abanico de materiales que se generan en el entorno de la bioeconomía. En este, un sector agrario articulado en cooperativas puede aprovechas sus ventajas competitivas, debe establecer alianzas a largo plazo con agentes próximos, y elaborar un relato argumentado y riguroso sobre la importancia y los retornos positivos para la sociedad. Todo ello, combinado con propuestas rigurosas avaladas por la ciencia y la técnica, permitirán captar los recursos financieros necesarios para su definitiva expansión. 

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