Gases renovables, una opción irrenunciable para la descarbonización
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Los objetivos de descarbonización de la economía fijados por la Unión Europea para el año 2050 son tan ambiciosos y retadores, que todas las posibles soluciones que puedan contribuir a su consecución deben ser consideradas y analizadas de manera adecuada, bajo la consideración de que difícilmente existirán soluciones únicas para todo.
Asimismo, conseguir que este irrenunciable objetivo de emisiones netas nulas de gases de efecto invernadero se alcance de manera sostenible, desde todos los puntos de vista y poniendo en el centro al ciudadano y su bienestar, es igualmente una necesidad.
Para abordar los objetivos de descarbonización de la UE para el año 2050 es necesario que todas las posibles soluciones que puedan contribuir a su consecución sean consideradas y analizadas.
Una de las soluciones que se está considerando actualmente como más efectiva en el ámbito energético es la de los gases renovables, pues contribuyen a satisfacer las necesidades energéticas de la sociedad, asegurar el suministro y reducir la dependencia exterior. Asimismo, su uso permite reducir emisiones de gases de efecto invernadero al ser neutros en carbono (se puede incluso considerar que, bajo determinadas circunstancias, aportan emisiones negativas). Otra de sus contribuciones está en la mejora de la gestión ambiental de residuos orgánicos domésticos, ganaderos o agrícolas, de difícil tratamiento e importante relevancia económica.
El biogás, el gas de síntesis y el hidrógeno son los principales gases renovables con que contamos.
El biogás se obtiene mediante digestión anaerobia de materiales orgánicos biodegradables, como residuos orgánicos domésticos, lodos de depuradoras o deyecciones ganaderas. Tras el correspondiente proceso de depuración y tratamiento, se obtiene el biometano, que es absolutamente intercambiable con el gas natural. Adicionalmente, en el proceso de producción, se obtienen subproductos que pueden ser utilizados como fertilizantes, en una lógica de economía circular.
Por su parte, el gas de síntesis se genera mediante gasificación térmica de materia lignocelulósica procedente de residuos forestales o agrícolas. Además de su valor energético, contribuye a la limpieza de bosques, evitando el riesgo de incendios.
Y por último, el hidrógeno se produce fundamentalmente a partir de electricidad renovable mediante electrólisis del agua, obteniendo de esta manera hidrógeno renovable y oxígeno. Esta solución constituye una alternativa a las baterías como modo de almacenar la energía eléctrica generada por las renovables, ya que el hidrógeno puede ser inyectado en el sistema gasista hasta unos determinados porcentajes (20%-30%, según los estudios). De esta manera, se aprovecha su elevada capacidad de almacenamiento para cubrir necesidades de carácter estacional, algo que con las baterías es difícil de satisfacer. Como alternativa y tras un proceso de metanación, haciendo reaccionar el hidrógeno renovable producido con CO2 capturado de puntos de emisión de la industria o la generación, podemos obtener metano, inyectable directamente en el sistema gasista sin limitación alguna.
En definitiva, los gases renovables no cumplen exclusivamente una función de suministro energético, sino que aportan una solución más transversal, incluyendo la reducción de emisiones o la gestión de residuos. Esto hace posible además el acoplamiento de las infraestructuras eléctricas y gasistas en un verdadero y único sistema energético, que será operado de la manera más eficiente en cada situación, junto con la generación de electricidad renovable.
Los gases renovables no cumplen exclusivamente una función de suministro energético, sino que aportan una solución más transversal, incluyendo la reducción de emisiones o la gestión de residuos.
Adicionalmente, los gases renovables constituyen la única solución posible para la descarbonización sostenible en algunos sectores, cuya demanda energética y térmica no puede ser satisfecha de manera eficiente por otras fuentes de energía renovable, especialmente, aunque no exclusivamente, en el sector industrial.
Consciente de este potencial y de la necesidad de aportar cuantas más soluciones posibles ante el reto de la descarbonización en todos los ámbitos, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima presentado por España ante la Unión Europea ya contempla los gases renovables como un área de actuación. Y por la misma razón, más recientemente, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha publicado el borrador de Hoja de Ruta del Hidrógeno, al igual que la Comisión Europea hizo lo propio con la Estrategia Europea del Hidrógeno.
Es necesario también extender lo más posible el conocimiento sobre estas tecnologías, pues formarán parte de nuestro “mapa energético” en el futuro. La Fundación Naturgy, con la intención de contribuir a ese objetivo, ha publicado recientemente el libro “Los gases renovables. Un vector energético emergente”, que está disponible de forma gratuita en www.fundacionnaturgy.org. En él, se revisa desde un punto de vista técnico el estado de desarrollo tecnológico, los distintos usos posibles, su integración en el sistema energético y su papel en el ámbito de la gestión de residuos. Y también ofrece una evaluación económica, incluyendo el potencial de España y su competitividad en términos de costes, así como las barreras regulatorias y de otra índole que habría que superar para su efectivo desarrollo.
Apostar por los gases renovables reduciría más del 10% de las emisiones previstas en España para 2030.
En la publicación, se estima que el potencial de reducción de emisiones por el uso de gases renovables está en torno a los 35 Mt CO2 eq/año, que equivale a más de un 10% de las emisiones previstas por España en el 2030. Sus autores también cifran el potencial de producción de gas renovable en torno a los 18 bcm/año, lo que equivale a más de un 60% de la demanda actual de gas natural.
España tiene la oportunidad de convertirse en un referente en el desarrollo de este tipo de gases, teniendo en cuenta su capacidad de generación de electricidad renovable y las infraestructuras energéticas existentes. Esto implica, también, la posibilidad de generar una industria creadora de puestos de trabajo, aumentando la competitividad del país.
España tiene la oportunidad de convertirse en un referente en el desarrollo de este tipo de gases, teniendo en cuenta su capacidad de generación de electricidad renovable y las infraestructuras energéticas existentes.
La capacidad tecnológica y empresarial existe, y los objetivos de descarbonización son irrenunciables. Hay que continuar, por tanto, con la búsqueda de marcos adecuados que permitan superar las barreras, evitar incertidumbres y dar seguridad a las inversiones, con una mirada puesta en el largo plazo, pero siendo conscientes de que los desarrollos tienen que empezar ya hoy.
Artículo publicado en el número 225 Especial Bioenergía 2020