El cambio climático como amenaza de la sostenibilidad de los recursos hídricos
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En la actualidad, hay varias grandes amenazas que se ciernen sobre la disponibilidad y sostenibilidad de los recursos hídricos. Unas están directamente relacionadas con el crecimiento demográfico y el desarrollo industrial y socioeconómico que, inevitablemente, están provocando un imparable aumento de la demanda y el deterioro de la calidad del agua por contaminación y sobreexplotación. Lo grave, además, es que ambas presiones pueden ser especialmente críticas en algunas zonas del mundo, con países en desarrollo ya afectados por la escasez del agua.
A ello se suman los efectos derivados del cambio climático que está generando, a escala global, alteraciones acusadas en la distribución, duración e intensidad de las precipitaciones, además del ascenso generalizado de temperatura. La ocurrencia de estos fenómenos climáticos está provocando, a su vez, graves impactos en las masas de agua, con descensos acusados en las reservas hídricas y la degradación y pérdida de calidad en ellas.
La necesaria adaptación en criterios y estrategias
Se perfila así un escenario de emergencia, en el que la gestión de los recursos hídricos requiere una rápida adaptación en sus criterios y estrategias, que han de estar apoyados sólidamente en tres pilares: uno, circunscrito a la protección y recuperación de las masas de agua naturales ?en lo que necesariamente se incluye el saneamiento?, otro pilar que vendría definido por una planificación racional en la gestión de los recursos atendiendo a ajustes en la disponibilidad vs. demanda en función de calidad del agua y usos ?aquí se incluiría la reutilización y la adecuación de los sistemas productivos a un menor uso consuntivo del agua?, y finalmente, un tercero que estaría conformado por la búsqueda y desarrollo de fuentes alternativas de agua dulce, en las que entrarían la desalación y la regeneración.
La crisis hídrica, actual y futura
Nos enfrentamos a una crisis hídrica, propiciada en parte por el cambio climático, pero partimos de una situación, ya de por sí, crítica: en su informe sobre el “Estado de los servicios climáticos en 2021: agua”, la Organización Meteorológica Mundial señala que más de 3.600 millones de personas no tienen un acceso adecuado al agua, lo que refuerza las conclusiones de otros organismos como la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial. Estas cifras ponen de manifiesto que nos encontramos muy lejos de cumplir del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 ?garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos?, y que posiblemente lo estaremos aún más en las próximas décadas. Por otra parte, hay que considerar que la escasez del agua en algunas áreas del mundo podrá llevar a situaciones de confrontación y tensiones geopolíticas, como está ocurriendo con materias primas y recursos energéticos. Así el reto de la gestión de los recursos hídricos en este escenario de cambio climático actual de tan fuerte impacto en ellos, adquiere una dimensión transnacional. Es imprescindible que los gestores comprendan y aprehendan esa dimensión: la sostenibilidad de los recursos hídricos se inserta en la sostenibilidad ambiental del planeta, y ello es a escala global. Tal relación es bidireccional: la sostenibilidad de recursos hídricos depende de la sostenibilidad ambiental, y viceversa.
Las herramientas y los mecanismos instrumentales para hacer frente a la crisis
Es indudable que los tres pilares arriba señalados, y los objetivos que de ellos se derivan, requieren una fuerte inversión para dotar las herramientas necesarias para alcanzarlos. Porque es fundamental conocer la situación actual de los recursos y desarrollar modelos predictivos en función de las futuras condiciones climáticas, usos y demandas, como también es imprescindible desarrollar herramientas de apoyo a la decisión en base a tal conocimiento. El reto de afrontar la crisis hídrica requiere el fortalecimiento institucional y de los mecanismos instrumentales de coordinación en un marco legal y regulatorio bien definido, la gestión de información y el desarrollo de infraestructuras, tanto de explotación como de control y seguimiento. Es fundamental el progreso y mejora de tecnologías en fuentes alternativas de agua, tanto en las que requieren mayores requerimientos constructivos y de mantenimiento, como aquellas próximas a soluciones basadas en la naturaleza. En este sentido, es imprescindible avanzar en la eficiencia energética y en la sostenibilidad ambiental de las tecnologías que se utilicen. Como también es imprescindible que exista una transferencia real tecnológica y de conocimientos de los países con más capacidad de I+D a aquellos con menos recursos económicos y que, además, son más vulnerables a la crisis hídrica.
No solo se trata de fortalecer el marco institucional y normativo, y desarrollar las herramientas tecnológicas, se trata también de crear una nueva cultura del agua, entendida esta como un frágil recurso, limitado y no totalmente renovable.
Sin embargo, no se alcanzará la eficacia esperada si no existe la adecuación de los sectores productivos agrícola e industrial a las nuevas estrategias de sostenibilidad de los recursos hídricos. No solo se trata de fortalecer el marco institucional y normativo, y desarrollar las herramientas tecnológicas, se trata también de crear una nueva cultura del agua ?en todos los ámbitos sociales y económicos?, entendida esta como un frágil recurso, limitado y no totalmente renovable.
En España ya se están dando los pasos para la adaptación de la gestión de los recursos hídricos. Así los nuevos Planes Hidrológicos contienen medidas concretas de adaptación al Cambio Climático, de acuerdo con las directrices establecidas por la Ley del Cambio Climático y Transición Energética, y el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. Pero es fundamental, como antes se indicaba, que esa adaptación trascienda también a los sectores que demandan el agua, doméstico y productivos, en un escenario que se vislumbra especialmente complejo por la ocurrencia de otra gran crisis: la energética.
Artículo publicado en el número 234 de RETEMA.