La comunidad científica acoge con tibieza el acuerdo sobre el clima de la COP 21
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Unos 195 países firmaron el acuerdo sobre el clima en COP21. Juntos intentarán limitar el aumento de la temperatura mundial a un nivel «muy por debajo» de los 2° C, si bien de forma voluntaria y sin la presión de objetivos vinculantes. La comunidad científica muestra posturas encontradas sobre el resultado de estas negociaciones, y hay voces que afirman que es un «engaño», mientras que otras se decantan por calificarlo de «un buen punto de partida».
Dos semanas de intensas negociaciones no han bastado para derribar por completo las barreras económicas y políticas habituales en las conversaciones sobre el clima de los últimos quince años. Es cierto que se ha alcanzado un acuerdo, pero su significado está abierto a interpretaciones.
No obstante, lograr que 195 países acuerden frenar el calentamiento global es sin duda un gran éxito. No fue hasta el final de la conferencia cuando las opiniones convergieron por fin, pero hasta ese momento, y en vista de los antecedentes, cabía la posibilidad de que los asistentes volviesen con las manos vacías.
Aun así, resulta complicado no poner en tela de juicio el valor de un acuerdo sin objetivos vinculantes, máxime cuando estos objetivos se habían planteado desde antes del inicio de las negociaciones de COP21 como una condición indispensable para abordar el cambio climático.
Tal y como expresó el profesor James Hansen, excientífico de la NASA y considerado por muchos como «el pionero del cambio climático», tras la confirmación del acuerdo: «No hay acción, solo promesas. Mientras los combustibles fósiles sean los más baratos, se van a seguir quemando». La sugerencia más destacada de Hansen, consistente en una tasa de 15 dólares estadounidenses (13,7 euros) por cada tonelada de carbono emitida, se desestimó.
Otros científicos como Kevin Anderson, director adjunto del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, en Manchester, llegó a afirmar lo siguiente: «Para los pobres del mundo, especialmente en el hemisferio sur, el texto actual es entre peligroso y mortal».
Pero esta interpretación no la comparte toda la comunidad científica. Jean-Pierre Gattuso, profesor investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia y de la Universidad de París, afirmó que la inclusión en el acuerdo del objetivo de los 1,5 grados Celsius ha sido una victoria inesperada para el planeta. Corinne Le Quéré, directora del citado Centro Tyndall, añadió incluso que los tres elementos necesarios para combatir el cambio climático se encuentran «de una forma u otra» en el acuerdo: mantener el calentamiento inferior a dos grados, abandonar los combustibles fósiles y revisar la contribución de cada país cada lustro para fijar medidas más rigurosas.
Pero incluso los científicos más optimistas advierten que el acuerdo de COP21 no se puede considerar más que el primer paso de un camino plagado de obstáculos. «Para limitar el calentamiento por debajo de 1,5° C, no disponemos de escenarios que apunten que podemos retrasar la acción hasta 2020 o más allá», declaró Joeri Rogelj, del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, Austria) y autor de uno de los pocos estudios científicos dedicados a analizar el escenario de un calentamiento de 1,5° C. «Necesitamos un máximo global de emisiones para 2020 si queremos limitar el calentamiento a 1,5° C. Rebasar ese tope obligaría a desarrollar la capacidad de extraer carbono de la atmósfera a una escala masiva. Se necesitan medidas urgentes para protegerse contra los riesgos».
Queda por ver si la presión de otros países tendrá mayor eficacia —en cuanto a incitar a esa acción— que la fijación de objetivos vinculantes, como pedían algunos mandatarios presentes en la conferencia.