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La actual coyuntura del sector gasista nos obliga a buscar soluciones ágiles en el corto y medio plazo para garantizar la seguridad de suministro de gas en Europa. Una de las soluciones que el sector lleva años defendiendo son los gases renovables, cuyo impulso vendría dado en primera instancia del biometano, ya maduro a nivel tecnológico; y en una segunda fase, del hidrógeno.
Poniendo el foco en el primero, cabe destacar que se trata de un gas renovable cuya producción proviene de materias primas renovables constituidas por distintos tipos de residuos como los agrícolas y ganaderos, los denominados FORSU (Fracción Orgánica de Residuos Sólidos Urbanos), los lodos EDAR (Estaciones de Depuración de Aguas Residuales) o los residuos forestales, entre otros. Y es aquí precisamente donde reside su gran potencial porque, ¿existe mejor tecnología que recuperar nuestros propios deshechos y convertirlos en subproductos para generar energía local (kilómetro cero) de origen renovable? Probablemente, no. Y ello sin olvidar que, además, contribuye a paliar un problema de gran calado en nuestro país como es la gestión de residuos.
Una vez enumeradas sus grandes virtudes, cabe preguntarse por qué entonces no se producen prácticamente gases renovables en España. ¿Acaso no tenemos suficientes residuos para producir biogás – biometano? La respuesta es no. De hecho, somos el tercer país con más potencial en Europa, solo por detrás de Alemania y Francia y, según nuestras estimaciones, podríamos descarbonizar toda la demanda doméstica de gas en España y el 33% de la industrial en el año 2030.
Si realizamos un análisis comparativo entre el potencial de Alemania y Francia y el número de plantas de biometano, observamos que Francia ha alcanzado ya el asombroso número de 436 instalaciones. Un hito que ha sido posible gracias al impulso realizado a nivel país para este vector energético. España, sin embargo, contaba en julio de este año con solo cinco plantas de biometano inyectado en red. Y ello a pesar de que esta cifra se ha multiplicado por cinco en apenas un año, ya que en septiembre de 2021 únicamente había una operativa.
A pesar de la aceleración, aún tenemos muchas barreras que debemos intentar derribar lo más rápido posible.
Está claro que, a pesar de la aceleración, aún tenemos muchas barreras que debemos intentar derribar lo más rápido posible. A continuación, expondré las que, por su relevancia, deberían ser abordadas de manera prioritaria:
1) Agilización de la tramitación de los proyectos de producción de biogás y biometano en España. La tramitación administrativa constituye uno de los principales cuellos de botella para su inmediato desarrollo. Por ello, desde el sector gasista se propone que los procedimientos sean más rápidos y breves, considerándolos como proyectos de interés público. También se solicita que se cree un único proceso unificado y que se mejore la coordinación con propuestas como el diseño de una ventanilla única, la creación de una guía única para homogeneizar los criterios en todas las comunidades autónomas o el favorecimiento de la tramitación electrónica integral, entre otros.
2) Facilitar la conexión a la red: para ello se propone que los proyectos obtengan la declaración de utilidad pública (DUP), se faciliten los procedimientos para inversiones en la red y se favorezca el procedimiento para solicitar la conexión. El objetivo es poder verter el biometano dentro de la infraestructura gasista para su transporte y distribución hasta el cliente final.
3) Mecanismos de apoyo: tras el análisis comparativo realizado a nivel europeo en 2020, el sector gasista español considera que el impulso de países como Francia al biometano viene derivado de las ayudas recibidas. Por ello, plantea la necesidad de crear mecanismos de apoyo eficientes que permitan desarrollar proyectos de biometano.
Algunas ideas para considerar:
a. Utilizar los fondos europeos asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Por ejemplo, Italia ha aprovechado la propuesta de modificación de su PRTR para adaptarse a las iniciativas recogidas en el REPowerEU. Han implementado medidas y nuevos objetivos de despliegue de energías renovables con un presupuesto de 1.700 millones de euros que se abonarán al final de la fase de construcción y un importe de ayuda por proyecto que cubrirá hasta el 40% de los costes de inversión subvencionables.
b. Instaurar un mecanismo de apoyo a través de un sistema de obligaciones en la venta o consumo de gas, complementado en una primera fase con subastas para evitar tensionar los precios hasta que el mercado de biometano alcance un volumen mínimo.
c. Fijar un objetivo del 10% del consumo de gas, alrededor de 30 TWh para el año 2030.
d. Impulsar un sistema de garantías de origen robusto y flexible que incluya información sobre la sostenibilidad y la reducción de emisiones. Este mecanismo se antoja imprescindible para que el biometano producido en España no tenga como fin servir para reducir las emisiones de otros países vecinos a través de las citadas garantías de origen.
Dicho esto, cabe destacar que España cuenta ya con una Hoja de Ruta del Biogás, que ha sido aprobada este mismo año. Sin embargo, el objetivo indicado para el biometano inyectado en red, un 1% (3,7 TWh), no solo es muy poco ambicioso, sino que no está alineado con los objetivos establecidos en el REPowerEU, que llegaban a 35 mil millones de metros cúbicos a nivel europeo. A esto se añade la reciente aprobación de unas ayudas de 150 millones de euros para proyectos de biogás en las que la opción de inyección en red también se penaliza, a pesar de ser la más eficiente al posibilitar el almacenamiento del biometano sobrante en las plantas de producción.
Por otro lado, seguimos pendientes de la creación de un sistema nacional de garantías de origen que será una realidad, en el mejor de los casos, la próxima primavera, cuando sería necesario reducir los plazos de entrada en vigor de esta normativa - ya aprobada y publicada - para que pudiera iniciar su funcionamiento en un plazo máximo de cinco meses.
No cabe duda de que se está avanzando mucho en el impulso de los gases renovables tanto a nivel regulatorio como empresarial, pero está claro que en este contexto de crisis energética se debe acelerar aún más la implantación de nuevas tecnologías. Y, más aún, si son de origen renovable y pueden contribuir a cumplir con los objetivos propuestos por Europa. Por ello, seguiremos trabajando para desbloquear cuanto antes todos los asuntos pendientes y aprovechar las palancas existentes para que España refuerce de manera definitiva su apuesta por los gases renovables, el biometano y el hidrógeno, dos vectores claves en el futuro energético de nuestro país.