Un aire más limpio beneficia la salud humana y contribuye a combatir el cambio climático
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Gracias a la legislación, a la tecnología y al abandono de los combustibles fósiles altamente contaminantes en muchos países, la calidad del aire en Europa ha venido mejorando durante las últimas décadas. Sin embargo, la contaminación atmosférica sigue afectando negativamente a una amplia franja de la población, sobre todo en las ciudades. Dada su complejidad, abordar la contaminación atmosférica requiere de una acción coordinada a múltiples niveles. Para implicar a los ciudadanos, es esencial ofrecerles información actualizada de manera accesible. Es lo que pretende el Índice Europeo de Calidad del Aire que acabamos de poner en marcha recientemente. Mejorar la calidad del aire no solo beneficiarían a nuestra salud, sino que también contribuiría a combatir el cambio climático.
La calidad del aire de Europa ha mejorado considerablemente desde que la Unión Europea y sus Estados miembros introdujesen políticas y medidas relativas a la calidad del aire durante la década de los años 70. Las emisiones de contaminantes atmosféricos procedentes de muchas de las principales fuentes, como el transporte, la industria y la generación de energía, están ahora reguladas y en líneas generales disminuyen, pero no siempre en la medida prevista. Las elevadas concentraciones de contaminación atmosférica siguen incidiendo significativamente en la salud de los europeos; entre los elementos que causan los mayores daños se encuentran la materia particulada y el dióxido de nitrógeno.
Según el último informe sobre la calidad del aire anual de la Agencia Europea de Medio Ambiente, la mayoría de las personas que viven en las ciudades europeas siguen expuestas a niveles de contaminación atmosférica que la Organización Mundial de la Salud considera nocivos. Según este informe, las concentraciones de las denominadas partículas finas fueron responsables de aproximadamente 428.000 muertes prematuras en 41 países europeos en el año 2014, de las que en torno a 399.000 se produjeron en la Europa de los veintiocho.
La mala calidad del aire también tiene repercusiones económicas importantes, ya que incrementa los costes médicos, reduce la productividad de los trabajadores y daña el suelo, las cosechas, los bosques, los lagos y los ríos. Aunque la contaminación atmosférica suele estar asociada a episodios y a picos de contaminación, la exposición a largo plazo a dosis menores constituye una amenaza aún mayor para la salud humana y para la naturaleza.
La reducción de la contaminación atmosférica ayuda a combatir el cambio climático
Si bien el dióxido de carbono es tal vez la sustancia que más contribuye al calentamiento global y al cambio climático, lo cierto es que no es la única. Muchos otros compuestos gaseosos o particulados, conocidos como «contaminantes del clima», influyen en la cantidad de energía solar (incluido el calor) que retiene la Tierra.
Por ejemplo, el metano es un contaminante del clima muy potente, además de un contaminante atmosférico asociado con las actividades agrícolas, estrechamente imbricado con la producción ganadera y con el consumo de carne. La materia particulada es otro contaminante que afecta tanto al cambio climático como a la calidad del aire. Dependiendo de su composición, puede tener un efecto de enfriamiento o de calentamiento en el clima local y global. Por ejemplo, el carbono negro, que es uno de los componentes de la materia particulada fina y resultado de la incompleta combustión de los combustibles, absorbe la radiación solar e infrarroja en la atmósfera y provoca, por lo tanto, un efecto de calentamiento.
Las medidas para reducir las emisiones de los contaminantes del clima de corta vida, como el carbono negro, el metano, el ozono o los precursores del ozono, son beneficiosas tanto para la salud humana como para el clima. Los gases de efecto invernadero y los contaminantes atmosféricos comparten las mismas fuentes de emisión. En consecuencia, limitar las emisiones de uno u otro permitiría obtener ventajas potenciales, incluido el ahorro de costes.
Sin embargo, en el pasado se han promovido determinadas medidas con el fin de beneficiar, entre otras cosas, el cambio climático, que sin embargo han tenido efectos negativos no intencionados sobre la calidad del aire. Por ejemplo, muchos países fomentaron los vehículos de diésel, que se han revelado emisores de altos niveles de contaminantes atmosféricos. De manera similar, el apoyo a la quema de madera renovable en determinadas zonas de Europa ha desembocado, lamentablemente, en unos niveles elevados de materia particulada en el aire local. Debemos aprender de estos ejemplos y asegurarnos de que entendemos y tenemos debidamente en cuenta las consecuencias de las medidas que decidimos aplicar.
Los vínculos entre el cambio climático y la calidad del aire no se limitan a los contaminantes comunes liberados a la atmósfera a partir de las mismas fuentes. El cambio climático puede agravar también los problemas de contaminación atmosférica. En muchas regiones de todo el mundo, se espera que el cambio climático afecte al tiempo local, incluida la frecuencia de las olas de calor y los episodios de aire estancado. El incremento de la luz solar y las temperaturas más cálidas pueden prolongar no solo los periodos de tiempo en los que los niveles de ozono son elevados, sino también exacerbar las concentraciones máximas de ozono. Sin duda, no es una buena noticia para las partes de Europa en las que se experimentan frecuentes episodios de exceso de ozono troposférico.
Adopción de medidas coherentes de nivel local a nivel global
La contaminación atmosférica no es similar en todas partes. Se liberan distintos contaminantes en la atmósfera a partir de una amplia diversidad de fuentes. El transporte por carretera, la agricultura, las centrales eléctricas, la industria y los hogares son los mayores emisores de contaminantes atmosféricos en Europa. Una vez en la atmósfera, estos contaminantes pueden transformarse en otros nuevos y extenderse. El diseño y la aplicación de políticas para abordar esta complejidad no son tareas sencillas.
Dada la diversidad de fuentes en materia de distribución geográfica y actividad económica, se deben tomar medidas a diferentes niveles, desde el local hasta el internacional. Las convenciones internacionales tienen por objeto reducir la cantidad de contaminantes liberados en la atmósfera, pero sin medidas locales (como campañas de información, retirada de los vehículos altamente contaminantes de las ciudades o decisiones urbanísticas) no conseguiríamos sacar todo el partido a los beneficios derivados de nuestros esfuerzos. La diversidad también implica que no hay una solución válida para todos los casos en lo que se refiere a la contaminación atmosférica. Para seguir reduciendo la exposición y el daño asociado, las autoridades deben adaptar sus medidas para considerar los factores locales, como las fuentes, la demografía, la infraestructura del transporte y la economía local.
Para potenciar la cohesión entre las medidas tomadas a nivel local, nacional, europeo y global, la Comisión Europea reunió a distintas partes interesadas de toda Europa en el Clean Air Forum (Foro sobre aire limpio) en noviembre. El foro, que tuvo lugar en París, se centró en mejorar la calidad del aire en las ciudades, así como en la contaminación atmosférica procedente de las actividades agrícolas. También destacó la innovación y las oportunidades empresariales ligadas a las iniciativas emprendidas en materia de aire limpio.
Información clave para minimizar la exposición
La Agencia Europea de Medio Ambiente trabaja con sus países miembros para recopilar información comparable a nivel europeo sobre la calidad del aire a lo largo del tiempo. Basándonos en los datos recopilados, medimos el progreso, analizamos las tendencias y buscamos enlaces entre fuentes como el transporte por carretera y las mediciones reales de calidad del aire.
En los casos en los que resulte necesario, las mediciones de las estaciones de monitorización se pueden complementar con observaciones por satélite. En virtud de su programa Copernicus de observación de la Tierra, la UE lanzó en octubre un nuevo satélite encargado de monitorizar la contaminación atmosférica que ya ha empezado a ofrecer imágenes. Esta información se comparte regularmente con el público y con los responsables de la elaboración de políticas. Es importante señalar que la Agencia solo trabaja con la calidad del aire en el exterior y no con la calidad del aire que respiramos en casa o en el trabajo, que también ejercer un impacto directo en nuestra salud.
Como parte de nuestros esfuerzos por ofrecer la información más actualizada, hemos desarrollado junto con la Comisión Europea un nuevo servicio online: el Índice Europeo de Calidad del Aire. Presentado en el Clean Air Forum, el índice europeo de calidad del aire proporciona información sobre la situación actual de la calidad del aire basándose en las mediciones efectuadas en más de 2 000 estaciones de monitorización de toda Europa. El índice permite a los ciudadanos usar un mapa interactivo para comprobar la calidad del aire en las estaciones, basándose en cinco contaminantes clave que perjudican la salud humana y el medioambiente: a saber, la materia particulada (PM2.5 y PM10), el ozono troposférico, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Esta herramienta nos permite compartir esta información con todos los europeos interesados en combatir la contaminación atmosférica. Todos podemos comprobar la calidad del aire allá donde nos encontramos y tomar medidas preventivas para reducir nuestra exposición a la contaminación.
Sin duda, la información es esencial para combatir la contaminación atmosférica y reducir sus efectos nocivos. Sin embargo, para mejorar la calidad del aire y para alcanzar los objetivos a largo plazo de la UE en relación con unos niveles de carbono bajos, debemos abordar las emisiones de todos los sistemas y sectores económicos, como la movilidad, la energía o la alimentación, y entender los patrones de producción y consumo que generan dichas emisiones. Es la única forma de avanzar. La AEMA está preparada, como socio con conocimiento, para ayudar a alcanzar estos objetivos a largo plazo.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el Boletín de noticias de la AEMA número 2017/4 del 15 de diciembre de 2017