Cuidar el agua es cuidar de nosotros mismos y nuestros descendientes
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Afianzar una conciencia social generalizada y persistente sobre la importancia de realizar una gestión y uso eficiente del agua, comprometiéndonos todos con su cuidado en plena situación de sequía, agravada por unos efectos del cambio climático de especial incidencia en Andalucía.
Este es uno de los objetivos prioritarios para el sector del agua en 2022 y a futuro. Una prioridad de las empresas integradas en ASA Andalucía que, si bien abarcan el territorio de la comunidad autónoma andaluza, responde a un compromiso común sin límites geográficos ni temporales: cuidar el agua es cosa de todos, ahora y siempre. La colaboración y corresponsabilidad de la ciudadanía, las entidades públicas y empresariales es completamente fundamental.
Afrontamos pues desde todos los frentes, administración hidráulica, empresas operadoras del servicio y la propia ciudadanía, un déficit estructural de agua que afecta a los sistemas de abastecimiento urbano, siendo especialmente relevante la dimensión e incidencia que tiene Andalucía en el suministro de agua: es la comunidad que mayor volumen de agua proporciona a la red (un 17%). Más aun tratándose de una tierra seca, donde la escasez prolongada de precipitaciones está provocando un descenso notable de las reservas hídricas disponibles.
Los ciclos de sequía son cada vez más intensos, largos y frecuentes. Entre septiembre y noviembre de 2021, los principales observatorios andaluces registraron de media casi un 64 % de déficit hídrico respecto a los valores normales. Andalucía ha vivido el tercer otoño consecutivo de severo déficit de agua.
Así las cosas, el pasado mes de noviembre era declarada desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) la situación excepcional por sequía extraordinaria, habiendo finalizado un mes antes (30 de septiembre) el anterior año hidrológico con un dato de precipitación acumulada un 17% inferior, y con los embalses de España en general por debajo de la media de la última década.
El escenario hidrológico viene siendo poco favorable desde el último año y, ya en junio de 2021, la Junta de Andalucía también aprobó un decreto de sequía ante la situación de los distintos sistemas de las Demarcaciones Hidrográficas Intracomunitarias andaluzas.
En diez años, las reservas de agua han disminuido también a la mitad en Andalucía, pasando de estar por encima del 70% de su capacidad, a situarse en torno al 30% en los primeros meses de 2022. Hay incluso zonas más perjudicadas que recientemente han llegado a bajar varios puntos del 30%.
El presente año hidrológico no es más que una continuación del anterior y, desde el pasado 1 de octubre, las precipitaciones acumuladas se sitúan nada menos que un 42% por debajo de la media de los últimos 25 años (según informe pluviométrico de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir). Más significativo aún, la precipitación media de enero de 2022, el mes más seco del año hidrológico que comenzó hace cuatro meses, ha sido un 85% inferior al valor de la media histórica.
Administraciones públicas y empresas hemos de seguir esforzándonos en inculcar y consolidar un mayor nivel de concienciación y compromiso ciudadano con el agua como bien común para todos y como vector de recuperación social, económica y medioambiental.
En febrero los embalses han acumulado meses de alerta, estando a menos de un tercio de su capacidad. Vivimos una situación muy delicada que se prolonga en el tiempo. La escasez de agua en nuestro clima es ya una reiteración, mientras las necesidades humanas siguen siendo, como mínimo, las mismas. Nos encontramos pues ante un problema estructural: gastamos más agua de la que tenemos, no porque derrochemos, sino porque no la recuperamos. Es decir, tenemos un déficit hídrico al que se le suma la sequía.
Responsabilidad social compartida
En medio de esta realidad social y ambiental, el agua tienen que seguir llegando a cada momento a las casas. Las entidades suministradoras son prestadoras de un servicio esencial que han de ofrecer siempre, sin excepciones ni restricciones, con las máximas condiciones de disponibilidad, continuidad, regularidad y calidad. Muchas de estas entidades han diseñado y confeccionado planes especiales y de emergencia para la gestión de la sequía y su prevención, promoviendo para ello la coordinación, la planificación, la anticipación y la gobernanza consensuada de los recursos hídricos.
Se ha producido pues un avance importante en la sensibilidad de las administraciones competentes y los gestores de cara a la elaboración de planes especiales y de emergencia. El objetivo prioritario es maximizar la disponibilidad de agua requerida para garantizar el bienestar sanitario y la vida de la población.
Asimismo, desde la Administración hidráulica de la CCAA se han habilitado algunas fórmulas de refuerzo al suministro, como es el hecho de que el canon autonómico no solo se destine a obras de depuración de interés, sino que también pueda vincularse a la atención del abastecimiento en alta, como medida de reactivación para una gestión sostenible de las infraestructuras y garantía del servicio. Así, siendo el agua un recurso indispensable para la vida, y en la búsqueda de mecanismos para alcanzar la resiliencia al cambio climático y sus efectos, en los dos últimos años han sido declaradas de interés de la Comunidad Autónoma un listado de obras de abastecimiento en alta (17) en determinadas zonas de Andalucía (inversión plurianual de 430 millones de euros dentro del plan ‘Andalucía en marcha’) para paliar la sequía.
Infraestructuras para un servicio sostenible: reto y oportunidad
Y es que la escasez de agua pone aún más de manifiesto las limitaciones de las infraestructuras hidráulicas. La sostenibilidad de este servicio esencial pasa una vez más por lo que hasta ahora viene siendo el gran cuello de botella: atender el déficit de inversión y promover la renovación y resiliencia de las instalaciones.
Recordemos que urge invertir en la conservación de los sistemas de estos servicios públicos (más del 50% de las redes de abastecimiento y alcantarillado tienen más de 30 años y una tasa de renovación decreciente en los últimos años), y que solo en Andalucía habría que destinar 645 millones de euros anuales a ello. En los últimos años ha continuado el déficit inversor y el envejecimiento del parque de infraestructuras: la media anual de inversión real no alcanza el 50% de lo necesario. Es inminente la necesidad de inversión en renovación y obra nueva en el ciclo del agua.
En el escenario europeo, existe la oportunidad de incardinar dentro de la convocatoria de Fondos Europeos Next Generation, de manera directa o indiercta, una partida económica destinada a proyectos que atiendan a una serie de fines generales entre los que se encuentran los medioambientales, y ahí cabría incluir la inversión en infraestructuras hidráulicas, con una apuesta firme y prioritaria por la digitalización del sector del agua.
La falta de agua nos atañe a todos y hay que ser conscientes. Hay razones para estar preocupados por la escasez y sus efectos negativos, con serios escenarios perjudiciales a la vista como consecuencia de la sequía, ante lo que hay que actuar de manera inminente.
Por nuestra parte, desde el sector andaluz del agua, hemos trabajado en los últimos meses para la definición de una serie de proyectos estratégicos lo suficientemente transformadores, viables y maduros para su gestión y puesta en marcha por parte de las Administraciones dentro de dicha convocatoria, a través de fondos territorializados, de manera que sean motores de transición y progreso en las áreas de Eficiencia Energética, Economía Circular y Transformación Digital.
Más allá de la obtención de fondos y recursos económicos cuyo destino sean las infraestructuras hidráulicas, es igualmente imprescindible contar con mecanismos y procedimientos eficaces que, de forma colaborativa y coordinada, permitan llevar a la práctica la ejecución de los proyectos de forma ágil. Para ello, se necesitan fórmulas de colaboración público-público y público-privada entre las Administraciones públicas implicadas y los operadores del ciclo integral del agua.
Más vida al agua
Ante el prolongado déficit pluviométrico, que afecta directamente a la recarga de acuíferos -recurso exclusivo de suministro para muchas poblaciones andaluzas-, tampoco puede quedar fuera del plan integral de refuerzo del abastecimiento en situación de sequía la apuesta por alternativas de reutilización del agua, y una producción cada vez mayor de aguas regeneradas.
La reutilización en España supone actualmente en torno al 7% del agua suministrada (unos 300 hm3), con una tendencia anual al alza de un 8%.
La Junta de Andalucía está promoviendo usos terciarios en las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) que suponen a medio y largo plazo un recurso adicional, otra fuente hídrica a través del aprovechamiento de las aguas regeneradas.
Además, en el marco de la nueva Ley de Economía Circular de Andalucía hemos de ser referentes en desarrollo sostenible y eso pasa por fomentar un aprovechamiento pleno y responsable de los recursos, tener una cultura de nuevas oportunidades y aumentar el ciclo de la vida del agua.
Un compromiso de todos para una cuestión de supervivencia
Gestionar el agua en un escenario de cambio climático es equivalente a gestionar el riesgo, y esta realidad requiere pues un permanente esfuerzo colaborativo, porque todas las medidas son pocas.
Como sector, realizamos un seguimiento permanente y exhaustivo de una preocupación y una prioridad en nuestras demarcaciones hidrográficas, promoviendo reuniones continuas y comités específicos sobre sequía, a fin de ser plenos conocedores y partícipes de la situación, promotores de soluciones y ejecutores de acciones de mejora.
Ninguno de nosotros somos capaces de imaginar un mundo sin el agua corriente de uso público a la que accedemos a diario. Por ello, debemos erradicar la postura errónea de “yo no puedo hacer nada”, porque existen realmente comportamientos de éxito a aplicar para combatirlo y aminorar la gravedad.
Una de las iniciativas permanentes para seguir fomentando una actitud comprometida y responsable ante el escenario de sequía y cambio climático, es la puesta en valor de las campañas permanentes de concienciación y una llamada a la sensibilización ciudadana ante el uso responsable del agua, realizadas desde ASA y el sector, y orientadas a la reducción del consumo.
Si bien es cierto que el esfuerzo de la población es cada vez mayor, y así se refleja en la evolución del indicador anual de consumo de agua doméstica (disminuye en la media nacional hasta 128 litros por habitante y día, entre los más bajos de Europa), hay que seguir promoviendo acciones, desde las instituciones y la administración local con la puesta en marcha de planes de inversión y programas de gestión de riesgo por sequía; y también por parte de los entes de gestión del agua en las distintas demarcaciones territoriales, enfocando acciones sobre la eficiencia del servicio; la reducción de pérdidas en redes e inversión en el mantenimiento de conducciones; la prevención de agua no facturada; el máximo cuidado en la explotación; el seguimiento de la evolución de los sistemas; y, en definitiva, la búsqueda permanente de la máxima sostenibilidad de las infraestructuras, para alcanzar los objetivos medioambientales establecidos en la Directiva Marco del Agua.
Tengamos siempre muy presente que el agua, como elemento estratégico y transversal, juega un papel fundamental en el proceso de desarrollo sostenible, la conservación de nuestro hábitat y el progreso económico, social y ambiental.
Para finalizar, no puedo más que insistir en la apremiante necesidad de despertar o afianzar en todos los ciudadanos, ya sea bajo el rol de reguladores, gestores o usuarios, un sentimiento de identificación como cuidadores del agua: el agua no se cuida sola. Ha de ser un compromiso firme de todos, por nuestra agua de hoy y de mañana, y en definitiva por nosotros mismos y nuestros descendientes.
Artículo publicado en el número 236 de RETEMA.