La selva tropical recupera el 80 % del carbono y la fertilidad del suelo tras 20 años de regeneración
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En forma inédita y con base en uno de los mayores bancos de datos disponibles sobre bosques tropicales del mundo, un estudio publicado en la revista Science muestra que la regeneración forestal recupera alrededor del 80 % de las existencias de carbono, de la fertilidad del suelo y de la diversidad de árboles en hasta 20 años.
En dicha investigación, se arribó a la conclusión de que la regeneración natural constituye una solución de bajo costo tendiente a mitigar los efectos del cambio climático y contribuir con la conservación de la biodiversidad. Estos resultados derivan de un proceso de regeneración en áreas degradadas y no solamente del paso del tiempo en esos sitios.
“Es posible recuperar selvas tropicales a través de procesos naturales en un tiempo coincidente con las expectativas humanas. Pero, de todos modos, resulta mucho más rápido destruir que recuperar. Estos resultados deben verse con optimismo, pero también con responsabilidad”, dice Pedro Brancalion, docente del Departamento de Ciencias Forestales de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), en Brasil.
Brancalion y el investigador Frans Bongers, de la Wageningen University (Países Bajos), se encuentran entre los autores del artículo y también coordinan el proyecto intitulado “La comprensión de bosques restaurados para beneficiar a la gente y a la naturaleza – NewFor”, que cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP).
“Otro punto interesante de este trabajo consistió en definir una especie de ‘orden cronológico’ de la recuperación de las diversas funciones de las selvas tropicales, con la mira puesta en aportar a la concreción de los proyectos de restauración y de desarrollo sostenible previstos para la próxima década”, añade Brancalion, quien también coordina el Laboratorio de Silvicultura Tropical de la Esalq-USP y es vicecoordinador de la iniciativa multiinstitucional Pacto por la Restauración del Bosque Atlántico.
En junio de 2021, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró la Década de la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), con el objetivo de inspirar y apoyar a los gobiernos y a las empresas, a las organizaciones y a la sociedad civil para desarrollar iniciativas que reviertan la degradación y protejan el medio ambiente.
Asimismo, en noviembre de 2021, al final de la COP-26, la Conferencia del Clima de la ONU, los casi 200 países presentes suscribieron un acuerdo tendiente a intentar asegurar el cumplimiento de la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Determinaron la necesidad de neutralizar las emisiones de CO2 para el año 2050, con una compensación por reforestación y tecnologías de captura de carbono de la atmósfera, un mercado que también ha sido regulado.
“Es importante conocer a qué velocidad se recuperan los bosques, por ejemplo, a los efectos de evaluar la factibilidad de las inversiones en proyectos de secuestro de carbono mediante la recuperación de áreas devastadas. Es necesario entender la dinámica de recuperación de cada función de la selva para que se puedan determinar mejor las metas, tomar decisiones más correctas y, dependiendo de la situación, entender y monitorear cuándo un bosque se ubica en una trayectoria de recuperación aquende lo esperado o lo necesario para alcanzar cierto objetivo”, explica el profesor.
El artículo publicado en Science es el resultado del trabajo de un equipo internacional: 2ndFOR, en el cual trabajan más de cien investigadores de 18 países, Brasil inclusive. 2ndFOR está coordinado por los profesores Lourens Poorter, autor corresponsal del artículo, Bongers y Masha van der Sande, todos de la Wageningen University, y Catarina Jakovac, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), en Brasil.
El grupo analizó 12 atributos forestales de 77 sitios, lo que incluyó más de 2.200 parcelas selváticas de América Central y del Sur, entre ellas de la Amazonia, y de África Occidental. Se muestran cuatro grupos de características boscosas relacionadas con el suelo (densidad visible, carbono y nitrógeno), con el funcionamiento del ecosistema (especies de árboles fijadoras de nitrógeno, densidad de la madera y área foliar específica), con la estructura del monte (biomasa por encima del suelo, diámetro máximo de los árboles y heterogeneidad estructural) y con la diversidad y la composición de especies.
Los científicos arribaron a la conclusión de que las selvas tropicales y sus suelos son altamente resilientes, pues todos los atributos se recuperan al cabo de hasta 120 años (ó 12 décadas) cuando se las compara con bosques conservados.
En general, la recuperación más rápida es la del suelo (la fertilidad), en menos de diez años, y luego la del funcionamiento del ecosistema, en menos de 25 años. En un tiempo intermedio se ubica a continuación la recuperación de la estructura y la diversidad de la selva, que se concreta entre los 25 y los 60 años, mientras que las más lentas son la recuperación de la biomasa por encima del suelo y la composición de especies, que tardan más de 120 años.
“Un punto importante reside en que la selva tropical logra recuperar la cantidad de especies de árboles, pero no siempre la misma composición [el conjunto de especies]. No todas las especies presentes en montes conservados recolonizan selvas regeneradas, algunas son más sensibles y pueden desaparecer”, advierte Brancalion.
El desmonte
Para el profesor Poorter, aparte de ser esencial impedir el avance del desmonte, es necesario prestarle atención al potencial de recuperación de los bosques secundarios (que crecen en áreas ya devastadas) para alcanzar las metas de restauración de los ecosistemas. “Estos bosques aportan beneficios globales para la mitigación y la adaptación a los cambios climáticos y para la conservación de la biodiversidad, amén de muchos otros servicios para la población local, tales como agua, energía, madera y productos forestales no madereros”, dijo el investigador en el marco de una entrevista concedida al dar a conocer el trabajo.
El informe publicado el pasado 28 de abril por el Global Forest Watch (con datos de la Universidad de Maryland) reveló que los trópicos perdieron 11,1 millones de hectáreas de vegetación en 2021, con Brasil en primer lugar. De ese total, 3,75 millones de hectáreas correspondieron a bosques primarios tropicales húmedos, importantes para el almacenamiento de carbono y para la biodiversidad. El documento apuntó también que las emisiones de CO2 resultantes de la pérdida de selvas primarias equivalen a las emisiones anuales de combustibles fósiles de la India.
En la actualidad, más de la mitad de los bosques tropicales del mundo no son antiguos, y en gran medida son secundarios: en la parte tropical de América Latina, los mismos cubren hasta un 28 % del área terrestre.
En noviembre pasado, el mismo grupo de investigadores había publicado en la revista PNAS otro artículo, Functional recovery of secondary tropical forests, en donde mostraban la recuperación funcional (características que determinan de qué manera se comportan las plantas, incluyendo el espesor de las hojas y la densidad de la madera) de los bosques tropicales secundarios.
Este trabajo apuntó que los bosques secos y húmedos difieren en su composición funcional en estadios iniciales de sucesión (tal como se le llama al proceso de regeneración) y siguen caminos distintos en el transcurso del tiempo. Con todo, a medida que envejecen, se vuelven más similares con relación a las características funcionales.