Economía circular, esperanza para un futuro sostenible y económicamente rentable
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La economía circular emerge como respuesta a los desafíos medioambientales que la sociedad industrializada afronta, pero también supone una prometedora oportunidad de cambio para reducir la explotación insostenible de los recursos naturales y la generación descontrolada de residuos. De hecho, se erige como la esperanza para un futuro más sostenible desde la perspectiva medioambiental. Sin embargo, el trayecto hacia su completa realización es complejo y se presenta lleno de obstáculos y contradicciones.
Instituciones como la Comisión Europea y organizaciones de referencia como el Foro Económico Mundial o la Fundación Ellen MacArthur convergen en la idea de que la economía circular no solo aborda las amenazas ambientales, sino que también impulsa el crecimiento económico, lo cual es muy revelador. Se estima que en 2030 este modelo podrá incrementar el PIB europeo en un 0.5% y crear 700.000 empleos nuevos.
Optar por este cambio de paradigma esencial nos lleva a terminar con el modelo lineal de “usar y desechar”, que ha persistido durante demasiado tiempo y ha conducido a la explotación insostenible de recursos naturales y a la generación descontrolada de residuos. Por ello, debemos evolucionar a un modelo en el que los productos y materiales se mantengan en uso durante el mayor tiempo posible, reciclándolos y reutilizándolos.
Este cambio en la manera de producir y consumir no solo reducirá la presión sobre los recursos naturales, sino que también lo haría con la contaminación y los impactos ambientales negativos, y aportará ventajas empresariales como nuevas líneas de negocio y reducción de costes. Para lograrlo es necesaria la coordinación público-privada. Por ello el Gobierno regional ha impulsado una nueva Ley de Economía Circular que regule estos procesos y ayude a la región a avanzar en la descarbonización y la sostenibilidad. Se trata de un importante marco de trabajo, que fue aprobado el pasado mes de abril en la Asamblea de Madrid.
Esta norma es incentivadora y no impositiva; evita burocracia y gastos innecesarios, ya que no requiere de un organismo adicional ni establece tasas ni impuestos agregados. Busca beneficios ambientales, junto a otros económicos, sociales y académicos. Asimismo, va a reforzar la seguridad jurídica, eliminando la hiperregulación, protegiendo el entorno, impulsando la sostenibilidad y generando empleo estable y riqueza. Y en este esfuerzo, el Gobierno regional pretende crear nuevas oportunidades para empresas y municipios.
Para lograr un cambio de paradigma es necesaria la coordinación público-privada. Por ello el Gobierno regional ha impulsado una nueva Ley de Economía Circular que regule estos procesos y ayude a la región a avanzar en la descarbonización y la sostenibilidad.
Pero también, la Administración busca implicar a los madrileños para dar pasos decididos hacia el vertido cero. Porque la economía circular representa un cambio de paradigma que nos involucra a todos, y que resulta esencial. Aboga por un enfoque donde los productos y materiales se mantienen en uso durante el mayor tiempo posible, se reciclan y reutilizan, y donde la generación de residuos se minimiza. Esto no solo reduce la presión sobre los recursos naturales, sino que también disminuye la contaminación y los impactos ambientales negativos. Además, la economía circular reconoce el valor económico de mantener los recursos en circulación y la importancia de reducir al mínimo las “externalidades” negativas.
Sólo centrándonos en el efecto medioambiental causado por las emisiones de gases de efecto invernadero de los cuatro sectores industriales más intensivos en emisiones en el mundo (petróleo, textil, alimentario y logístico), la reducción de estas emisiones se cuantificaría en una reducción del 56% en un escenario de adopción de economía circular, según indica Goldman Sachs en su libro The evolution towards a Circular Economy.
De la misma forma, con este nuevo paradigma, en 2030 en la UE se reducirían en un 50% las emisiones de CO2 en los sectores de transporte, residencial y alimentario, así como en un 32% el consumo de materias primas en la industria, que representa un ahorro anual de 630 mil millones de dólares. Además, adoptar principios de economía circular para la movilidad, edificación y alimentación europeas podría ofrecer beneficios anuales de 1,8 billones de euros para el comienzo de la década de los treinta.
Los datos son alentadores. Cuando generamos oportunidades para que las empresas inviertan en actividades relacionadas con el medio ambiente o la transición energética estamos dando respuesta a los retos climáticos y generando oportunidades de crecimiento y empleo. Desde el surgimiento de nuevas líneas de negocio y servicios hasta la reducción de insumos y materias primas, pasando por el reaprovechamiento de los residuos producidos y la disminución de los costos de gestión, la economía circular está remodelando la manera en que las empresas operan. Y su impacto en el empleo es claro, produciendo un crecimiento neto del 1% en España, según recoge el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico en su Nuevo plan de acción para la economía circular.
Esta norma es incentivadora y no impositiva; evita burocracia y gastos innecesarios, ya que no requiere de un organismo adicional ni establece tasas ni impuestos agregados. Asimismo, va a reforzar la seguridad jurídica, eliminando la hiperregulación.
La necesidad de evolucionar es innegable. El modelo medioambiental que estamos desarrollando desde la Comunidad de Madrid es un modelo incentivador y reformista. Incentivador de proyectos que nos permiten avanzar hacia la descarbonización y la sostenibilidad. Y reformista para dotarnos de un marco normativo más flexible, con reducción de cargas administrativas. Se trata de una normativa que no busca imponer, sino inspirar y acompañar, con la Administración como ejemplo.
Prueba de ello, es también el apoyo a municipios y mancomunidades, y la apuesta por la construcción de instalaciones de tratamiento de desechos más grandes y modernas, financiando el 50% de su coste para responder a las exigencias fijadas por la Unión Europea. Porque los retos medioambientales son una exigencia internacional que debemos cumplir, pero también suponen compromisos que asumimos como propios, por convicción y responsabilidad. Se trata de una exigencia que nos concierne a todos y nos obliga a una reflexión constante y responsable acerca del presente y del futuro que queremos.
Vamos a desarrollar una nueva Estrategia de Economía Circular 2025/32 que avanzará en la transformación del actual modelo de depósito en vertedero hacia uno de tratamiento de residuos, comenzando por las Mancomunidades del Noroeste y del Sur y del Este.
Y cuando decimos que nuestro objetivo es hacer de nuestra Comunidad una región más verde, lo hacemos conjugando el cuidado de la naturaleza con la prosperidad y el crecimiento económico y social. Para ello también vamos a desarrollar una nueva Estrategia de Economía Circular 2025/32 que avanzará asimismo en esta transformación del actual modelo de depósito en vertedero hacia uno de tratamiento de residuos, comenzando por las Mancomunidades del Noroeste y del Sur y del Este, en las que el Ejecutivo autonómico invertirá 450 millones de euros en los próximos veinte años.
Queremos consolidar a la Comunidad de Madrid como el mejor espacio para el desarrollo de iniciativas y modelos económicos y productivos sostenibles, competitivos, fomentando este valor diferencial que es la circularidad. Y lo apoyamos con investigación y formación, con el impulso de tres cátedras de Economía Circular para promover la optimización de los recursos.
En nuestra región el enfoque hacia las políticas medioambientales se basa en la firme creencia de que el crecimiento económico y la protección del medio ambiente pueden coexistir de manera equilibrada.
Se trata de una iniciativa que ha tenido una gran acogida en el ámbito académico, que contará con un programa de cursos, seminarios, clases y conferencias para fomentar las tareas de innovación en este campo, así como la promoción de las publicaciones especializadas.
En suma, en nuestra región el enfoque hacia las políticas medioambientales se basa en la firme creencia de que el crecimiento económico y la protección del medio ambiente pueden coexistir de manera equilibrada. Porque las políticas medioambientales, lejos de ser un coste, son una inversión y deben aspirar a financiarse desde el crecimiento. Invertir en futuro es invertir en un modelo socioeconómico productivo más sostenible, descarbonizado y respetuoso con el planeta, conformando una auténtica economía verde.