Entrevista

"La colaboración público-privada ha hecho que España sea un referente en desalación y reutilización"

Entrevista a Silvia Gallego y Belén Gutiérrez, miembros del Consejo de Dirección de la Asociación Española de Desalación y Reutilización AEDyR
Autor/es
Nuria Suárez
Entidad
28-08-2024
Publicado en

Ante un contexto global donde la escasez de agua es una preocupación creciente, España se posiciona como un referente en la implementación de tecnologías avanzadas para la gestión sostenible del recurso hídrico. A sabiendas de que la desalación y la reutilización de agua han emergido en los últimos años como soluciones prioritarias para aumentar la disponibilidad de agua en el país, profundizamos en la materia de la mano de dos expertas en el área. Belén Gutiérrez y Silvia Gallego, miembros del Consejo de Dirección de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), comparten sus perspectivas sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta España en materia de desalación y reutilización de agua, además de destacar las innovaciones y políticas necesarias para asegurar un futuro hídrico sostenible en el territorio.

 

El sector de la agricultura atraviesa actualmente una importante situación de riesgo de escasez de agua en determinados territorios de España. Ante ello, los recursos no convencionales han pasado a perfilarse como una de las soluciones prioritarias. ¿Cómo ha sido el proceso para llegar a postular estos recursos al frente de las estrategias para el regadío?

Se ha producido una concatenación de situaciones que han convertido a los recursos no convencionales en un seguro de vida para la agricultura. Por una parte, la creciente escasez de agua en determinadas regiones, agravada por el cambio climático y episodios de sequía cada vez más severos, unido al aumento de la demanda agrícola, ha llevado a un reconocimiento generalizado de la necesidad de buscar soluciones alternativas a los recursos convencionales. Por otra, la necesidad ha provocado que se realicen proyectos e investigaciones que validen estos recursos que hace décadas era impensable utilizar para el riego. En el caso de la reutilización de aguas residuales tratadas para riego agrícola, los aspectos que la han fomentado son la cada vez mayor generalización de los tratamientos terciarios, su bajo coste y también la cada vez mayor regulación. En el de la desalación, fue fundamental la adopción generalizada de tecnología de ósmosis inversa, que permite producir agua de gran calidad con un consumo energético inferior a sus predecesoras. En concreto, este consumo ha disminuido un 94% en los últimos 50 años, lo que ha facilitado la reducción del precio del agua de mar desalada a valores entre 0,5 y 1,0 €/m3.  

Todo ello se suma y es corroborado por las experiencias de éxito de comunidades de regantes en el sureste español a lo largo de los años, que, con el uso de agua desalada y reutilizada, han demostrado un aumento de la producción, diversificación de cultivos y la recuperación de acuíferos sobreexplotados. 

 

"Las experiencias de éxito de comunidades de regantes en el sureste español a lo largo de los años con el uso de agua desalada y reutilizada han demostrado un aumento de la producción, diversificación de cultivos y la recuperación de acuíferos sobreexplotados"

 

 

Esta mayor utilización de recursos alternativos ha venido acompañada por políticas incentivadoras para salvaguardar la actividad de las explotaciones agrícolas. ¿Cómo ha evolucionado la apuesta de la Administración por la desalación y la reutilización de agua para riego agrícola?, ¿cuáles han sido las medidas más relevantes para hacer más extensivo su uso en el sector?

Podemos decir que en la actualidad existe un consenso general en la urgencia de invertir, actualizar y modernizar las infraestructuras hídricas. A partir de ahí, hay diferencias respecto a la forma más eficiente de abordar esta cuestión dependiendo de las necesidades de cada territorio. Tanto el Gobierno como las comunidades autónomas de las zonas más necesitadas de agua han promovido la construcción de plantas de desalación y han impulsado la reutilización del agua en todo el país, adaptando las medidas a las necesidades específicas de cada zona y siempre cumpliendo con las directrices de la Unión Europea para garantizar un uso sostenible de este recurso. 

No obstante, sería necesaria una mayor planificación a largo plazo, que incorpore más plantas de desalación y reutilización en el Plan Hidrológico Nacional, de acuerdo con las necesidades de las regiones, como soluciones complementarias al resto de recursos y que sirvan de garantía ante un escenario con cada vez más superficie bajo condiciones de estrés hídrico.

Por otro lado, en los últimos años se están destinando fondos a la inversión en balsas de regadío para la acumulación de agua desalada, lo que permite a comunidades de regantes la utilización de esta agua en los periodos de mayor estrés hídrico y, por tanto, hacer más extensivo su uso.

 

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En un reciente Observatorio organizado por AEDyR se expuso que el motivo que ha llevado a España a ser referente mundial en desalación y reutilización es la propia necesidad de agua. ¿Cómo han evolucionado las políticas y regulaciones en España para fomentar la adopción de tecnologías de desalación y reutilización? ¿qué papel está jugando la colaboración público-privada para tal fin?

Las políticas y regulaciones en España han evolucionado significativamente para fomentar la adopción de tecnologías de desalación y reutilización de agua. Este progreso ha sido impulsado por la necesidad de abordar la escasez de agua, especialmente en regiones costeras. Inicialmente, la legislación establecida en la Ley de Aguas de 1985 sentó las bases para la reutilización del agua, seguida por el Real Decreto 849/1986, que definió jurídicamente este proceso. Posteriormente, la Ley 11/2005 modificó el Plan Hidrológico Nacional, promoviendo tanto la desalación como la reutilización del agua como estrategias clave. Programas como el Programa A.G.U.A. en 2004 impulsaron la construcción de desaladoras a lo largo de la costa mediterránea. Más recientemente, el Plan DSEAR 2014-2023, aprobado en 2021, se ha centrado en la depuración, saneamiento y reutilización de aguas residuales. La normativa más reciente, el Real Decreto-ley 4/2023, adopta medidas urgentes en respuesta a la sequía, alineadas con el Reglamento (UE) 2020/741.

La colaboración público-privada ha sido y es fundamental en la implementación de estos proyectos hídricos a gran escala. Esta colaboración incluye mecanismos de diálogo y cooperación entre empresas y administraciones públicas, asegurando una gestión eficiente y sostenible de los recursos hídricos. Esta colaboración a lo largo de los años ha hecho que tanto España como las empresas españolas sean un referente en desalación y reutilización tanto para agricultura como para uso potable e industrial. 

 

Sería necesaria una mayor planificación a largo plazo, que incorpore más plantas de desalación y reutilización en el Plan Hidrológico Nacional de acuerdo a las necesidades de las regiones como soluciones complementarias al resto de recursos.

 

 

Centrándonos en la industria de la desalación y reutilización, ¿existe un despliegue suficiente de infraestructuras para hacer frente al previsible incremento en el uso de estos recursos no convencionales en España?

Según datos de AEDyR, en la actualidad España cuenta con una capacidad instalada de desalación de 5 millones de m3 al año, y se estima que un 21% del agua desalada se destina a la agricultura, siendo el cuarto país a nivel global en cuanto a capacidad instalada se refiere. Si hablamos de reutilización, los datos son menos concretos, pero según el INE en nuestro país se reutilizan en torno a 600 hectómetros cúbicos al año, en torno al 10-12% del agua residual tratada, y más del 60% de esta se destina a riego agrícola. A pesar de ello, hay zonas en nuestro litoral que se prevé que se enfrenten a restricciones en los meses de verano, que, incluso, pueden afectar al agua para consumo humano este año. Es necesaria una evaluación de esta situación en profundidad para prevenir que en episodios de sequía se reduzcan las dotaciones de agua para riego agrícola. 

Además, está claro que, a medida que se construyan nuevas plantas de desalación y de reutilización, es necesario, asimismo, invertir en las infraestructuras necesarias para hacer llegar el agua que se produzca en esas instalaciones a los consumidores finales de una forma eficiente. Como hemos comentado, todo esto debe estar incluido dentro de una planificación completa por regiones. Es esencial que el Plan Hidrológico Nacional incorpore estrategias de adaptación al cambio climático, incluyendo medidas de gestión de riesgos, así como infraestructuras resilientes. La desalación y reutilización del agua en este aspecto son elementos clave en el Plan Hidrológico Nacional español, desempeñando un papel fundamental en la búsqueda de soluciones para reducir los déficits hídricos existentes y cumplir con los compromisos establecidos previamente, pero no alcanzados en periodos anteriores.

 

"Según datos de AEDyR, en la actualidad España cuenta con una capacidad instalada de desalación de 5 millones de m3 al año"

 

 

En lo que respecta a la tecnología en este ámbito, ¿qué avances están impulsado la eficiencia y la sostenibilidad en los procesos de desalación y reutilización del agua?, ¿cómo está el sector aprovechando el despliegue de soluciones relacionadas con las energías renovables, digitalización o la automatización en las instalaciones?

Hay pocos sectores que se hayan preocupado tanto por ser cada vez más sostenibles como el de la desalación y reutilización. Esto ha hecho, como hemos comentado antes, que, por ejemplo, el consumo en las desaladoras de agua de mar se haya reducido hasta 94 veces en las últimas décadas si lo comparamos con el de las primeras plantas de evaporación. Como se ha publicado desde AEDyR en el documento de “Las 10 certezas de la Desalación”, podemos afirmar que la desalación no consume mucha energía. La tecnología de la ósmosis inversa, avances en las membranas, recuperadores de energía, mejores rendimientos de equipos y la innovación que las empresas de desalación y reutilización han llevado y llevan a cabo son en la actualidad procesos eficientes y sostenibles.

 

Las energías renovables, digitalización o la automatización en las instalaciones no han hecho otra cosa que contribuir a mejorar esa eficiencia y sostenibilidad, y son en la actualidad una parte importante dentro de cualquier planta de tratamiento del sector. Un mayor uso de recursos no convencionales para garantizar la seguridad hídrica de la agricultura requerirá esfuerzos notorios en materia de inversión en modernización, ampliación y nuevas infraestructuras. ¿Se están movilizando mecanismos públicos de financiación para que la industria pueda acelerar estas inversiones? ¿qué barreras encuentran en esta área?

Claro que existen mecanismos públicos, pero eso no significa que cubran todas las necesidades. Precisamente, el subdirector general de Dominio Público Hidráulico e Infraestructuras del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico comentó en el Observatorio que celebramos recientemente que en el tercer ciclo de planificación se van a dedicar unos 800 millones de euros a agua desalada y alrededor de 400 a reutilizada. En el mismo evento, la subdirectora general adjunta de Regadíos, Caminos Naturales e Infraestructuras Rurales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reconoció que las obras relacionadas con la desalación y reutilización de agua son cada vez más importantes para el Ministerio e informó que desde él se está desarrollando un plan para la mejora de la eficiencia y la sostenibilidad en regadío que estará dotado con más de mil millones de euros de fondos procedentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, de los que 216 millones serán para actuaciones en comunidades de regantes que utilicen aguas desaladas o reutilizadas.

También creemos que es necesario avanzar en el diseño de un marco normativo robusto y claro, para brindar seguridad a las empresas involucradas en proyectos hídricos, así como en la agilización de los plazos de contratación de los proyectos. Estos son pasos fundamentales para promover la eficiencia y la prontitud en la ejecución de proyectos. La simplificación de los procedimientos administrativos y la eliminación de barreras burocráticas innecesarias acelerarán la implementación de iniciativas. Esto no solo beneficiará a las empresas contratistas, sino que también asegura una respuesta más rápida a las necesidades hídricas críticas que actualmente vivimos.

 

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Llevado al campo de la innovación, ¿cuáles están siendo los avances más significativos respecto a la aplicación de los recursos hídricos no convencionales en agricultura? ¿qué tecnologías emergentes están mostrando un mayor potencial?

En el caso del agua desalada para uso agrícola, por ejemplo, la innovación en las membranas de ósmosis inversa ha permitido en estos años tener un “agua a la carta” adaptable a las necesidades de cada cultivo. En la actualidad, además, el uso de recursos no convencionales para la agricultura también se beneficia de las innovaciones propias del sector ligadas a la innovación en  procesos de pretratamiento, disminución del consumo energético, valorización económica del concentrado, así como el uso de energías renovables. Pero cabe destacar que la digitalización está revolucionando el sector agrícola, permitiendo un control más preciso y eficiente del uso del agua. Tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial y el análisis de big data están siendo aplicadas para monitorizar y gestionar el riego en tiempo real, optimizando el uso del agua y mejorando los rendimientos agrícolas.

 

"Hay pocos sectores que se hayan preocupado tanto por ser cada vez más sostenibles como lo hace el sector de la desalación y reutilización"

 

 

De cara a proporcionar un escenario estable y seguro para el agua en la agricultura, ¿cuáles son los principales retos que enfrenta actualmente el sector?, ¿qué oportunidades se abren de cara a los próximos años?

El sector agrícola se enfrenta a distintos desafíos en lo que respecta al agua. Estos desafíos incluyen la creciente escasez de agua, debida en parte al cambio climático, así como la gestión en muchas ocasiones ineficiente de los recursos hídricos, lo que provoca pérdidas significativas en la distribución y en la propia utilización del agua. Además, la contaminación del agua o un agua de cada vez peor calidad procedente de acuíferos sobreexplotados representa una amenaza para garantizar la cantidad de recurso de calidad suficiente disponible y, por tanto, para los propios cultivos. La competencia por el agua, tanto dentro del sector agrícola como con otros sectores, genera tensiones y conflictos que deben ser abordados, y la escasez de inversión necesaria en infraestructuras de riego modernas dificulta aún más la gestión eficiente del agua en la agricultura.

 

"Es necesario avanzar en el diseño de un marco normativo robusto y claro para brindar seguridad a las empresas involucradas en proyectos hídricos"

 

Sin embargo, también hay oportunidades para mejorar la gestión del agua en los próximos años. La continua innovación tecnológica del sector es un valor clave. Con la implementación de sistemas de riego inteligentes, la digitalización y la adopción de prácticas de agricultura de precisión, seguirá mejorando la eficiencia del uso del agua y se reducirán las pérdidas. La reutilización de aguas residuales tratadas y la desalación del agua de mar y salobre seguirán ofreciendo oportunidades para aumentar el suministro de agua de calidad para la agricultura, especialmente en regiones afectadas por la escasez de recursos, liberando otros recursos y garantizando una seguridad hídrica independiente de las condiciones climáticas. La adopción de una gestión integrada del agua, que tenga en cuenta las necesidades de todos los usuarios y los ecosistemas, puede maximizar el uso sostenible del agua en la agricultura. Y es importante no olvidarnos de la educación y la concienciación sobre la importancia del agua en la agricultura, así como sobre prácticas de uso eficiente del agua, que pueden fomentar cambios de comportamiento y promover una cultura de conservación del agua tanto en el sector agrícola como en otros sectores.  

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