Maximizando el potencial de los biocombustibles en España
La industria de los biocombustibles en España enfrenta desafíos y oportunidades clave para avanzar hacia un modelo energético más sostenible.
La industria de los biocombustibles en España atraviesa un momento decisivo, enfrentando tanto oportunidades como desafíos que marcarán su desarrollo futuro. Desde la necesidad urgente de consolidar marcos regulatorios más robustos hasta el impacto transformador de las tecnologías emergentes, este reportaje ofrece una visión integral del potencial de los combustibles verdes para impulsar un modelo energético más circular y descarbonizado.
El mercado de los biocombustibles representa para España una oportunidad estratégica única para fortalecer su competitividad dentro del ámbito europeo, al mismo tiempo que impulsa la economía circular y la sostenibilidad. En un momento de profunda transformación, en el que convergen las necesidades de descarbonización del sector energético con las demandas medioambientales relacionadas con la circularidad de los materiales, los biocombustibles emergen como una solución estratégica para cumplir con los objetivos establecidos por Europa. En este reportaje, diferentes actores de la cadena de valor de los biocombustibles comparten su visión para delinear la dirección que está tomando el sector. Ruth Rivero, jefa de Proyectos Estratégicos de Biometano en PreZero España; David Vallejo, Director de Desarrollo de Negocio de Combustibles Sostenibles de Solarig; Óscar Barrero, socio responsable de Energía en PwC; Alberto González-Salas, socio del área de regulación técnico-económica del sector energético en Deloitte; y Javier Gil, director del Departamento de Biomasa del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), aportan sus perspectivas, desde sus respectivos campos de conocimiento, sobre el potencial y la proyección de este sector emergente.
Garantizar la diversificación y la seguridad energética, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles, se ha convertido para Europa en un objetivo primario, impulsado por la crisis energética sufrida en los últimos años y la posibilidad de aprovechar energéticamente unos residuos que actualmente se destinan a otros procesos. Así, desde los organismos europeos se han puesto en marcha una serie de mecanismos orientados hacia el desarrollo de una industria de los biocombustibles robusta, como el Pacto Verde Europeo o el Plan REPowerEU, cuyo fin último es lograr la descarbonización completa de todos los sectores del transporte mediante el uso extensivo de combustibles renovables. De hecho, las ambiciosas previsiones van más allá de aminorar la huella de carbono del sector, pronosticando la creación de una nueva cadena de valor para los combustibles verdes capaz de generar riqueza y empleo en todo el territorio.
“Tenemos un potencial de materias primas que nos situaría, como poco, en el pódium europeo”, señalan desde PwC. En particular, Óscar Barrero describe como formidable la posición de España para liderar el sector de los biocombustibles a nivel internacional, especialmente dentro de Europa. “Contamos con una industria energética con capacidades industriales y financieras para abordar las inversiones necesarias en el desarrollo de capacidad productiva, y tenemos un sector transporte con ambición de liderar en términos de sostenibilidad”, resalta. De entre las distintas industrias, la del transporte pesado, tanto de mercancías como de pasajeros, es la que está tomando la delantera respecto al uso de biocombustibles en la actualidad. Un ejemplo destacado es el sector aéreo, donde los combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) se presentan como la solución más óptima para su descarbonización. De hecho, algunas empresas ya afirman que incorporarán hasta un 10% de SAF en sus vuelos para 2030. “En definitiva, tenemos todas las herramientas para asumir una posición de liderazgo, pero la realidad es que todavía estamos al inicio”, advierte Barrero.
"En España tenemos un potencial de materias primas que nos situaría, como poco, en el pódium europeo de los biocombustibles", afirma Óscar Barrero, socio responsable de Energía en PwC.
Poniendo el foco sobre las empresas productoras de biocombustibles, la principal motivación tras su actividad consiste en contribuir con la transición energética y cubrir las necesidades de descarbonización en diversos sectores asociados, mayormente el de la movilidad. Tal es el caso de Solarig, que aprovecha recursos naturales endógenos como el viento, el sol, el agua o residuos agroganaderos para producir SAF. De forma similar, PreZero es capaz de generar biometano a partir del tratamiento de los residuos orgánicos, generando un valor añadido para los mismos. Ambos, por tanto, son claros ejemplos de circularidad, ya que transforman residuos en bioenergía, aplicable a una amplia variedad de fines. Así, logran un aprovechamiento energético de estos recursos, a la par que disminuyen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, logrando una reducción estimada en más del 80% en comparación con los combustibles fósiles.
En lo que concierne al ámbito del biometano, uno de los gases renovables con mayor potencial para sustituir al gas natural, su producción en España sigue siendo baja en comparación con otros países europeos, a pesar de ser el tercer país con mayor potencial para su desarrollo. Según datos de la European Biogas Association, actualmente solo 9 plantas están inyectando biometano a la red en España, en contraste con las 675 en Francia, 254 en Alemania, 133 en Italia y 119 en el Reino Unido. Desde PreZero, Ruth Rivero lanza un mensaje optimista: aunque el contexto actual plantea desafíos en términos de normativas y ambiciosas metas ambientales, también ofrece una oportunidad única para acelerar la transformación hacia un modelo más sostenible. “Vemos un futuro prometedor, teniendo en cuenta que nuestros clientes demandan cada vez más el biometano para reducir su huella de carbono. Considerando las obligaciones y compromisos que tenemos a nivel europeo para los próximos años, el biometano como gas renovable se convierte en la mejor solución para cumplir los objetivos fijados”, afirma Rivero.
Solarig, por su parte y en el ámbito de los biocombustibles, centra su actividad en desarrollar proyectos para la producción de SAF en Europa, con la meta de contribuir notoriamente a la descarbonización de un sector cuya electrificación resulta inviable en el medio plazo, debido a las dificultades tecnológicas que implica. Con este objetivo, la compañía localiza ubicaciones con óptimas condiciones de recursos naturales y residuos agroganaderos, lo que permite la implantación de plantas de producción competitivas y, además, contribuye al desarrollo socioeconómico de la región, al tratarse mayoritariamente de zonas rurales o despobladas, explica David Vallejo. “Son múltiples las posibilidades para producir SAF y aquellas que respeten el medio ambiente y puedan ser sostenibles a largo plazo por su huella de carbono, objetivamente calculada en su ciclo de vida, deben ser las incentivadas”, expone.
"Son múltiples las posibilidades para producir SAF y aquellas que respeten el medio ambiente y puedan ser sostenibles a largo plazo deben ser las incentivadas", destaca David Vallejo, director de Desarrollo de Negocio de Combustibles Sostenibles de Solarig.
Respecto a la regularización de los biocombustibles, existen distintas normativas de carácter europeo que tienen incidencia directa o indirecta sobre el desarrollo de los mismos, como son la Directiva sobre energías renovables (EU) 2023/2413 (RED III), que establece los objetivos de introducción de energías renovables en el transporte y define las materias primas y criterios de sostenibilidad de los biocombustibles; la Directiva 2003/87/CE, que establece el régimen de comercio de derechos de emisión y que, en su última actualización incorpora e incentiva al sector Transporte (FitFor55), o la NetZero Industry Act, que establece el marco de medidas para impulsar el desarrollo de industrias cero emisiones, entre ellas la de biocombustibles.
Como en cualquier aspecto innovador vinculado a la descarbonización, unas políticas y un marco legislativo sólidos resultan cruciales para el desarrollo del sector.
Como en cualquier aspecto innovador vinculado a la descarbonización, que busca sustituir productos o procesos actualmente contaminantes, unas políticas y un marco legislativo sólidos resultan cruciales para el desarrollo del sector en España. Habiendo realizado diferentes consultorías en el ámbito de los biocombustibles, desde Deloitte sostienen que para impulsar aún este campo, es necesario fortalecer los incentivos fiscales y establecer normativas que fomenten los biocombustibles avanzados. “Las estrategias para aumentar el uso de biocombustibles requieren una regulación que favorezca su uso y mayores incentivos fiscales, además de la promoción del uso de combustibles alternativos en sectores clave como el transporte pesado y la aviación. Además, una mayor sensibilización pública sobre los beneficios medioambientales podría estimular la demanda de estos combustibles sostenibles”, aclara Alberto González-Salas.
En esta misma línea, Óscar Barrero enfatiza la necesidad de que las políticas y el marco legislativo aporten seguridad jurídica y certidumbre a lo largo de la cadena de valor, para garantizar que las empresas realicen sus inversiones con visibilidad suficiente. “En este sentido, la disponibilidad de marcos regulatorios específicos pone de manifiesto el enfoque y el impulso institucional, lo cual es una primera señal positiva hacia los agentes, ya que refleja la prioridad de la administración en el desarrollo del sector”, aclara. El experto argumenta que, si bien aparentemente existe un marco normativo, aún quedan muchos ámbitos en los que es necesario contemplar un desarrollo normativo adicional, clarificar criterios e implementar medidas adicionales. “El desarrollo normativo debe ser integral, teniendo en cuenta muchas veces cuellos de botella que se producen a nivel municipal o regional, como la gestión de residuos o tramitación de proyectos. Es necesario establecer mecanismos de apoyo económicos para asegurar que el desarrollo de biocombustibles sea sostenible económicamente para el consumidor, además de incentivar el desarrollo de nuevas tecnologías”, asegura Barrero.
Desde el ámbito de la investigación, Javier Gil aporta su visión al señalar que, en el contexto de la urgente necesidad de agilizar la transición energética, la investigación está recibiendo un creciente respaldo, tanto a nivel nacional como internacional, para promover proyectos que fomenten el desarrollo de tecnologías limpias y sostenibles. Aún con ello, también enfrentan desafíos. “El apremio por acelerar la transición exige que los desarrollos tecnológicos se transfieran rápidamente al mercado, algo que requiere de una mayor coordinación entre gobiernos, investigadores y la industria”. En este sentido, el experto comenta que el CENER ha recibido una importante financiación para un destacado proyecto, en el que han iniciado el desarrollo de varias tecnologías de producción de biocombustibles avanzados para los sectores del trasporte de difícil electrificación, es decir, transporte pesado por carretera, aéreo y marítimo. “El objetivo es alcanzar en 2026 un nivel de desarrollo preindustrial suficiente para disponer de estas tecnologías en el mercado a partir de 2030”, afirma el experto.
"Las estrategias para aumentar el uso de biocombustibles pasan por regulación que favorezca el uso y mayores incentivos fiscales", argumenta Alberto González-Salas, socio del Área de Regulación Técnico-Económica del Sector Energético en Deloitte.
Tras analizar los obstáculos que están ralentizando el despliegue de los biocombustibles en España, los expertos ponen de relevancia tres puntos principales que lastran la rentabilidad y frenan la inversión: la falta de agilidad administrativa, el estado de madurez tecnológico y alto coste de algunas tecnologías, así como la ausencia de incentivos económicos a la demanda. Para enfrentar estos retos, desde los distintos sectores reclaman una estrategia integrada que incorpore medidas capaces de incentivar el desarrollo de biocombustibles en toda la cadena de valor, desde las materias primas o residuos hasta el propio transporte, pasando por la industria de la producción. Remarcan además que para ello, aparte de un marco regulatorio adecuado y completo, será necesario introducir medidas de incentivo y acompañamiento.
Ruth Rivero señala que, en términos generales, las principales limitaciones que enfrentan estas iniciativas son las trabas administrativas, la falta de agilidad en los procesos y la ausencia de incentivos al consumo. “Existe una clara falta de ambición en los objetivos nacionales, pues mientras que Sedigás en su estudio sobre el potencial de los gases renovables establece para España una producción de biometano de 163 TWh/a, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) lo reduce a solo 20 TWh/a. Además, los plazos para la promoción de proyectos superan los tres años hasta que se inicia la operación o inyección a la red, debido a los largos procesos burocráticos para obtener las autorizaciones pertinentes”. Para abordar estos desafíos, Rivero enfatiza la importancia de la colaboración público-privada y la cooperación entre agentes privados como elementos cruciales para avanzar significativamente a nivel nacional. “El modelo energético futuro pasa necesariamente por una mayor colaboración, tanto con la administración pública como entre las empresas privadas, para desarrollar grandes proyectos conjuntamente, donde cada uno aporte su propio valor añadido”, agrega.
"El modelo energético futuro pasa necesariamente por más colaboración, tanto con la administración pública como entre las empresas privadas para desarrollar grandes proyectos conjuntamente", destaca Ruth Rivero, jefa de Proyectos Estratégicos de Biometano en PreZero España.
A esta ecuación, David Vallejo añade el alto coste de algunas tecnologías. Por ejemplo, las relacionadas con la producción de hidrógeno verde y la captura y utilización de CO2. Desde Solarig llaman la atención sobre la falta de infraestructuras y de potencia disponible, en general, para el acceso a la red eléctrica en España. “Esto provoca que la producción de los combustibles sostenibles tenga un coste más elevado que el de los combustibles fósiles equivalentes, y por tanto, que los consumidores sean todavía reacios a la compra masiva de estos productos”. Vallejo afirma también que la colaboración público-privada será fundamental y debe optimizarse desde tres puntos de vista: implementando un marco regulatorio que permita tomar mejores decisiones de inversión; estableciendo mecanismos más amplios y diáfanos, para incentivar la inversión del sector y situar a España como una potencia en producción y, por último, estableciendo normativas para evitar posibles fraudes con proveedores y/o fuentes de origen no apto.
Junto con lo anterior, más allá de implementar un marco regulatorio adecuado y simplificar los trámites administrativos en todos los niveles de la cadena de valor, Óscar Barrero añade que será crucial introducir medidas incentivadoras que movilicen todos los aspectos de la producción industrial de biocombustibles. En este sentido, el experto revela tres ámbitos de actuación: incentivos a la demanda para permitir una adopción progresiva por parte de las empresas de transporte, sin comprometer su viabilidad económica; incentivos al desarrollo tecnológico y al despliegue de capacidades productivas, para asegurar que los biocombustibles alcancen su máxima madurez y competitividad, garantizando una producción suficiente a un coste razonable; y favorecer el acceso a materias primas mediante la creación de un mercado de biomasa, incentivando el uso energético de residuos que actualmente se destinan a otros procesos. “En particular, cabría revisar la normativa de residuos para facilitar la gestión de determinadas materias primas, en especial residuos agrarios y forestales, y poder emplearlas para producir biocombustibles. Tenemos un potencial muy significativo a lo largo y ancho de nuestro territorio y, hoy por hoy, esos residuos no se están valorando”, asevera.
"Acelerar la transición energética exige que los desarrollos tecnológicos se transfieran rápidamente al mercado, lo que requiere de una mayor coordinación entre gobiernos, investigadores y la industria", afirma Javier Gil, director del Departamento de Biomasa del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER).
Se anticipa que la industria del transporte, tanto terrestre como marítimo y naval, será la principal beneficiaria del uso de biocombustibles en el corto o medio plazo, agilizando así el cumplimiento de los objetivos de descarbonización en un sector que resultará difícil de electrificar en unos pocos años. Por este motivo, cada vez son más las empresas transportistas que adoptan estrategias de descarbonización mediante biocombustibles u otras alternativas, motivadas en gran medida por la responsabilidad y el compromiso hacia sus inversores, clientes y la sociedad en general. Junto con ello, se observa también una oferta al alza de nuevas tecnologías limpias destinadas a los usuarios finales, buscando involucrarlos a un mismo tiempo en el abandono progresivo de los combustibles tradicionales.
Actualmente, el mercado europeo de los biocombustibles opera bajo un marco regulatorio que se articula a través de diversas normativas, como la Directiva de Energías Renovables para el transporte por carretera, ReFuelEU Aviation para el transporte aéreo y FuelEU Maritime para el marítimo. Según Jaime Gil, el avance y la industrialización de procesos innovadores que aprovechen materias primas residuales de alto potencial, como la biomasa lignocelulósica residual, serán fundamentales para la producción de biocombustibles avanzados. Estos biocombustibles desempeñan un papel esencial frente a los objetivos de descarbonización del transporte pesado, mediante el establecimiento de cadenas de valor circulares y sostenibles. Gil destaca que “los proyectos en este campo no solo buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también impulsar una economía circular y reducir la cantidad de residuos que terminan en vertederos”.
En esta misma línea, Alberto González-Salas anticipa que, en el medio y largo plazo, el sector de los biocombustibles en España experimentará una evolución hacia tecnologías más avanzadas, como los biocombustibles de segunda y tercera generación derivados de residuos. Desde la perspectiva de Deloitte, expone que “la integración de estos combustibles en sectores como la aviación y el transporte marítimo será fundamental para lograr los objetivos de neutralidad en carbono para 2050. Se espera que la inversión en innovación tecnológica juegue un papel crucial en este proceso de desarrollo”.
Con la mirada puesta en el futuro y centrados en cerrar el círculo de los residuos, desde PreZero consideran crucial aumentar la ambición, la inversión y la colaboración público-privada. Enfocándose en su ámbito de actuación, la compañía destaca la importancia de impulsar la recogida selectiva de residuos orgánicos, con el objetivo de que el sector privado actúe como un catalizador clave para invertir en la producción de biometano, tanto en instalaciones públicas existentes como en nuevas instalaciones privadas. Ruth Rivero sostiene que, en la actualidad, la empresa está evaluando más de 40 proyectos con el objetivo de desarrollar más de 2 TWh anuales para 2030. “Para todos ellos, consideramos la colaboración con otras empresas que aporten su singularidad a cada proyecto”, concluye.
España tiene el potencial necesario para impulsar, e incluso liderar, un sector que no solo contribuirá a los objetivos de sostenibilidad, sino que también generará un impacto positivo en la economía y sociedad en su conjunto.
Con lo expuesto anteriormente, resulta pertinente afirmar que la evolución del sector de los biocombustibles en España se presenta como una gran oportunidad, no solo para descarbonizar sectores esenciales como el transporte, sino también para el desarrollo de una nueva industria que impactará muy positivamente en la economía y la sociedad en todo el territorio. Óscar Barrero asegura que esto es “particularmente relevante”, dado que una parte significativa de las materias primas necesarias para su producción está vinculada al sector primario y a las regiones menos pobladas de España. Si bien “el país posee todas las bases para liderar esta industria a nivel europeo”, el experto advierte que la ausencia de marcos regulatorios y mecanismos de apoyo específicos “puede suponernos un retraso respecto a otros países que comparten nuestra ambición de liderazgo”.
Tras recopilar las opiniones de los distintos actores de la cadena de valor de los biocombustibles, todos coinciden con la idea de que en España el sector se encuentra en una encrucijada estratégica, pues ofrece tanto retos como oportunidades significativas. Tal y como han expresado los expertos, aunque la necesidad de descarbonización y la transición hacia modelos energéticos sostenibles están impulsando la demanda de combustibles alternativos, para mejorar el posicionamiento del país es imperativo abordar las carencias actuales en marcos regulatorios, mecanismos de apoyo y plazos de tramitación. En concreto, la inversión en tecnología avanzada, el fomento de la economía circular y la colaboración público-privada serán fundamentales para superar estos desafíos y acelerar el desarrollo industrial. Con un enfoque integral y un compromiso compartido, los expertos coinciden en que España tiene el potencial necesario para impulsar, e incluso liderar, un sector que no solo contribuirá a los objetivos de sostenibilidad, sino que también generará un impacto positivo en la economía y sociedad en su conjunto.