Gran parte de los residuos plásticos del litoral de Tarragona son fibras de ropa de la lavadora
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El agua marina, así como la arena de las playas y los sedimentos del litoral de Tarragona contienen cantidades de plásticos similares a las de una gran ciudad como Barcelona, y más de la mitad de ellos son fibras de ropa procedentes de la lavadora. Este es uno de los principales resultados de un estudio realizado por investigadores del grupo de investigación TecnATox de la Universitat Rovira i Virgili que se presentó la semana pasada a un congreso en Helsinki. No se trata únicamente de los residuos plásticos que se pueden ver flotando en el agua o arrastrados por las olas de mar. Lo que más preocupa a los investigadores es la presencia de plásticos de tamaño microscópico, que no se pueden ver a simple vista pero que pueden afectar la salud humana. Estudiar estas partículas y sus efectos es el objetivo principal de los investigadores de los Departamentos de Ingeniería Química y de Bioquímica y Biología Molecular de la URV. A lo largo de diferentes estudios pioneros iniciados en 2018 analizaron muestras de agua de mar, de sedimentos marinos y de arena de las playas del litoral de Tarragona para observar la presencia de plásticos y su posible procedencia.
Estos plásticos llegan al medio marino a través de torrentes y rieras, arrastrados por ríos caudalosos como el Ebro o a través del alcantarillado y de los emisarios marinos. También proceden de derrames de polímeros de plástico de origen industrial, y de derrames directos a la mar por parte de embarcaciones. Pero estudios recientes también han descubierto otras posibles fuentes de contaminación, como el caso de las fibras sintéticas que se desprenden de las prendas cuando lavamos la ropa. A partir de las muestras obtenidas en el litoral tarraconense, los investigadores han observado que hasta el 57% del total de los plásticos analizados procedentes del agua marina corresponden a este tipo de fibras microscópicas de la ropa, que acaban siendo arrastradas hasta las estaciones depuradoras, donde sólo una parte es eliminada del agua que finalmente se vierte al mar.
Cuando se analizaron los sedimentos y la arena de las playas, los resultados de las analíticas pusieron de manifiesto la existencia de plásticos de tamaño microscópico de tres grupos principales: polipropileno (un 42%), poliestireno (un 37%) y polietileno (un 16%). Todos ellos corresponden a residuos plásticos de los objetos de la vida cotidiana como bolsas, embalajes, contenedores y envases de todo tipo. Los plásticos que llegan a las playas no se degradan y únicamente se rompen en fragmentos cada vez más pequeños debido a la fuerza de las olas. Por eso se habla de microplásticos cuando el tamaño es de pocos milímetros (hasta 5) y de nanoplásticos cuando sus dimensiones son inferiores a un milímetro.
La presencia de estos residuos en el medio marino no sólo conlleva un problema de contaminación, sino que también es un riesgo para la salud. Los plásticos microscópicos pueden ser consumidos por los humanos a través de los alimentos, que no tienen que ser necesariamente de origen marino. Tanto los invertebrados marinos filtradores, mayoritariamente moluscos y crustáceos, como peces que viven en el fondo del mar, ingieren los plásticos microscópicos que se encuentran en el agua y los sedimentos. Dependiendo del tamaño, los microplásticos pueden bloquear el tracto digestivo de invertebrados y peces, provocando su muerte, y pueden también encontrarse en su sistema digestivo en el momento de la captura.
Además, los plásticos marinos captan metales pesados y moléculas orgánicas potencialmente tóxicas que también pueden encontrarse en el sistema digestivo de aquellos organismos y que, por tanto, pueden pasar a las personas cuando se alimentan. El siguiente paso ahora es estudiar si los plásticos de menor tamaño, los nanoplásticos, pueden atravesar las membranas de las células del hígado, del riñón o del sistema nervioso. En este sentido, los investigadores de Tecnatox están desarrollando nuevos métodos de detección de estos nanoplásticos en muestras biológicas, lo que permitirá evaluar los efectos nocivos de estos residuos para el salud humana.