Cuando una persona de la comunidad no dispone de baño, el resto está en riesgo
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Desde la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, ALADYR, consideran que la celebración del Día Mundial del Retrete del 19 de noviembre promulgada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2013, es una oportunidad para que las sociedades latinoamericanas cuestionen sus avances en saneamiento básico, acceso a servicios sanitarios y eficiencia hídrica.
La campaña que promueve este año la ONU tiene como lema “Valoremos los retretes” y busca llamar la atención sobre la necesidad de inversión, cuidado y gestión de este sistema de aseo y los mecanismos que lo soportan. ALADYR se mostró preocupada por el tratamiento de agua y efluentes en América Latina y asegura que el acceso al retrete, el alcantarillado y la infraestructura de depuración son materias pendientes en la región para cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 referente a garantizar agua potable y saneamiento de todos los habitantes para el 2030. Según cálculos del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, se necesitarían 180 mil millones de dólares de inversión cada año para cumplir con esta meta, el doble de lo que se destina a la materia en este momento.
Datos de la ONU-Agua advierten que 3600 millones de personas en el mundo no tienen acceso a un retrete que funcione correctamente y que esto es causa de propagación de enfermedades mortales. El BID completa diciendo que 490 millones de esas personas viven en Latinoamérica y que esto constituye una tara social para la superación de la pobreza, además de las implicaciones sanitarias y ambientales que supone volcar las excretas en la biota sin un tratamiento adecuado.
De esas 490 millones de personas que no conocen el saneamiento seguro en Latinoamérica, 19 millones aún defecan al aire libre, y como advierte la ONU, “cuando una persona de la comunidad no dispone de baño, el resto está en riesgo”.
Reúso y retretes ahorradores
Al hecho de que solamente el 20% de los efluentes que se generan en América Latina son tratados, la Asociación suma que esta es una oportunidad para que la infraestructura faltante se diseñe desde el principio con la capacidad de reaprovechar los efluentes tratados y de esta manera tener una mejor gestión hídrica y prevenir la contaminación de los cuerpos receptores.
Otra recomendación de la Asociación para alcanzar una gestión integral con la colaboración de los ciudadanos desde sus casas es la de instalar retretes ahorradores que consumen 70% menos agua en cada descarga en comparación con los tradicionales.
Estiman que en muchas partes del Latinoamérica estos retretes no son comunes porque no se percibe su beneficio en la factura del servicio, pero que cuando se pone en perspectiva que, en promedio, 33 litros de agua potable al día por hogar se van por el inodoro, entonces es posible ser más conscientes de mejorar en este sentido.
También existen otros dispositivos de relativa asequibilidad como los modelos con pulsadores con volumen de descarga interrumpible que permiten al usuario regular la cantidad de agua necesaria a emplear. Con estos se puede llevar la descarga de 4.5 litros a tres.
ALADYR reitera la necesidad de ser más eficientes en el uso del agua y ser conscientes de los beneficios que los sistemas de saneamiento trajeron a la humanidad en materia de calidad y expectativa de vida, y para finalizar propone incluir que los retretes sean parte integral de las políticas sanitarias y ambientales de cada uno de los países que conforman la región.
Números sinceros
En una ponencia que el BID ofreció en el reciente congreso de la Asociación Argentina de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (AIDIS ARGENTINA), el organismo señaló que existe una dualidad con los parámetros con que los países se posicionan en la cobertura de AyS. Que suelen mostrar índices basados en los caducos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), según los cuales la región contaría con un 95% de abastecimiento de agua y 83% de alcantarillado cloacal pero que, si se mide con la vara de los vigentes ODS, con mayores exigencias como la calidad, asequibilidad y continuidad, entonces esos mismos índices se reducen al 65% y 22% respectivamente. Adicionalmente, el ODS 6 incorpora el tratamiento de las aguas residuales recolectadas que llega a un 20%.