Reglamento relativo a las cuentas económicas europeas medioambientales: nuevos pasos para su revisión
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Por Alexandra Farbiarz Mas, Terraqui
Antecedentes
El Sistema Europeo de Cuentas (SEC) establecido por el Reglamento 2223/96 de 25 de junio de 1996, relativo a las cuentas nacionales y regionales de la UE, establece en su apartado 1.18 que:
“Para algunas necesidades específicas de información, lo más indicado será elaborar cuentas satélite independientes.” Entre ellas el punto “e) el análisis de la interacción entre el medio ambiente y la economía”.
Las cuentas económicas ambientales permiten trabajar en pro del desarrollo sostenible, tal como indica el artículo 3, apartado 3 del Tratado de la Unión Europea.
Este mecanismo específico para el medio ambiente fue creado, según afirma la propia Comisión en su Comunicación de 20 de agosto de 2009, titulada «Más allá del PIB — Evaluación del progreso en un mundo cambiante«, con el fin de «observar la presión que la economía ejerce sobre el medio ambiente y estudiar la forma de reducirla»
Las Cuentas Económicas Europeas Medioambientales (CEEM) permiten observar la presión que la economía ejerce sobre el medio ambiente y de estudiar la forma de reducirla. Las CEEM contabilizan el capital natural a través de un marco estadístico integrado y exhaustivo para organizar los datos sobre los hábitats y los paisajes, medir los servicios de los ecosistemas, hacer un seguimiento de los cambios en los activos de los ecosistemas y vincular esta información con la actividad económica y otras actividades humanas.
En 1994, la Comisión Europea presentó su primer documento estratégico sobre la «contabilidad ecológica nacional». Desde entonces, ha colaborado con los Estados miembros, las Naciones Unidas y la OCDE para analizar la gama de datos estadísticos disponibles para las cuentas económicas europeas ambientales. La Comisión y los Estados miembros aplican las CEEM con arreglo a la Estrategia europea para la contabilidad del medio ambiente, de conformidad con el Sistema de contabilidad económica y ambiental de las Naciones Unidas.
En 2015, la UE empezó el proyecto INCA para desarrollar las cuentas relativas a los ecosistemas, el estado de los ecosistemas y los servicios de los ecosistemas, basándose en los manuales del sistema de contabilidad económico-ambiental de Naciones Unidas (SEEA). La Comisión Europea publica las cuentas INCA en su página web dedicada al capital natural y en la de Eurostat (la contabilidad, en este caso, relativa a los aspectos ambientales).
El proyecto INCA, Proyecto de Innovación del Conocimiento sobre un Sistema Integrado de Contabilidad del Capital Natural y los Servicios de los Ecosistemas (INCA por sus siglas en inglés) tiene como objetivo seguir trabajando en línea con el Sistema de Contabilidad Ambiental-Económica de las Naciones Unidas – Cuentas Experimentales de los Ecosistemas (SEEA EEA) y también proponer cómo los enfoques de la contabilidad pueden desarrollarse aún más sobre la base de la experiencia en la UE. Las recomendaciones técnicas del SEEA EEA hacen propuestas sobre cómo desarrollar tablas de contabilidad de la extensión, el activo, la condición y el suministro y uso de servicios de los ecosistemas.
El propósito del INCA es establecer un conjunto de cuentas de los ecosistemas recopiladas regularmente para ayudar a los responsables políticos y a los planificadores a alcanzar múltiples objetivos medioambientales, sociales y económicos para la UE, como, por ejemplo:
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Informar sobre la planificación integrada del uso de la tierra que tenga más en cuenta la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
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Proporcionar información sistemática que refleje todo el valor de los ecosistemas.
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Informar sobre la planificación sectorial integrada basada en la obtención de múltiples beneficios de los ecosistemas.
El balance de las CEEM según el Tribunal de Cuentas Europeo
El Tribunal de Cuentas Europeo elaboró en octubre de 2019 un informe titulado: “Cuentas económicas europeas medioambientales: es posible aumentar su utilidad para los legisladores”
En dicho informe se revela que:
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La Comisión no había elaborado una relación completa de las necesidades de datos de las CEEM para la elaboración de las políticas ambientales. Aunque reconocen la cooperación entre los servicios de la Comisión que utilizan las cuentas, han observado que la Comisión debería garantizar la disponibilidad de datos pertinentes para apoyar la evolución de las políticas y su seguimiento. Si bien el marco estratégico de las CEEM propone varios objetivos, algunos de estos se han repetido durante más de diez años, y no existe ningún plan de acción completo que defina objetivos intermedios y presente estimaciones del presupuesto necesario para lograrlos.
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Hay deficiencias en la elaboración de los módulos de las CEEM, que redujeron su pertinencia para el proceso de elaboración de políticas. Las propuestas de hacer obligatorios los módulos se basaban en gran medida en la disponibilidad de datos y en consideraciones administrativas en los Estados miembros, y no en las necesidades de datos.
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Su elaboración ha requerido demasiado tiempo (aproximadamente diez años) para satisfacer las necesidades de datos a corto y medio plazo.
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Los auditores constataron que los módulos de las CEEM no se aprovecharon al máximo para realizar un seguimiento de los avances hacia la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible y evaluar el VII Plan de acción de medio ambiente de la UE.
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La actualidad de los datos es un criterio importante en el marco jurídico de las CEEM, que establece que la Comisión dispone de un plazo de dos años para proporcionar los datos de las CEEM. Aunque los auditores observan que el tiempo empleado para publicar los datos ha mejorado progresivamente, los Estados miembros no siempre envían los datos requeridos con puntualidad. Ante todo, el hecho de recibir los datos antes podría mejorar considerablemente la utilidad de las CEEM.
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En lo que se refiere a la calidad de los datos, los auditores observaron que, generalmente los posibles problemas se detectaban durante el proceso de validación. No obstante, también señalan insuficiencias en esta fase: los informes de los Estados miembros no presentan necesariamente información suficiente para determinar la calidad y la comparabilidad de los datos de manera adecuada.
Ante estos desajustes, los auditores recomendaron a la Comisión que las CEEM debían ser mejoradas en:
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el marco estratégico;
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la pertinencia de los módulos;
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la actualidad de los datos.
Nuevas perspectivas en la contabilidad: el proyecto INCA se reelabora en la UE y Naciones Unidas adopta un nuevo marco estadístico de contabilidad ambiental.
En este contexto, el pasado 11 de marzo, la UE emitió una noticia titulada: “Biodiversidad: cambio pionero en la información económica que contabiliza la contribución de la naturaleza a la economía”, en el que se anunciaba que la UE se alineaba y contribuía al nuevo marco estadístico para contabilizar mejor la biodiversidad y los ecosistemas en la planificación económica nacional y la toma de decisiones políticas, aprobado por Naciones Unidas en marzo de 2021, lo que permitirá a los países de todo el mundo utilizar un conjunto común de normas y métodos para seguir los cambios en los ecosistemas y sus servicios. Cabe recalcar que el nuevo marco va más allá de la estadística comúnmente utilizada del producto interior bruto (PIB) y garantiza que las cuentas del capital natural -las contribuciones de los bosques, los océanos y otros ecosistemas- complementen las cuentas económicas existentes.
Además, en el nuevo marco se incluyen novedades como la incorporación del impacto de la pandemia de COVID-19 en los sistemas estadísticos en el desarrollo de sus recomendaciones, con el fin de construir un sistema más eficiente, sensible y resistente para seguir el impacto contrastado de la pandemia en los diferentes segmentos de la economía y la sociedad y para supervisar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con vínculos geoespaciales con la economía, el medio ambiente y el bienestar.
Respecto a las CEEM de la UE, el INCA va a incorporar las recomendaciones que el Tribunal de Cuentas observó en su informe relativo a las CEEM en 2019, por lo que cabe esperar, que la metodología se verá mejorada y actualizada.
Repercusiones sobre la revisión del Reglamento sobre las cuentas económicas europeas del medio ambiente.
La Comisión va a proponer la revisión del Reglamento sobre las cuentas económicas europeas del medio ambiente (CEEM) para ampliar su cobertura e incluir un nuevo módulo sobre la contabilidad del capital natural, plenamente coherente con el marco de las Naciones Unidas. Esto está en consonancia con las recomendaciones indicadas anteriormente del Tribunal de Cuentas Europeo y la reciente revisión intermedia de la Estrategia Europea de Cuentas Medioambientales (EEEA) 2019-2023. De este modo, la UE podría entonces convertirse en el primer continente del mundo en informar sobre los cambios en los ecosistemas y sus servicios.
El Reglamento sobre las cuentas económicas europeas ambientales resulta esencial por varios motivos:
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En el contexto actual, en el que, por ejemplo, se reconoce que la pandemia del Covid-19 tiene mucho que ver con el estado actual de los ecosistemas. Tal y como recoge la “Estrategia de biodiversidad de la UE”, la propia Comisión de la UE reconoce que la naturaleza se encuentra en un estado de crisis, debiendo revertir las principales causas de pérdida de biodiversidad, como los cambios de uso en la tierra y el mar, su sobreexplotación, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
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Si están bien hechas, pueden utilizarse de forma activa y precisa en todos los Estados miembros para elaborar políticas de la Unión Europea en aquellos ámbitos pertinentes, lo cual puede ser un instrumento no solo de observación ambiental, sino de gobernanza y de divulgación.
Conocer el estado de las cuentas económicas ambientales entendiéndolas a parte de la contabilidad del PIB puede dar un marco más justo y coherente sobre la realidad del medio ambiente, puesto que monetizar tanto los recursos como los impactos ambientales puede suponer agravios comparativos entre los distintos agentes implicados en o con un determinado ecosistema o actividad económica. Y es que los impactos ambientales pueden contabilizarse y entenderse de forma distinta según quien lleve a cabo la valoración económica, en función de si es el emisor o el receptor, por ejemplo. Además, el PIB tampoco tiene en cuenta la denominada “tasa de descuento ambiental”, aquella que mide los impactos a muy largo plazo que afectan a las generaciones futuras mediante, ponderación, intergeneracional.
En este sentido, cabe apuntar a las distintas escuelas de economistas que entienden de forma distinta esta cuestión: por un lado los economistas ambientales, que defienden la postura de monetizar cualquier activo ecológico para llevar a cabo las cuentas económicas ambientales, e integrarlas en el PIB, y, por el otro lado, los economistas ecológicos, que defienden que hay que desarrollar una contabilidad biofísica paralela (también denominada cuentas satélite al PIB) con sistemas multicriterio de indicadores, así como añadir, de forma diferenciada, indicadores de tipo social. los sociales. De algún modo, esta escuela recoge los principios que se llevaron a cabo en la conferencia de Río de Janeiro en la que la sostenibilidad se entendía como un paraguas en la que se debían contemplar los aspectos económicos, ambientales y sociales en las políticas que se llevara a cabo.
Sin embargo, según el informe del Tribunal de Cuentas Europeo, una de las dificultades más evidentes para las cuentas de las CEEM es la actualización de los datos que permite cuantificar cuál es el estado de los ecosistemas, los impactos ambientales y los servicios ambientales de la UE. Aunque la digitalización sea, junto con la sostenibilidad, uno de los ejes y motores de los próximos años para la recuperación y resiliencia de Europa, queda por ver cómo esta digitalización se lleva a cabo para tener las CEEM al día. Probablemente, también requerirá de profesionales como ambientólogos, geógrafos, geólogos, biólogos, ingenieros para poder contabilizar estos datos apropiadamente.
De lo contrario, continuará la disfuncionalidad y contrariedad de muchas políticas europeas al no contar con datos actualizados sobre el estado ambiental de los ecosistemas que nos sustentan. Porque sin ecología, no hay economía posible y, para poder contemplarla correctamente, el legislador necesita de unos datos fiables y comparables para llevar a cabo su toma de decisiones.
Y, teniendo en cuenta que en Europa somos dependientes de materias primas, conocer a fondo el valor de nuestro capital natural también nos puede permitir darle más valor para su preservación o explotación racional, así como acelerar procesos para obtener recursos, desarrollando y acelerando el mercado de materias primas secundarias a través de las múltiples opciones que permite la economía circular.
O como dice Elliott Harris, Economista Jefe de las Naciones Unidas: “Si asignamos un valor a la naturaleza, podremos cuantificarla. Si la cuantificamos, podremos gestionarla. Si gestionamos su valor, evitaremos su destrucción. Ese es el problema al que hemos estado sometidos durante cien años. Desde el momento en el que no consideramos ese valor, hemos tratado a la naturaleza como si fuera gratuita e ilimitada. Hemos estado consumiéndola sin ser conscientes del valor que estamos perdiendo.”