Genia Bioenergy construirá una planta de biometanización en el municipio barcelonés de Sant Fruitós del Bages
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El director de Desarrollo sostenible de la compañía valenciana Genia Bionergy, Íñigo Palacio, acompañado por el alcalde de Sant Fruitós del Bages, Joan Carles Batanés, han presentado el proyecto para levantar en el municipio una planta que producirá biometano, un gas de origen renovable que sustituye al gas natural de origen fósil, a partir de residuos de la industria alimentaria, lodos orgánicos y residuos ganaderos producidos en la comarca del Bages.
Se trata de una instalación de última generación en la que, mediante procesos naturales (la degradación de subproductos orgánicos por bacterias en ausencia de oxígeno), se procesarán hasta 125.000 toneladas de restos de la industria alimentaria, lodos orgánicos y deyecciones de la ganadería local para convertirlos en biometano y productos orgánicos de uso agronómico.
El biometano obtenido llegará hasta los 80 GWh/año y se inyectará a la red de transporte y distribución. Según Íñigo Palacio “Produciría energía suficiente para abastecer las necesidades de gas de más de 7.800 hogares"
Las 25.000 toneladas de digestatos sólidos y las 50.000 toneladas de digestatos líquidos tendrán un aprovechamiento agronómico, que tiene la ventaja sobre el uso directo de purines y estiércoles de no producir olores y que su composición, más estable, dificulta que el nitrógeno pueda acumularse en terrenos o acuíferos.
La planta tiene previsto ubicarse en terreno industrial fuera del casco urbano. Tras su puesta en marcha generará unos 10 empleos directos y más de 30 indirectos de larga duración, pues la vida útil de una instalación de estas características es de más de 25 años.
Desde el ayuntamiento, su alcalde afirma: “esta planta de biogás de última generación significa una gran oportunidad para que nuestro municipio participe en un proceso de economía circular que aporta múltiples beneficios medioambientales”.
La producción de biometano ofrece una alternativa sostenible a la gestión de residuos orgánicos otorgándoles una nueva vida y un nuevo valor como productos. Además contribuye a luchar contra el cambio climático sustituyendo el gas de origen fósil y evitando emisiones de efecto invernadero. Ayuda a que nuestra economía pueda reducir la dependencia energética del exterior y supone un incentivo para el desarrollo económico y social de las localidades donde se implantan las instalaciones. La madurez de la tecnología está más que probada en las más de 1.300 plantas de este tipo que ya están operando en toda Europa.