Anticipación, prevención y compromiso de todos, principios fundamentales en la gestión de las sequías
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Liana Ardiles. Directora General del Agua del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente
La situación de la sequía que hoy, y a pesar de las últimas lluvias y nieves, continúa afectando a amplios territorios de nuestro país, no es una situación nueva. La irregularidad hídrica que caracteriza nuestro clima Mediterráneo, hace que tengamos que enfrentarnos con relativa frecuencia a los efectos de las sequías y de las inundaciones, dos fenómenos, agravados por el cambio climático cuyos impactos nos están afectando con especial intensidad en los últimos años.
Ni las inundaciones ni las sequías son fenómenos nuevos. Como tampoco es nueva la iniciativa que ha venido tomando la Administración para hacer frente a estos episodios, que como ya hemos demostrado, somos capaces gestionar sobre la base de dos principios fundamentales: la anticipación y la prevención.
Lo que es nuevo es la intensidad y frecuencia de las sequías y las inundaciones y lo que resulta necesario potenciar es la adecuación de nuestras herramientas de gestión para mejorar su integración en los planes hidrológicos de cuenca, por ser la planificación hidrológica el instrumento en el que se apoya la política de adaptación al cambio climático en lo referente a la gestión de los recursos hídricos.
Contamos, desde el año 2007 con unos planes de sequía que nos permiten anticiparnos a estos episodios y mitigar de forma importante sus efectos sobre el abastecimiento urbano, sobre el estado ecológico de las masas de agua y sobre las actividades económicas.
Y podemos anticiparnos a las sequías gracias a que estos planes disponen de un sistema de indicadores que reflejan cuándo un sistema está entrando en esta situación y definen las medidas a adoptar en cada una de las fases de la sequía para minimizar sus efectos.
Durante los diez años que los planes llevan en vigor han demostrado ser una herramienta muy útil y necesaria que, no obstante, siguiendo las directrices establecidas en los planes hidrológicos en vigor, hemos empezado a revisar, con la finalidad, precisamente, de reforzar su mejor encaje y coordinación con el conjunto de la planificación hidrológica, asegurando, de cara a los planes del tercer ciclo la coherencia de los planes de sequía y sus sistemas de indicadores con el contenido de los planes hidrológicos de cuenca.
Para reforzar nuestra estrategia de adaptación al cambio climático resulta preciso dar un tratamiento diferenciado a los problemas de sequía, un fenómeno natural de carácter coyuntural, y a los de escasez, una situación ligada a la dificultad estructural de atender las demandas por no contar con suficientes recursos hídricos para ello, clarificando las causas que originan cada fenómeno y adoptando acciones y medidas apropiadas para cada situación. De esta manera, las medidas de gestión de la escasez se abordan desde el ámbito de la planificación hidrológica por cuenca, mientras que la prevención y gestión de la sequía se acomete desde los planes especiales de sequía, en coordinación con las medidas que para la gestión de la escasez contienen los planes de cuenca.
De hecho, son los Planes hidrológicos del segundo ciclo los que ordenan la revisión de los vigentes planes especiales para garantizar su coherencia con la nueva información contenida en los planes hidrológicos, y los que exigen que se dé un tratamiento diferenciado a los problemas de sequía y escasez.
En síntesis, la revisión de planes de sequía obedece a tres razones fundamentales: la primera de ellas, a la que ya me he referido, es la conveniencia de potenciar el vigente sistema de indicadores para diferenciar con claridad las situaciones propias de sequía hidrológica con la de escasez. La segunda, consecuencia de la anterior, responde a la necesidad de diferenciar las medidas que deben adoptarse en situaciones de sequía de aquellas otras que corresponde adoptar en el marco de los planes de cuenca o en el marco del Plan Hidrológico Nacional para hacer frente al reto de la escasez, mientras que, la tercera permitirá adecuar la estructura y los procesos de toma de decisiones en los organismos de cuenca a la luz de ese nuevo sistema de indicadores.
Además, estos nuevos planes especiales suponen un avance significativo respecto de los aprobados en el año 2007 por numerosas razones: nos permiten incorporar las mejoras técnicas disponibles así como la experiencia acumulada en los diez años transcurridos desde la adopción de los primeros planes; proporcionan, como ya he avanzado, un tratamiento diferenciado para las situaciones de sequía y escasez; toman en consideración los más recientes avances sobre los efectos del cambio climático en los recursos hídricos y establecen para todas las cuencas una misma tipología de medidas y acciones a adoptar en situaciones de escasez y sequía.
Asimismo, los nuevos planes nos permitirán identificar para todas las demarcaciones las normas de referencia al amparo de las cuales el Organismo de cuenca podrá declarar la situación excepcional por sequía extraordinaria y establecen un sistema común, aplicable a todas las cuencas, para la evaluación de los impactos ambientales y socioeconómicos de las sequías prolongadas y de la escasez coyuntural, regulando también cómo se deben elaborar los informes post-sequía tras la superación de estas situaciones.
Los nuevos planes de sequía, por lo tanto, no sólo permiten la revisión de los aprobados en 2007, adaptándolos a los planes hidrológicos de segundo ciclo, sino que, de hecho, suponen ya un avance en la preparación de tercer ciclo de planificación hidrológica. En concreto, los nuevos planes de sequía recopilan y sintetizan información, como por ejemplo la referida a los componentes del balance hídrico en cada demarcación, que es básica para la elaboración de los Esquemas de Temas Importantes que se someterán a información pública durante el segundo semestre de 2019.
En paralelo, a la revisión de los planes de sequía, el Ministerio está preparando también una instrucción técnica para asegurar que los distintos organismos de cuenca, en el proceso de revisión de sus planes, siguen unas mismas directrices. Se ha comprobado la necesidad de contar con una norma de carácter reglamentario, aprobada por real decreto, para contar con el régimen jurídico adecuado y suficiente en el que queden establecidos, con carácter general el procedimiento y el contenido exigible a los Planes de Sequía en sus futuras revisiones.
De este modo, la futura instrucción técnica así como la modificación Reglamento de Planificación Hidrológica en la que se contenga el régimen jurídico requerido por los planes de sequía, proporcionará el marco reglamentario adecuado para acometer la futura revisión de los planes especiales ante situaciones de sequía de cara al tercer ciclo de planificación hidrológica, garantizando así la coherencia entre ambos instrumentos de planificación.
Estas propuestas normativas se encuentran en trámite de consulta pública por tres meses desde el pasado 28 de noviembre en el caso del borrador de instrucción y del 22 de diciembre en cuanto al proyecto Real Decreto que modifica el Reglamento de la Planificación Hidrológica y a las propuestas iniciales de los citados planes especiales.
Por su parte, los planes de sequía de las demarcaciones estarán en consulta pública desde el 21 de diciembre hasta el próximo 22 de marzo para que todos los interesados presenten las observaciones que estimen oportunas de cara a que la propuesta del Plan, ajustada tras la consulta pública, pueda ser sometida a informe del Consejo de Agua en primavera, previo a su aprobación y publicación en el BOE. Este es el momento, pues, de incluir en los nuevos planes la experiencia que hemos adquirido tras diez años de vigencia de los actuales planes y de plasmar las soluciones a fenómenos que en 2007 no teníamos en cuenta la realidad del cambio climático en su actual dimensión.
Las soluciones que se adopten formarán parte de los planes hidrológicos del tercer ciclo y del Pacto Nacional por el Agua en el que estamos trabajando desde el Ministerio. Todos, administraciones y usuarios, somos responsables del uso que estamos haciendo de un bien tan necesario como es el agua y todos debemos adoptar las mejores decisiones en la futura gestión del agua.
Artículo publicado en el número Enero/Febrero 2018