Biogás y biometano: una gran oportunidad para España

El país podría cubrir el 45% de su demanda de gas natural con biometano; a nadie se le puede escapar la trascendental importancia que puede tener en la desfosilización de nuestra economía y en la resiliencia energética nacional.
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31-10-2024
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En los últimos años, el mercado del biogás y biometano en España está tomando la relevancia que merece. Como presidente de una asociación que representa a empresas, organismos y personas que trabajan a conciencia por el éxito de la transición energética, no puedo evitar sentir entusiasmo al ver cómo la bioenergía, incluyendo ahora los gases renovables, sigue demostrando que es un baluarte de la descarbonización de nuestra economía. 

Y es que, aunque a veces parezca que toda gira en torno a otras energías renovables como la solar o la eólica, el biogás y el biometano están llamados a ser piezas clave en la estrategia energética de nuestro país. Pero, ¿estamos realmente aprovechando todo su potencial?

En primer lugar, hay que destacar que el crecimiento de la producción de biometano en España está siendo notable. Solo en 2023, este sector creció un 38% en comparación con el año anterior, delineando la senda que puede llevar a nuestro país a convertirse en uno de los líderes europeos en capacidad para generar este gas renovable. 

 

El crecimiento de la producción de biometano en España está siendo notable. Solo en 2023, este sector creció un 38% en comparación con el año anterior.

 

Considero que es un hito que debe celebrarse, pero también es un toque de atención: tenemos un largo camino por recorrer si queremos que esta energía cubra una parte significativa de nuestra demanda de gas natural, acorde a los ambiciosos objetivos de la UE en este sentido: el plan REPowerEU persigue alcanzar una producción sostenible de biometano de 35.000 millones de metros cúbicos en 2030. Con solo nueve plantas operativas y muchas otras en proyecto, el futuro del biometano parece brillante, pero todavía está lejos de cumplir todo su potencial en nuestro país.

Creo que aquí cabe una reflexión que, sin duda, otros como yo se hacen: España cuenta con una de las industrias agroalimentarias y ganaderas más potentes de Europa, lo que nos coloca en una posición privilegiada para liderar la producción de biometano, con estimaciones que sitúan nuestra capacidad en 163 TWh/año. De alcanzar esta marca, el país podría cubrir el 45% de su demanda de gas natural; a nadie se le puede escapar la trascendental importancia que puede tener el biometano en la desfosilización de nuestra economía y en la resiliencia energética nacional.

 

Con un mercado de gas natural saturado y con precios bajos, hay un potencial real y una oportunidad de negocio sostenible en la gestión del CO2 generado en la purificación del biogás a biometano.

 

Por otra parte, parece que otra vía estratégica para el sector del biometano en España será dirigir parte de la atención a la molécula de CO2 que se genera durante su producción. Con un mercado de gas natural saturado y con precios bajos, hay un potencial real y una oportunidad de negocio sostenible en la gestión del CO2 generado en la purificación del biogás a biometano. 

Y es que, a medida que las exigencias ambientales se intensifican y los precios de las emisiones de carbono continúan subiendo, con proyecciones de hasta 200 €/ton a partir de 2040, cuando los consumidores de gas natural sin certificados bio tengan que pagar sumas significativas por cada MWh de consumo debido a sus emisiones de CO2, la captura y almacenamiento o reutilización de este CO2 puede posicionarse como una opción de mayor valor que el propio biometano a largo plazo, bien para generar certificados de reducción de emisiones (CDR) o para usos industriales que rentabilicen aún más el proceso como la industria de bebidas carbónicas, la fertilización de invernaderos o la fabricación de hormigón. 

¿Qué hace falta para activar definitivamente este potencial? Un marco regulatorio claro, mayor agilidad en las tramitaciones de permisos y una infraestructura adecuada para inyectar biometano en la red gasista siguen siendo grandes retos y me parece evidente que deberíamos estar acelerando estos procesos para aprovechar al máximo todo lo que nos puede ofrecer esta fuente de energía. 

 

Para que el sector siga creciendo es esencial que se promueva una comunicación más abierta y eficaz, donde se explique claramente el impacto positivo de estas instalaciones y se involucren a las comunidades desde el principio.

 

También quiero resaltar las oportunidades que ofrece el biogás para nuestros agricultores y ganaderos. Como estamos viendo cada año con mayor evidencia, el campo español sufre como casi ningún otro sector los embates del cambio climático y los efectos de los ciclos económicos, y creo que el biogás puede ser una herramienta poderosa para contribuir a su revitalización. 

Veo factible entrar, a medio e incluso a corto plazo, en un escenario en el que los residuos agrícolas y ganaderos se convierten en energía y en fertilizantes orgánicos de alta calidad, reduciendo la dependencia de nuestros agricultores y ganaderos de fuentes de energía y productos químicos importados. 

Los agricultores y ganaderos pueden participar y beneficiarse de los proyectos de plantas de biogás y biometano de varias maneras: proporcionando la materia orgánica de partida como estiércol, purines y restos de las cosechas, que les permitiría reducir los costes de manejo y eliminación de estos residuos, y acordando el tratamiento del digerido para garantizarse el acceso a un fertilizante orgánico de alta calidad, lo que puede abaratar costes y mejorar la sostenibilidad de su actividad.

Este modelo de economía circular apoyaría ciertamente la mejora de la sostenibilidad del campo, y, además, ofrecería una fuente adicional de ingresos para quienes trabajan la tierra para proporcionar los alimentos que todos consumimos.

Sin embargo, me preocupa la percepción social del biogás y el biometano en nuestro país. Vemos de vez en cuando cómo proyectos de energías renovables suscitan el rechazo por parte de algunas comunidades locales. El temor a posibles impactos ambientales o molestias como los olores es real y debe abordarse con transparencia. 

En mi opinión, para que el sector siga creciendo es esencial que se promueva una comunicación más abierta y eficaz, donde se explique claramente el impacto positivo de estas instalaciones y se involucren a las comunidades desde el principio y, desde luego, asegurar que los proyectos se implementan de manera segura y respetuosa con el entorno.

En definitiva, creo firmemente que el biogás y el biometano son una grandísima oportunidad para España. Tenemos el potencial, los recursos y, cada vez más, el conocimiento. Pero si queremos que este sector sea una realidad tangible y no solo una promesa, necesitamos movernos más rápido, superar los obstáculos regulatorios y apostar por una infraestructura que permita la inyección de biometano en nuestra red gasista. Además, debemos hacer un esfuerzo consciente por involucrar a las comunidades locales y mostrarles que estos proyectos son beneficiosos para todos.

El futuro del biogás y el biometano en España es prometedor, pero solo si tomamos decisiones valientes hoy. ¿Estamos listos para asumir el reto? Yo creo que sí.