2022, un año crucial para la industria del reciclaje
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"La fortaleza crece en proporción a la carga". Esta célebre cita del político estadounidense Thomas Wentworth define a la perfección la situación con la que la industria del reciclaje despide el 2021 y afronta con moderado optimismo este año que comienza. Si la COVID-19 puso a prueba la fortaleza de las empresas y, con ella, la de los gobiernos e instituciones, tanto en el ámbito nacional como en el global, ha sido en este contexto tan complejo cuando una vez más se ha demostrado la importancia del sector recuperador y del servicio que ofrece a la sociedad, catalogado desde el primer estado de alarma como esencial.
Actualmente, vivimos una coyuntura caracterizada por diversos cuellos de botella en los mercados ante la carestía de materias primas en pleno periodo de recuperación económica y una clara evidencia de la dependencia energética de Europa, lo cual nos sitúa ante el espejo de lo que será el futuro a medio plazo si no transitamos con urgencia hacia un nuevo modelo de economía circular en el que seamos capaces de contrarrestar esa dependencia con la creación de un mercado interno fuerte y estable de materias primas secundarias.
Este nuevo paradigma, basado en el máximo aprovechamiento de los escasos recursos naturales disponibles, se plasmará a través del Plan de Recuperación de la Unión Europea, financiado a través del fondo Next Generation, vinculado a su vez al Pacto Verde Europeo y a la transición digital. Traducido al común de los mortales, estas políticas e iniciativas ambiciosas, pretenden que Europa lidere esa nueva economía, pero todas ellas suponen un elevado coste que, en lo que a la industria del reciclaje atañe, tenemos que ver cuáles son sus consecuencias.
Así, tanto desde la Federación Española del Reciclaje (FER) como desde la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC) hemos concluido que son políticas poco realistas, hechas desde los despachos de Bruselas y con un notable desconocimiento del sector de la gestión de residuos y de su realidad del día a día. Tanto es así que, nada más esbozarse sus líneas maestras a través de los primeros cambios legislativos, ya se ciernen amenazas de inseguridad jurídica y la imposibilidad de adaptación para las empresas.
Las nuevas normativas sobre gestión de residuos que verán la luz a lo largo del año establecerán la capacidad de España y de Europa para transitar con éxito hacia la economía circular.
Desincentivar el reciclaje
Peor aún, en medio de ese tsunami normativo, hemos detectado una peligrosa tendencia a favorecer al sector público y la creación de desventajas competitivas a las empresas privadas, sin olvidar que las probables restricciones a la exportación de materias primas secundarias podrían poner incluso en serio riesgo al propio modelo de economía circular, al obtener justo lo contrario de lo que se pretende, que no es otra cosa que desincentivar el reciclaje.
Para que todo se entienda mejor, regresando a la cita del inicio, la fortaleza del sector de la recuperación ha crecido, entre otros muchos factores, en proporción a la carga (burocrática) que cada normativa europea, nacional y autonómica en materia de residuos ha ido generando a las empresas. Pero la resistencia de éstas no es infinita y, a pesar de esa enorme capacidad de adaptación, no es de recibo que aquellos que más han contribuido a cumplir con los objetivos de reciclaje fijados por la Unión Europea sean sobre los que recaigan nuevas, continuas y gravosas cargas administrativas.
Por tanto, buena muestra de lo que está aconteciendo y que, sin duda, marcará esa ansiada consecución del nuevo modelo económico, en Europa y en España, será la capacidad de la industria del reciclaje de acometer elevadas inversiones en I+D+i para mejorar las tasas de recuperación de diversos flujos de residuos. Y difícilmente podrán afrontar tamaño reto si cada nueva transposición o adaptación normativa se traduce en mayores costes para ellas.
El sector afrontará el nuevo año expectante ante normativas tan importantes que están por llegar como la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados, el nuevo Real Decreto de Envases y Residuos de Envases o la modificación del Reglamento sobre traslado de residuos.
Otros flujos de residuos
En el caso de nuestro país, lo que nos dice la realidad es que la mayor parte de las líneas de financiación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia diseñado por el Gobierno se han destinado a los residuos municipales, de mayoritaria gestión pública, por lo que se hace más que necesario destinar mayores partidas presupuestarias destinadas a otros flujos de residuos que también forman parte de las líneas de inversión de la economía verde, tal y como establecen los objetivos fijados en el Pacto Verde Europeo.
Se hace muy necesario destinar mayores partidas presupuestarias de los planes de recuperación a otros flujos de residuos más allá de los municipales.
De este modo, el sector afrontará el nuevo año expectante ante normativas tan importantes que están por llegar como la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados, el nuevo Real Decreto de Envases y Residuos de Envases o la modificación del Reglamento sobre traslado de residuos. De la aceptación de las alegaciones y comentarios planteados por los representantes de la industria del reciclaje dependerá la velocidad a la que transitaremos hacia una Europa más ecológica, más digital y más resiliente.
Artículo publicado en el número 235 de RETEMA.