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La década de 2010 fue la de las “smart cities”. En aquellos años, muchas ciudades en todo el mundo, en colaboración con empresas TIC y de servicios, desarrollaron pruebas de soluciones urbanas de corte tecnológico. Algunas de ellas fueron pioneras en el despliegue de infraestructuras de sensorización y plataformas operativas. España fue uno de los países de referencia en esta etapa.
En la actualidad, solo una parte de estas ciudades ha conseguido que este movimiento haya tenido un impacto transformativo en su actividad y la calidad de vida del ciudadano. Numerosas iniciativas no pasaron de la fase piloto y un número limitado de proyectos integrales han logrado tracción. Con el tiempo, el apellido “smart”, inicialmente de carácter holístico, está pasando a ser asociado con la dimensión tecnológica de la innovación urbana.
¿Qué tienen en común las ciudades vanguardistas que están consiguiendo combinar crecimiento económico, descarbonización y bienestar? Tienen dos rasgos fundamentales: centran su estrategia en impulsar la sostenibilidad y tienen hojas de ruta multianuales y tangibles para conseguir este objetivo. Estas ciudades contemplan la tecnología como un habilitador estratégico y combinan el desarrollo de capacidades digitales internas con ecosistemas en los que ciudadanos, otras ciudades, empresas y entidades académicas y sociales aportan soluciones innovadoras y buenas prácticas. Las áreas de tecnología e innovación de Londres y Nueva York, creadas a partir de capacidades y experimentación en la ciencia de los datos, son ejemplos de buenas prácticas.
Es un hecho que la gestión eficaz y eficiente del ciclo integral del agua resulta determinante para el desempeño en sostenibilidad de cualquier municipio, ya sea grande o pequeño.
La gestión del agua, pilar de la sostenibilidad
La gestión del agua, actividad sostenible en sí misma, no es particularmente visible en los planes de descarbonización municipales, que centran sus actuaciones en las áreas con mayor impacto en la reducción de emisiones como la edificación, la eficiencia energética, la movilidad o los servicios medioambientales.
Sin embargo, es un hecho que la gestión eficaz y eficiente del ciclo integral del agua resulta determinante para el desempeño en sostenibilidad de cualquier municipio, ya sea grande o pequeño. Un consumo de agua ajustado a las necesidades, un estado óptimo de los activos y una operación eficiente afianzan la resiliencia ante riesgos climáticos y el acceso de las siguientes generaciones a un recurso esencial a un precio asequible. Contribución sostenible en estado puro.
Estando muy claro el “por qué” optimizar la gestión del agua, la gran cuestión es el “cómo”. La digitalización es la principal respuesta accionable en el corto plazo.
El reto para las empresas del sector es el mismo que el de las ciudades inteligentes hace una década: optimizar la funcionalidad y el impacto positivo de la nueva infraestructura digital con una perspectiva de medio plazo.
La digitalización es una aspiración realista
La década de 2020 está siendo la de la digitalización del ciclo integral del agua. La inteligencia aportada por los contadores digitales y la integración de tecnologías de última generación ya disponibles como la sensorización, la analítica de datos o los gemelos digitales, permiten apuntar a metas más ambiciosas en la reducción de pérdidas no registradas, la gestión de incidencias o la experiencia del cliente.
Esta revolución tecnológica está cambiando paradigmas de gestión en el sector, para avanzar hacia un escenario ideal en el que valor de los activos se optimiza de forma dinámica a lo largo de su vida útil, no hay incidencias porque se han evitado previamente o se comparte información con otros sectores para gestionar conjuntamente emergencias climáticas.
España, impulsada por el PERTE de Digitalización del Ciclo Integral del Agua, que prevé movilizar más de 3.000 millones de euros de inversión pública y privada, puede convertirse en una referencia internacional en este campo, con el consiguiente impacto positivo en el ecosistema digital español y el desarrollo económico y social en general.
En España los contadores inteligentes se están desplegando a gran velocidad, la integración de la inteligencia artificial en las operaciones ya es representativa e incluso algunas empresas están llevando a cabo ambiciosos programas multianuales de transformación y comercializando soluciones digitales propias, buscando capitalizar su experiencia y conocimiento en la operación del agua.
Esta intensa actividad digitalizadora se está articulando principalmente a través de colaboraciones con proveedores tecnológicos, muchos de ellos multinacionales, que aportan soluciones y experiencia en la aplicación de soluciones de última generación.
El reto para las empresas del sector, sean públicas o privadas, es el mismo que el de las ciudades hace una década: optimizar la funcionalidad y el impacto positivo de la nueva infraestructura digital con una perspectiva de medio plazo.
Alinear la digitalización con la estrategia
La experiencia de las ciudades y de cualquier sector intensivo en activos y tecnología dice que, para obtener el máximo impacto de una inversión digital transformativa, es necesario asegurar su alineamiento con una estrategia previamente definida. El punto de partida, por tanto, es contar con un marco estratégico, que podría determinarse respondiendo a preguntas como las siguientes:
- ¿Cuáles son mis objetivos de rentabilidad, servicio y sostenibilidad?
- ¿Qué recorrido tengo para optimizar mis procesos de negocio?
- ¿Qué impacto pueden tener las tecnologías disponibles en mi actividad?
- ¿Qué funcionalidades y tipologías de datos son prioritarias?
- ¿Qué modelo de conectividad optimiza totex (capex más opex), calidad y seguridad?
- ¿Qué grado de externalización quiero tener en la gestión digital?
El marco estratégico guía la definición y planificación de líneas de actuación y recursos en materia de digitalización en áreas como la optimización de procesos, la aplicación de nuevas tecnologías en la gestión integral de activos y de clientes o el modelo operativo para desarrollar la plataforma digital. El riesgo de ejecución se reduce significativamente y la complejidad pasa a ser una oportunidad.
La experiencia de otros países que están avanzados en su camino hacia la digitalización, puede ser una referencia útil en este momento vital del sector español. Por ejemplo, Australia, un país con grandes retos en la gestión del agua derivados de la antigüedad de su infraestructura, de su amplia extensión y de su exposición a riesgos climáticos, cuenta con numerosos casos de éxito de una digitalización estratégica.
Uno de ellos es la ciudad de Gold Coast en el este de Australia, en la que una gestión eficiente del agua resulta crítica dada sus altas expectativas de crecimiento demográfico. La ciudad diseñó y puso en práctica una solución integral de contadores digitales y conectividad con cobertura de un área superior a 1.300 kilómetros cuadrados y más de 600.000 sensores. Este sistema está minimizando el agua no registrada y optimizando la gestión de incidencias y el diseño y el mantenimiento de la red. Por ejemplo, las más de 10.000 mediciones inteligentes instaladas en usuarios comerciales e industriales identificaron que un 10% de ellos tenían fugas superiores a 10 litros por hora.
Australia, un país con grandes retos en la gestión del agua derivados de la antigüedad de su infraestructura, de su amplia extensión y de su exposición a riesgos climáticos, cuenta con numerosos casos de éxito de una digitalización estratégica.
Digitalizar el ciclo integral del agua multiplica su esencial contribución
Una nueva infraestructura digital es un punto imprescindible de partida, aunque no el de llegada. Su éxito está ligado a su grado de contribución a la estrategia de negocio y a una evolución dinámica y flexible, con una continua experimentación de casos de uso y soluciones innovadoras.
Llegará un momento en el que el sector del ciclo integral del agua no necesitará el apellido “smart” para enfatizar su etapa de transformación. Esto será una señal muy positiva de que la digitalización se ha integrado de forma tan profunda en la operación que no puede distinguirse la una de la otra. Las empresas que consigan ese estado habrán dado un salto cuántico en sostenibilidad rentable, reforzando su razón de ser como habilitadores clave de riqueza, circularidad y bienestar.
Llegará un momento en el que el sector del ciclo integral del agua no necesitará el apellido “smart” para enfatizar su etapa de transformación. Esto será una señal muy positiva de que la digitalización se ha integrado de forma tan profunda en la operación que no puede distinguirse la una de la otra.