En el complejo panorama energético actual, donde la necesidad de enfrentar el cambio climático y reducir la dependencia de fuentes de energía no renovables es más urgente que nunca, el biometano ha emergido como una solución estratégica y fundamental. Este gas renovable, de características análogas al gas natural, no solo se presenta como un potente aliado para la descarbonización, sino que también ofrece una respuesta eficaz al problema de la gestión de residuos y el impulso de la economía circular. Al transformar desechos en energía limpia, el biometano no solo proporciona una alternativa sostenible a los combustibles fósiles, sino que además ofrece beneficios adicionales, como la generación de subproductos valiosos, como biofertilizantes, y promueve la creación de empleo en el mundo rural, contribuyendo a la revitalización de comunidades desfavorecidas que necesitan de un impulso económico y ambiental.
Bajo esta premisa, está claro que Europa está atravesando una transformación crucial en su modelo energético. La crisis energética reciente, derivada del conflicto en Ucrania y otros conflictos internacionales, han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la Unión Europea en cuanto a la seguridad de suministro energético, evidenciando la necesidad de generar nuestras propias fuentes de energía, lo que ha acelerado el interés por los gases renovables. En este contexto, el biometano emerge como un pilar clave, respaldado por objetivos ambiciosos y necesario, como el Plan REPowerEU, que aspira a alcanzar una producción de 35.000 millones de metros cúbicos de biometano para 2030. Este volumen representaría el 10% del consumo de gas previsto para ese año y evitaría la emisión de aproximadamente 700 millones de toneladas de CO2 equivalente, tratándose de un paso fundamental para alcanzar la neutralidad de carbono prevista para 2050, que refleja el papel preeminente que se espera de este gas renovable en la matriz energética europea. Consecuentemente, este objetivo debería ser asumido y establecido en todos los países que integran la UE.
El Plan REPowerEU aspira a alcanzar una producción de 35.000 millones de metros cúbicos de biometano para 2030. Este volumen representaría el 10% del consumo de gas previsto para ese año y evitaría la emisión de aproximadamente 700 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Sin embargo, no siempre es así. Si bien algunos países como Alemania, Francia e Italia han implementado políticas robustas y proyectos innovadores en el sector; España, con su vasto potencial de recursos, ha quedado rezagada respecto a sus vecinos europeos en la carrera por el desarrollo del biometano, y aún enfrenta desafíos significativos que impiden el aprovechamiento completo de sus capacidades. En este reportaje, revisamos en profundidad la situación del biometano en España, basándonos en diversas publicaciones de la Asociación Española de Biogás (AEBIG) y la Asociación Española del Gas (SEDIGAS). Exploramos el potencial del biometano, los obstáculos que enfrenta y las soluciones necesarias para aprovecharlo y alinear el desarrollo con los objetivos europeos en el camino hacia la transición energética sostenible.
Un país con vastos recursos y un potencial sin explotar
España es el segundo país de la Unión Europea en extensión agrícola, con más de 25 millones de hectáreas de superficie agrícola utilizada y líder en la producción de aceite de oliva, huevos, vino y otros productos ganaderos, como carne de cerdo y pollo. Esta riqueza de recursos hace que el país esté bien posicionado para el desarrollo de biometano, que puede producirse a partir de residuos agrícolas y ganaderos, así como agroindustriales. De hecho, diversos estudios sitúan a España como uno de los tres países con mayor potencial para la producción de biometano en la Unión Europea, solo por detrás de Alemania y Francia.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) ya señalaba en 2018 que el potencial alcanzable en España oscilaba entre 20 y 34 TWh/año, lo que equivaldría entre un 5% y un 9% de la demanda de gas natural. Este potencial está en línea con las predicciones más conservadoras de la Unión Europea, ya que sólo considera los residuos provenientes de la agricultura, la ganadería, la industria agroalimentaria, FORSU y EDAR. En cambio, multitud de otros estudios e informes sitúan el potencial disponible en España entre los 100 y 190 TWh/año, al considerar también otras fuentes para su producción como los cultivos intermedios, la biomasa forestal y el biogás procedente de vertedero, lo que aumenta el potencial de forma considerable.
España se sitúa entre los tres países europeos con mayor capacidad de producción de biometano, con una estimación de potencial alrededor de 163 TWh anuales, lo que subraya la oportunidad para desarrollar un sector sólido y robusto entorno al biometano.
Las predicciones más optimistas aparecen en el “Estudio de la capacidad de producción de biometano en España”, elaborado por la Asociación Española del Gas (Sedigas), y publicado el pasado 2023, que estimaba un potencial total accesible de 163 TWh/año, lo que pone de manifiesto la oportunidad que tiene España para desarrollar un sector sólido y robusto alrededor del biometano. No obstante, el potencial de producción de biometano varía considerablemente entre Comunidades Autónomas, dependiendo de factores como la densidad de población, la superficie destinada a actividades primarias, y el tipo y tamaño de las explotaciones agrícolas y ganaderas. Por ende, regiones como Castilla y León y Andalucía, donde existe una fuerte presencia del sector primario, cuentan con un potencial particularmente elevado, lo que las convierte en áreas prioritarias para la instalación de plantas de biometano.
En el mencionado estudio, se identificaron además 2.326 ubicaciones potenciales para la instalación de plantas de producción de biometano en todo el país, divididas en tres categorías principales: plantas que utilizan residuos agroindustriales, plantas que emplean cultivos intermedios y plantas que aprovechan la biomasa forestal residual. El modelo propuesto sugiere una inversión de 40.495 millones de euros en la construcción de estas infraestructuras, lo que equivale al 3,61% del PIB nacional. Este desarrollo generaría más de 21.700 empleos directos y más de 40.200 empleos indirectos asociados a la operación y mantenimiento de las plantas, contribuyendo además a la reactivación económica de las zonas rurales.
Beneficios ambientales y económicos
Al hilo de esta cuestión, cabe reseñar que la implementación del biometano en España ofrecería una amplio espectro de beneficios ambientales y económicos. En primer lugar, este gas renovable se posiciona como alternativa imprescindible para lograr los objetivos de descarbonización del sistema energético, tanto nacionales como europeos, y evita la producción de emisiones a lo largo de toda la cadena de valor. El biometano producido desplaza a los combustibles fósiles como fuente de energía, reduciendo su uso y su penetración dentro del mix energético.
Sin embargo, más allá de la provisión de energía renovable, el biometano está bien posicionado para brindar beneficios significativos a largo plazo para toda la economía, apoyando así el Pacto Verde Europeo, y la transición hacia una economía circular más justa y sostenible. Se trata de una solución rentable y escalable, que puede integrarse fácilmente en la infraestructura gasista existente y las tecnologías de uso final, lo que facilita su adopción sin necesidad de grandes inversiones adicionales. Además, tiene la capacidad de almacenar y gestionar energía, lo que lo convierte en un aliado clave para equilibrar la generación de energías renovables intermitentes, mejorando así la estabilidad del sistema energético.
Al sustituir al gas natural fósil, el biometano reduce la dependencia energética del exterior, un aspecto clave dado que España importa la mayoría del gas que consume. En un contexto marcado por la volatilidad de los precios del gas natural debido a conflictos internacionales, la producción e inyección de biometano en la red española permitirá disminuir la vulnerabilidad ante estas fluctuaciones y asegurar un suministro energético más estable y a menor coste.
Otro aspecto destacado es su contribución a una gestión de los residuos más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Al utilizar residuos orgánicos como materia prima, el biometano evita que estos liberen sus emisiones de forma descontrolada, reduciendo significativamente el impacto ambiental. Además, el proceso de producción de biometano genera subproductos valiosos, como los biofertilizantes, que ayudan a reducir la demanda de fertilizantes minerales y permiten el retorno de carbono orgánico al suelo, fomentando así una agricultura más sostenible.
Por último, en términos socioeconómicos, la producción de biometano tiene un impacto positivo en el medio rural, promoviendo la creación de empleo y atrayendo inversiones en sectores clave como la agricultura y la ganadería. Esto contribuye a fijar población en áreas rurales, combatiendo el despoblamiento y generando actividad económica en zonas tradicionalmente afectadas por la falta de oportunidades.
A diferencia de otros gases renovables, el biometano ya ha alcanzado un nivel tecnológico avanzado y cuenta con un mercado dispuesto a adquirirlo.
Avances recientes y señales positivas
Cabe reseñar que en los últimos años, el sector del biometano ha mostrado signos claros de consolidación en España. A diferencia de otros gases renovables, el biometano ya ha alcanzado un nivel tecnológico avanzado y cuenta con un mercado dispuesto a adquirirlo. Según Luis Puchades, presidente de la Asociación Española de Biogas (AEBIG), el pasado año 2023, fue un año interesante para el sector del biogás y biometano, testigo de un aumento significativo en el número de proyectos anunciados, varios de los cuales ya han comenzado a inyectar biometano en la red de gas nacional. Grandes corporaciones energéticas, financieras y de servicios han apostado por este tipo de proyectos, mientras que ingenierías y consultoras han desarrollado iniciativas de alta calidad técnica, basadas en la mejor tecnología disponible tanto a nivel nacional como europeo.
Asimismo, otro de los hitos más relevantes ha sido la creación de una plataforma para la expedición de garantías de origen, que permite certificar y transferir la producción de biometano. Este avance representa un paso fundamental para garantizar la trazabilidad del biometano inyectado en la red y su comercialización en el mercado energético. Además, la madurez tecnológica del sector es un factor que atrae cada vez más el interés de inversores y empresas. En Europa, la tecnología para la producción de biogás y biometano está bien desarrollada y ha demostrado ser viable tanto técnica como económicamente. Esto disminuye los riesgos asociados con el desarrollo de nuevos proyectos en España, un sector aún en fase inicial que necesita una comprensión detallada de los procesos y subproductos involucrados en la producción de estos gases renovables.
Siendo el entorno tan favorable para España, y las externalidades positivas tan evidentes, ¿por qué no avanzamos? A pesar de que España cuenta con una situación favorable para el desarrollo del biometano, el despliegue de este recurso energético se enfrenta a múltiples barreras que están ralentizando y limitando su expansión, generando una sensación de crecimiento desorganizado. El éxito del biometano en nuestro país dependerá, por tanto, de la capacidad para superar estos desafíos y aún queda un considerable trecho por avanzar para lograr su pleno desarrollo y consolidación.
Obstáculos al cambio y medidas para desbloquear el potencial
Ambición política
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo del biometano en España es la insuficiente ambición política. Aunque el país tiene un gran potencial y abundantes recursos, el interés demostrado y las metas establecidas por el Gobierno no se ajustan a las necesidades energéticas actuales, y el apoyo institucional ha sido casi inexistente a lo largo de los años.
Un claro ejemplo de esta falta de ambición es el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que fija un objetivo de solo 20 TWh de biogás para 2030, apenas cubriendo el 5% de la demanda de gas, muy por debajo del 10% propuesto por el Plan REPowerEU de la Unión Europea. La Hoja de Ruta del Biogás en España también refleja metas insuficientes, con solo 10,4 TWh de producción proyectada y una sustitución del gas convencional por biometano que no supera el 1%.
Si bien la creación de estos planes estratégicos representa un avance inicial, siguen existiendo barreras regulatorias, económicas, administrativas y sociales que frenan el crecimiento del sector. Para desbloquear su potencial, es esencial que los gobiernos adopten un papel activo, implementando políticas claras y decididas que aseguren un crecimiento robusto, coherente y sostenido en el medio y largo plazo.
Para desbloquear el potencial es esencial que los gobiernos adopten un papel activo, implementando políticas claras y decididas que aseguren un crecimiento robusto, coherente y sostenido en el medio y largo plazo.
Regulación
Otro de los obstáculos más significativos para el desarrollo del biometano en España radica en la falta de un marco regulatorio claro y coherente que abarque la producción, distribución y comercialización de este recurso energético. Aunque la Hoja de Ruta del Biogás establece algunas medidas, muchas están aún pendientes de desarrollo, lo que genera incertidumbre entre los promotores y afecta a la viabilidad y previsibilidad de las inversiones, dificultando el crecimiento ordenado del sector.
También, la ausencia de un marco regulatorio unificado a nivel estatal agrava la situación, especialmente en lo que respecta al biometano consumido por instalaciones sujetas al Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (ETS). Además, el uso de la energía generada, ya sea para generación térmica, eléctrica, autoconsumo o inyección en la red una vez depurado el biometano, necesita un ordenamiento regulatorio que facilite su integración en el mercado.
Otro punto crítico es la falta de regulación adecuada para aplicaciones del biometano fuera del ámbito eléctrico, especialmente en la inyección en la red gasista. La conexión con la infraestructura gasista es un procedimiento complejo y costoso, y no existe un protocolo claro para los promotores, lo que añade dificultades a la viabilidad de estos proyectos. Además, la alta dispersión de los residuos utilizados para la producción de biometano tiene un impacto directo en los costes logísticos, encareciendo significativamente el proceso de inyección en la red.
La fragmentación normativa también es evidente en los criterios de gestión de los digeridos, distintos en cada comunidad autónoma. Aunque el Real Decreto 1051/2022 establece normas para la nutrición sostenible de suelos agrarios, no termina de resolver las incertidumbres sobre el uso de los digeridos como fertilizantes, lo que afecta la rentabilidad de los proyectos. Existen también dudas respecto a la posibilidad de producir fertilizantes comercializables a nivel europeo a partir de ciertas materias primas habituales en el sector del biogás, como los lodos de la industria agroalimentaria.
Para desbloquear el potencial del biometano, es crucial establecer un marco regulatorio coherente y robusto a nivel estatal. Esto debe incluir objetivos ambiciosos para la inyección en la red, el uso en diversos sectores y la creación de garantías de origen y certificados de sostenibilidad. Estas medidas generarían seguridad para los inversores y permitirían que el biometano se consolide como una alternativa competitiva en el mercado energético.
Economía y fiscalidad
Las barreras económicas y fiscales también son un freno importante para el desarrollo de este gas renovable. A diferencia de la mayoría de los países europeos, España no cuenta con un sistema de incentivos claros, como las tarifas feed-in o feed-in premium, que promuevan su producción. Aunque recientemente se han abierto convocatorias de ayudas, como los 150 millones de euros de los fondos NextGenerationEU, estas han sido limitadas y no han ofrecido un apoyo suficiente para las instalaciones. A esto se añade la elevada fiscalidad asociada a la generación y consumo de biometano, con impuestos a la producción de energía y al autoconsumo, así como gravámenes específicos en el punto de consumo, como el impuesto de hidrocarburos. Estos impuestos reducen la competitividad del biometano frente a otras fuentes energéticas.
Además, la volatilidad del mercado del gas representa un riesgo considerable y añade incertidumbre a los proyectos de biometano, que a menudo dependen de contratos de venta a largo plazo, que aunque actualmente son rentables, podrían volverse inviables si las condiciones del mercado cambian. Por último, la incapacidad de acceder de manera competitiva a los residuos necesarios para la producción de bioenergía es otro factor que dificulta el desarrollo del sector, especialmente cuando los generadores de residuos perciben estos como un recurso valioso, lo que está generando una burbuja en torno a los precios y complicando la rentabilidad de los proyectos.
Para desbloquear el potencial del biometano en este ámbito, es fundamental implementar incentivos fiscales específicos y fomentar proyectos colaborativos entre el sector público y privado, especialmente en instalaciones estratégicas. Estas acciones impulsarían el crecimiento del sector y permitirían aprovechar mejor este recurso energético.
Administración
Por otro lado, las barreras administrativas constituyen uno de los mayores desafíos para el impulso del biometano en España. Los complejos y largos procesos de tramitación de permisos, junto con la implicación de múltiples niveles de gobierno, generan incertidumbre para los promotores y ralentizan el avance de nuevos proyectos. Además, la falta de recursos técnicos y humanos en las administraciones públicas agrava esta situación. Por otro lado, la fragmentación administrativa en 17 procesos de tramitación distintos, uno por cada comunidad autónoma, y la cautela de las administraciones con proyectos grandes de gestión de residuos, aumentan la carga burocrática.
Es fundamental simplificar los trámites creando un Punto de Contacto Único que centralice la tramitación de permisos y homogeneizar los criterios regulatorios.
Finalmente, el modelo de desarrollo en España está dominado por grandes proyectos centralizados, gestionados por corporaciones, lo que deja de lado el autoconsumo y los proyectos de pequeña escala. Esto limita la integración del biometano en el entorno rural, desaprovechando el potencial de un modelo descentralizado que podría favorecer la sostenibilidad del sector.
Para superar estos desafíos, es fundamental simplificar los trámites creando un Punto de Contacto Único que centralice la tramitación de permisos y homogeneizar los criterios regulatorios mediante una Guía Única. Estas medidas reducirían la burocracia, facilitarían el desarrollo de nuevos proyectos y permitirían un crecimiento más ágil y equilibrado del sector del biometano.
Contestación social
Por último, la creciente contestación social a muchos proyectos, liderada por grupos ecologistas y asociaciones locales, ha puesto en jaque diversas iniciativas. Aunque se trate de proyectos con beneficios contrastados para el medio ambiente y el territorio, en algunas ocasiones son atacados de manera injusta, lo que refleja una falta de colaboración entre la administración, los promotores y los agentes medioambientales. En este contexto, la sociedad demanda proyectos que ofrezcan seguridad y beneficios claros a todos los involucrados, en un contexto de creciente preocupación por el cambio climático y la escasez de combustibles.
Para superar este obstáculo, es esencial poner el foco en una correcta comunicación que resalte con transparencia los beneficios de estos proyectos, así como su contribución a la gestión de residuos, el empleo rural y la economía circular. Informar con transparencia a la ciudadanía sobre estos aspectos puede reducir la oposición y fomentar una colaboración más efectiva entre promotores, administraciones y comunidades locales.
En definitiva, queda evidenciado que el biometano tiene un futuro prometedor en España gracias a sus abundantes recursos naturales, la tecnología disponible y el interés del sector privado para construir una industria sólida, y por tanto, se sitúa en una posición privilegiada para liderar su desarrollo en Europa. “Si hay algo bueno en llegar tarde, es que se pueden evitar los errores cometidos por los más adelantados y adoptar las mejores prácticas ya conocidas”, afirma Francisco Repullo, expresidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG), quien considera que “estamos en un óptimo momento para que, entre todos, este sector sea un referente del buen hacer”.
Sin embargo, el éxito del biometano en nuestro país dependerá en gran parte de la voluntad política de aprovechar al máximo su potencial. En este sentido, es crucial que España aumente su ambición en términos de políticas y objetivos energéticos. Si se logran superar las barreras actuales y se implementan las medidas adecuadas, con una visión estratégica a largo plazo, el biometano no solo contribuirá a los objetivos climáticos del país, sino que también jugará un papel clave en la dinamización de la economía rural, la creación de empleo y la mejora de la gestión de residuos, entre otros, perfilándose como un componente esencial para la transición energética y la consolidación de una economía más verde y circular en España.