Soluciones frente a la sequía para el presente y futuro

Andalucía sufre la más intensa sequía en 30 años, lo que exige dar una respuesta urgente y coordinada entre las administraciones nacional y autonómica, que deben de alejarse de la confrontación estéril, y enfocarse en una cooperación leal y fructífera.
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02-05-2024
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A pesar de que Andalucía no está en situación de sequía prolongada, según las administraciones competentes, pues los mapas oficiales hasta enero, nos representan como si fuéramos una Irlanda verde y húmeda (ver para creer), lo cierto es que los embalses andaluces están bajo mínimos y las perspectivas son casi desesperadas para el regadío. A nivel global, el nivel de almacenamiento está por debajo del 21%, en una horquilla que va del 33% de la Cuenca del Tinto-Odiel-Piedras al 14% del Guadalete-Barbate. 

Esta situación hidrológica representa un verdadero tsunami para la agricultura de riego, con restricciones que ya están siendo del 50% para un sector tan importante como el de la fresa de Huelva y que pueden llegar a ser del 100% en otras partes de Andalucía. Pero que nadie se lleve a engaño. Aunque el puñetazo se produce en la nariz de los regantes, los efectos del golpe alcanzan a toda la sociedad. En la Venganza del Campo, el ex ministro Manuel Pimentel, agrónomo de profesión, lo describe bien. El deterioro de la agricultura de riego significa una subida de precios, posible desabastecimiento de productos básicos y un preocupante deterioro de la soberanía alimentaria.

 

La situación hidrológica representa un verdadero tsunami para la agricultura de riego, con restricciones que significan una subida de precios, posible desabastecimiento de productos básicos y un preocupante deterioro de la soberanía alimentaria.

 

En este contexto urge tomar medidas. A corto, medio y largo plazo. El Decreto de Sequía, recién aprobado por el Gobierno, y el que está a punto de lanzar la Junta de Andalucía, contemplan inversiones necesarias, aunque la mayoría van destinadas al abastecimiento. Lograr que se ejecuten de forma rápida debe ser una prioridad. Como también la agilización administrativa de las peticiones de pozo de sequía. Esto es fundamental  para salvar la arboleda, que es el 75% superficie regable de Andalucía. Allí donde hay aguas subterráneas en condiciones aptas, la administración no debe poner trabas y facilitar las cosas a los regantes. 

Del mismo modo, y también a corto plazo, es fundamental que la administración agilice los contratos de cesión de derechos entre comunidades de regantes. El año pasado los arroceros pudieron vender sus derechos, en beneficio de todos. Ese es el camino, pero hay que hacerlo antes y más rápido. Igualmente, las administraciones deben promover obras de emergencia que permitan movilizar recursos hoy inaprovechables: volúmenes inútiles de algunos embalses, tomas en ríos que no están regulados… en definitiva, obras de captación urgentes que puedan movilizar cualquier recurso ocioso. Particularmente, reseñamos la oportunidad y necesidad de movilizar todos los recursos posibles a través del Bombeo de Bocachanza desde el rio Guadiana al sistema hídrico de Huelva. Las autoridades españolas deben cerrar cuanto antes los acuerdos con Portugal para ello.

 

Debemos volver a plantearnos, de una vez por todas, la conexión del norte con el sur de España y el aprovechamiento racional de los recursos hídricos con una mirada nacional, donde la solidaridad prime sobre la envidia territorial.

 

A medio plazo, venimos insistiendo en que necesitamos un plan de fomento de balsas que permitan aprovechar escorrentías, decantar y mejorar la calidad agua, optimizar consumo energético, y sobre todo dar respuesta rápida a los cultivos, de modo que no dependan de un embalse que está a 300 km. El impacto ambiental de las balsas es mucho menor y su tramitación menos tediosa. A falta de presas, y como solución a medio plazo, debemos promover muchas balsas que permitan pequeños y medianos almacenamientos para una mejor gestión de recursos por parte de las comunidades de regantes y de los propios regantes. Igualmente, las administraciones deben promover obras de captación que puedan movilizar recursos a uno o dos años y por supuesto infraestructuras de regeneración y desalación que permitan aumentar la diversificación de nuestro mix hídrico. Especialmente en las cuencas litorales, estos recursos complementarios pueden sercruciales para compensar el déficit de aguas superficiales y su previsible incremento a causa del impacto del cambio climático.

Finalmente, a largo plazo, necesitamos despojarnos de prejuicios ecologistas y volver a otorgar a las presas y trasvases el valor y la importancia fundamental que tienen dentro del sistema hídrico nacional. En relación a los embalses, al menos deben ejecutarse los que ya están aprobados en los respectivos planes hidrológicos, que para eso están aprobados, para que se ejecuten. En relación con los trasvases, debemos volver a plantearnos, de una vez por todas, la conexión del norte con el sur de España y el aprovechamiento racional de los recursos hídricos con una mirada nacional, donde la solidaridad prime sobre la envidia territorial.

Que esa conexión no exista, que España exista como Estado para las carreteras y para las infraestructuras de telecomunicaciones  y eléctricas, pero no para el agua, no puede ser calificado de otra forma que como de monstruosa anomalía. En el estado de California, mayor que el nuestro y con unas condiciones climáticas parecidas, no hubo debate alguno. A través de un kilométrico trasvase, la agricultura de riego, concentrada en el sur, aprovecha el agua que al norte le sobra. En España se han institucionalizan y dan por sentada demasiadas cosas que ofenden al sentido común.