Nueva aproximación para evaluar el estado de salud de los ríos intermitentes
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Estos ríos presentan una alta variabilidad, tanto espacial como temporal, que hace que no se les puedan aplicar las mismas herramientas usadas para calibrar el estado de salud de los ríos permanentes. Un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona, publicado recientemente en la revista Ecological Indicators, ha identificado nuevos indicadores biológicos —organismos como insectos u otros invertebrados acuáticos— que servirán para evaluar el impacto humano en la calidad de las aguas de estos ríos, que albergan una fracción muy importante de la biodiversidad tanto terrestre como acuática.
El estudio, basado en datos procedentes de 33 ríos de Cataluña, ha analizado los invertebrados acuáticos presentes en los ríos intermitentes y los ha clasificado según su resistencia a la duración y frecuencia de las fases secas. Estos resultados podrían permitir a los gestores, adecuar algunos de los índices usados actualmente en España —como el índice IBMWP (Iberian BioMonotoring Working Party score system) que evalúa los impactos antrópicos en la calidad de las aguas— que no están adaptados a este tipo de ríos intermitentes.
El trabajo, liderado por la catedrática Isabel Muñoz, cuenta con la participación de las investigadoras del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología de la UB, Rebeca Arias-Real —primera autora del estudio— y Margarita Menéndez. También ha formado parte de la investigación Cayetano Gutiérrez-Cánovas, investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Búsqueda de indicadores de los impactos antrópicos
Pese a la extensión e importancia de los ríos intermitentes, estos ecosistemas han sido excluidos de casi todos los programas de conservación y evaluación, porque es muy complicado establecer condiciones de referencia, debido a las diferentes fases acuáticas y secas por las que atraviesan.
«Las herramientas actuales de biomonitoreo están basadas en las especies que viven en los ríos permanentes y, por tanto, no son eficientes si las aplicamos, sin adaptaciones, a los ríos intermitentes», explica Isabel Muñoz.
Los organismos que albergan estos ríos intermitentes presentan adaptaciones que les permiten vivir en condiciones de cambio entre fases acuáticas y terrestres. Por tanto, el objetivo del estudio es conocer qué especies pueden vivir en los ríos intermitentes, o en qué condiciones hidrológicas son capaces de hacerlo, para poder adaptar y modificar los índices actuales de evaluación del estado ecológico de los ríos. «Con nuestro enfoque se podrían llegar a identificar taxones e indicadores que respondan a los impactos antrópicos y no al estrés de la fase seca o terrestre», explica Rebeca Arias-Real.
"Es decir, que una especie no aparezca en un río intermitente no necesariamente quiere decir que sea por contaminación antrópica, quizá es porque esa especie no posee las adaptaciones necesarias para sobrevivir en estos ecosistemas tan fluctuantes".
Invertebrados acuáticos resistentes y sensibles a las fases secas
Con este objetivo, los investigadores han medido variables hidrológicas de los ríos intermitentes como, por ejemplo, el número exacto de días que los ríos estaban «secos» o las veces que se secaban a lo largo de un año. «En los últimos años, el uso de sensores capaces de medir in situ la temperatura o el nivel del agua ha hecho que cada vez dispongamos de más aproximaciones cuantitativas que nos ayudan a entender mejor el efecto de la intermitencia del flujo en la biodiversidad», resalta Rebeca Arias-Real.
A partir de estas variables y del estudio detallado de las características y la abundancia y la densidad de los invertebrados acuáticos en las diferentes fases hidrológicas, los investigadores han podido construir los nichos hidrológicos de estos organismos, es decir sus límites de resistencia a la desecación. A raíz de los resultados, se establecieron cuatro grupos diferentes de invertebrados: uno sensible a la desecación y tres con diferentes niveles de resistencia. Así, las especies que presentan nichos resistentes a la fase seca podrían servir para desarrollar o adaptar los índices de biomonitoreo actuales y establecer las condiciones de referencia para los ríos intermitentes, mientras que las especies con nichos sensibles «deberían ser excluidas de los índices, puesto que su ausencia no se debe a impactos antrópicos si no a la imposibilidad de su presencia», apunta Rebeca Arias-Real.
"Por ejemplo, continúa, identificamos taxones sensibles a la contaminación con tolerancia a la desecación parcial, como Lepidostoma; moderada, como Corduliidae; o alta, como Nemoura, que podrían servir como potenciales bioindicadores para los ríos intermitentes".
Ríos intermitentes y cambio climático
Estos resultados abren la puerta a implementar esta metodología en otras regiones y a utilizarla con otras especies para poder mejorar la conservación de estos ecosistemas que se prevé aumenten en los próximos años. «Debido al cambio climático (aumento de temperatura y descenso de precipitaciones), se espera que muchos ríos que ahora son permanentes se vuelvan intermitentes y que los ya intermitentes aumenten en frecuencia y duración sus fases secas», alerta Rebeca Arias-Real.
Por tanto, para la investigadora, es muy importante «seguir trabajando para entender cómo la biodiversidad responde a los continuos ciclos de fases acuáticas y secas y cómo esto afecta a su funcionamiento para poder avanzar en la conservación de estos ecosistemas únicos», concluye la investigadora.