Valorización energética, la verdadera opción para los residuos no reciclables
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Recientemente, como viene haciendo cada año, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado las cuentas medioambientales de 2019 correspondientes a la recogida y tratamiento de residuos. Las empresas gestoras de residuos urbanos recogieron 22,8 millones de toneladas de residuos en 2019, un 0,3% más que en el año anterior, o lo que es lo mismo, 483,7 kilogramos de residuos urbanos por habitante.
De estos, y según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, el 53,4% tuvieron como destino final el vertedero, el 35% se reciclaron y solo el 11,6% restante de residuos se valorizaron energéticamente.
¿Qué nos dicen estas cifras? La respuesta es clara. España todavía depende de los vertederos y se encuentra muy alejada del camino que lleva al cumplimiento de los objetivos marcados por la Unión Europea: las cantidades destinadas a la preparación para la reutilización y el reciclaje deberán alcanzar, en conjunto, como mínimo, el 65% en peso antes de 2035, y se deberá reducir como máximo al 10% en peso la cantidad de estos depositados en vertedero antes de esta fecha.
Ante estos desafíos, el incremento de la reutilización y el reciclaje se posiciona como un esquema clave para el cumplimiento de los compromisos de limitar el vertido al mínimo. Y es aquí donde también entra en juego la valorización energética –conversión de los residuos no reciclables en energía-. Su papel, siguiendo la jerarquía establecida por la UE para la gestión de residuos, es fundamental para avanzar hacia una economía circular de bajo consumo en carbono.
La valorización energética es fundamental para avanzar hacia una economía circular de bajo consumo en carbono.
De hecho, según datos de Cewep (la Confederación Europea de Plantas de Valorización Energética), la valorización energética contribuye a los objetivos de la UE para 2030 de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, al menos un 40% con respecto a 1990 y para las energías renovables, al menos un 32% respecto a 2018.
Las cifras son claras. Debemos apostar por estas instalaciones y desde Aeversu, asociación a la que represento, instamos a ver la necesidad de contar con más plantas para situarnos en la línea de los países europeos con mayor tradición medioambiental.
Europa, una ventana a la que mirar
En Europa hay unas 500 plantas de conversión de residuos en energía. En España solo hay 11, que forman parte de Aeversu junto con otra instalación en Andorra. Estas instalaciones, más asentadas en aquellos países en los que el vertido es prácticamente cero, ofrecen una pluralidad de prestaciones y servicios que contribuyen a la economía circular y a los objetivos europeos de neutralidad de carbono.
Por ejemplo, en Dinamarca, el 99% de las escorias generadas por las instalaciones se recupera y se utiliza como agregado para la construcción. Además, Copenhague alberga la primera planta de valorización energética con una pista de esquí, Copenhill, que tiene previsto ser neutra en carbono para 2025 gracias a la captura y almacenamiento de carbono.
En Francia, alrededor del 50% de la red de calefacción urbana de París se abastece de las tres plantas de conversión de residuos en energía de la ciudad, que abastecen a todos los hospitales de la ciudad y a la mayoría de sus museos, incluido el Louvre. Cerca de Toulouse, una innovadora red de calefacción conecta una planta de conversión de residuos en energía con un invernadero de tomates, proporcionando el calor necesario. Cerca de París, la planta de conversión de residuos en energía de Créteil tendrá una capacidad de producción y distribución de 500 kg/día de hidrógeno verde a finales de 2022.
Por su parte, en Alemania, los residuos municipales tratados en la instalación de Wuppertal se utilizan para generar hidrógeno para alimentar los autobuses de transporte público, y en Holanda todas las instalaciones firmaron un "Green Deal Bottom Ash" con el Gobierno que garantiza la recuperación de más del 75% de todos los metales no ferrosos.
Los ejemplos europeos demuestran que la valorización energética proporciona un tratamiento esencial para los residuos y una fuente de energía para la economía circular.
Todos estos ejemplos demuestran que la valorización energética proporciona un tratamiento esencial de residuos y una fuente de energía para la economía circular.
¿Qué pedimos para este año?
Necesitamos apostar por una transición hacia un futuro más circular y sostenible para España y una economía circular que funcione correctamente para 2035, donde el reciclaje de calidad aumente constantemente y el vertido se limite al mínimo. Y es aquí, en este punto, en el que insistimos en la necesidad de una apuesta decidida por el desarrollo de nuevas instalaciones de valorización energética, duplicando el número de ellas en España.
Queremos que las plantas de valorización energética sean reconocidas como fuente de energía limpia.
Queremos que las plantas de valorización energética sean reconocidas como fuente de energía limpia y queden integradas en la infraestructura de energía local limpia para 2035. Asimismo, se necesitaría apostar por promocionar políticas que favorezcan la integración de este tipo de instalaciones en las redes locales de calefacción y electricidad, como parte esencial de su estrategia de economía circular y lucha contra el cambio climático.
El próximo año será crucial, también, por la inminente aprobación de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, y la valorización energética deberá pasar a ser la verdadera opción para aquellos residuos que no se pueden reciclar.
Artículo publicado en el número 235 de RETEMA