El sector primario es esencial para nuestra economía y bienestar, ya que se encarga de la producción de alimentos y materias primas que sustentan a la población. Además de garantizar la seguridad alimentaria, los agricultores y ganaderos desempeñan un papel clave en la gestión de los recursos naturales, la conservación del medio ambiente, la preservación de la biodiversidad y el desarrollo rural. Sin embargo, en los últimos tiempos, Europa ha enfrentado una crisis agraria profunda y multifacética, evidenciada por múltiples movilizaciones por parte de los trabajadores del campo, quienes reclaman un mayor reconocimiento de su labor, precios justos, políticas agrarias adecuadas, incentivos y ayudas, así como una mejora en las condiciones laborales, entre otros aspectos. En un contexto donde la necesidad de un futuro sostenible es más apremiante que nunca, es imperativo escuchar y atender a las demandas del sector primario, que se erige como motor de innovación y oportunidades. Al conectar lo urbano con lo rural, es posible construir un mañana más fuerte y próspero para toda la sociedad.
En este contexto, el sector agrícola y ganadero en España se enfrenta a una coyuntura decisiva para impulsar su desarrollo económico y sostenible, con el auge de la bioenergía, y en particular del biometano, como una alternativa que trasciende la producción tradicional de alimentos. Organizaciones como ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) y COAG (Coordinadora de organizaciones de agricultores y ganaderos), que representan a estos profesionales, identifican en el biometano una oportunidad estratégica capaz de revolucionar la industria agroganadera, convirtiendo los subproductos y recursos del campo en energía limpia, fertilizantes orgánicos y más. Durante mucho tiempo, los residuos del campo han sido considerados problemáticos; hoy, gracias a la bioenergía y la economía circular, son valorados como recursos clave que generan importantes beneficios económicos y medioambientales.
En este reportaje, analizamos cómo el sector agrario español -comprendiendo tanto la agricultura como la ganadería- puede aprovechar el biometano no solo para mejorar su competitividad y sostenibilidad, sino también para revitalizar las zonas rurales, crear empleo y combatir el reto demográfico. A través de las voces de Juan Almansa, responsable de proyectos y convenios de colaboración de la ASAJA; y Jaume Bernis, responsable del sector porcino, aviar y conejero, y miembro del comité ejecutivo del COAG, profundizamos en los obstáculos que están impidiendo el pleno desarrollo y la consolidación de los proyectos de bioenergía en nuestro país, así como las principales reclamaciones y demandas formuladas por estos sectores. Ambos expertos coinciden en la necesidad de abandonar el término “residuos”, en favor de un enfoque que hable de “subproductos” o “recursos”, reflejando así un cambio de paradigma en la gestión de los desechos generados por estas actividades.
Agricultores y ganaderos identifican en el biometano una oportunidad estratégica capaz de revolucionar la industria agroganadera, convirtiendo los subproductos y recursos del campo en energía limpia, fertilizantes orgánicos y otros recursos de valor.
Presente optimista, futuro prometedor
En un país con una fuerte presencia rural, vasta extensión agraria y abundantes subproductos agrícolas y ganaderos, el biometano se configura como una solución viable para generar energía limpia, reducir el impacto ambiental y potenciar la economía circular. No obstante, España parece haber quedado rezagada respecto a sus vecinos europeos en la adopción y desarrollo de esta tecnología. A pesar del evidente potencial de producción de este recurso energético en nuestro territorio, los proyectos de biometano son aún escasos y limitados.
Sin embargo, Jaume Bernis aporta una visión optimista respecto al presente y futuro de esta industria, considerando que la evolución de los proyectos de biogás y biometano en el sector agrícola y ganadero está avanzando tanto en el contexto europeo como en el español, impulsada por políticas que promueven la sostenibilidad y la transición hacia una bioeconomía más circular. “Avanzamos, pero lo hacemos de manera lenta. Afirmar que no se están realizando progresos sería minimizar la importancia de los proyectos que ya están en marcha y operando”, opina.
A ojos del experto, Europa está marcando el camino correcto, promoviendo la sustitución de fertilizantes minerales por fertilizantes orgánicos, y ofreciendo ayudas económicas para proyectos que contribuyan a esta transición. En el caso de España, Bernis subraya que ya existen iniciativas concretas que sirven como ejemplos exitosos de esta bioeconomía, evidenciando que los sectores están trabajando activamente y buscando alternativas más allá de su propia actividad. Además, se percibe un creciente interés de las administraciones hacia estos proyectos, que parece que contarán con apoyo político y financiero del Ministerio de Transición Ecológica y el Ministerio de Agricultura, lo que facilitará su desarrollo y consolidación.
En la misma línea, Juan Almansa, destaca que, aunque el sector agrario enfrenta en la actualidad diversas tensiones, estas nada tienen que ver con la producción de biogás y biometano, que por el contrario es vista como oportunidad para mejorar los resultados económicos de las explotaciones, muchas de las cuales atraviesan momentos críticos. El experto señala que, en términos económicos y tecnológicos, ya se han despejado muchas dudas, aunque aún persisten ciertos desafíos. Sin embargo, la previsión es positiva: ASAJA está involucrada en proyectos que promueven entre colaboración compañías energéticas, interesadas en la parte energética de las plantas; empresas de fertilizantes, que aprovechan los subproductos generados; y agricultores, que no solo gestionan mejor sus subproductos, sino que también logran incrementar su rentabilidad.
El sector agrario tiene una conciencia clara de que la producción de biocombustibles puede ayudar a mejorar los resultados económicos de las explotaciones en un momento crítico para muchas de ellas, afirma Juan Almansa, responsable de Proyectos y Convenios de Colaboración de la ASAJA.
Como ejemplos de éxito que auguran un futuro prometedor para el sector, Bernis menciona la planta de compostaje de Alcarrás en Lleida, la cual produce fertilizantes y compost 100% orgánico, ha comenzado a trabajar con biogás y planea expandir su capacidad para producir biometano. Almansa, por su parte, resalta un proyecto colaborativo entre REPSOL, FERTINAGRO y ASAJA, en el que ASAJA proporciona subproductos, REPSOL utiliza la energía generada y FERTINAGRO recicla fertilizantes, beneficiando a todas las partes involucradas mediante la integración de tecnología. Otro ejemplo significativo es la iniciativa de Genia en colaboración con COVAP, que representa una sinergia efectiva entre ambos sectores y actúa como un referente de economía circular, permitiendo a COVAP satisfacer más del 80% de sus necesidades energéticas a través de este proyecto.
Beneficios
Asimismo, los beneficios que la bioenergía puede aportar a la agricultura y ganadería española cada vez son mayores: van emergiendo de manera progresiva, conforme avanzan los proyectos y se perfeccionan las prácticas. Inicialmente, los resultados esperados se centraban en aspectos puntuales, como la producción de energía y la mejora en la gestión de residuos. Sin embargo, a medida que evolucionan las iniciativas, se exploran nuevas oportunidades y recursos que no se habían previsto al principio. Esto revela que los subproductos derivados de las explotaciones agroganaderas, en lugar de considerarse residuos se convierten en valiosos recursos, lo que abre un abanico de posibilidades para una gestión más eficiente y sostenible de los subproductos agroganaderos, y ofrece numerosas ventajas.
La producción de biogás y biometano se erige como un motor clave para impulsar la economía circular en el sector agroganadero español.
Energía, medioambiente y economía circular
En primer lugar, la producción de biogás y biometano a partir de subproductos agrícolas y ganaderos ofrece beneficios energéticos claros, contribuyendo de manera significativa a la transición hacia una energía más limpia y sostenible. Según explican los expertos, estos proyectos permiten generar energía renovable a partir de recursos orgánicos que, de otro modo, serían desperdiciados, reduciendo así la dependencia de fuentes fósiles y promoviendo la autonomía energética. La producción de biometano no solo reutiliza eficientemente subproductos orgánicos, sino que también presenta una oportunidad única para que el sector agroganadero participe activamente en la creación de un modelo energético circular, aportando a la sostenibilidad y al desarrollo económico del país.
A nivel ambiental, los beneficios son igualmente importantes. Para el caso de la ganadería, Jaume subraya que la implementación de estas tecnologías ayuda a reducir significativamente las emisiones, los malos olores y la contaminación de las aguas, que tradicionalmente se asociaban con la gestión de purines y otros subproductos ganaderos. Por ejemplo, la inyección directa del purín en el suelo en lugar de su aplicación mediante abanico, minimiza la liberación de amoníaco a la atmósfera, eliminando así uno de los principales causantes de los olores y la contaminación del aire. Además, esta técnica permite que los nutrientes sean absorbidos de manera más eficiente por los cultivos, optimizando el ciclo de nutrientes y reduciendo la contaminación de las aguas.
Desde una perspectiva socioeconómica, el desarrollo de proyectos de biogás y biometano también resulta de vital importancia para asegurar la viabilidad de las explotaciones agroganaderas y la creación de empleo rural.
Desde el ámbito agrícola, el experto de ASAJA coincide en que estas tecnologías ofrecen una solución de mínimo impacto ambiental y mejoran la imagen del sector agrario. La eliminación de purines, residuos y subproductos transformables no solo contribuye a un entorno más limpio, sino que también refuerza la capacidad de la agricultura y la ganadería para operar de manera más sostenible, aprovechando recursos que de otro modo serían desechados.
También, la producción de biogás y biometano se erige como un motor clave para impulsar la economía circular en el sector agroganadero español. Los subproductos generados por las deyecciones ganaderas, además de ser utilizados para la generación de energía, están encontrando nuevos usos en la producción de biofertilizantes, compost 100% orgánico y otras alternativas innovadoras. Por ejemplo, a través de los procesos de compostaje, pueden extraerse proteínas valiosas para la alimentación animal, provenientes de crías de larvas de mosca, ilustra Bernis. Complementando esta visión, Almansa argumenta que las plantas de biogás cumplen la circularidad total, ya que se aprovechan todos los subproductos y se convierten en energía, abonos naturales y nitrógeno, fósforo y potasio reutilizado, con una tecnología limpia y competitiva.
Economía y sociedad
Desde una perspectiva socioeconómica, el desarrollo de proyectos de biogás y biometano también resulta de vital importancia para asegurar la viabilidad de las explotaciones agroganaderas en España, y mantener en ellas el censo ganadero, asevera Bernis. Estas iniciativas no solo generan ingresos adicionales, sino que también permiten a los agricultores y ganaderos mantenerse en el territorio, fortaleciendo el tejido rural. Con la posibilidad de generar energía y fertilizantes, las explotaciones ganaderas se vuelven más competitivas y resistentes a las fluctuaciones del mercado.
Además, los proyectos incrementan el valor de los subproductos y disminuyen las multas y tasas para los agricultores por la generación de residuos. Este enfoque no solo mejora la rentabilidad, sino que también aumenta las posibilidades de venta de los productos derivados, beneficiando económicamente a los agricultores y ganaderos, añade Almansa.
Asimismo, cabe reseñar que estas iniciativas brindan múltiples oportunidades a las nuevas generaciones, ofreciendo un camino viable para continuar en el negocio familiar y asegurar el relevo generacional en el sector, apunta el representante del COAG. El apoyo a estos proyectos fomenta la creación de empleo y el desarrollo de la infraestructura local, fortaleciendo las comunidades rurales, coinciden los expertos. De hecho, se estima que más de 200.000 puestos de trabajo se generarán en torno al mercado de biocarburantes, la mayor parte de ellos en el entorno rural, lo que representa una solución significativa al reto demográfico del país, apostilla el profesional de ASAJA.
Por último, los expertos ponen de relieve que la adopción de prácticas más sostenibles mejora la imagen del sector agrario español, tanto a nivel nacional como europeo. Al demostrar que la agricultura y ganadería no solo producen alimentos de calidad, sino que también pueden ser actores clave en la transición energética y la bioeconomía, se cambia la narrativa en torno a esta actividad, especialmente la del sector ganadero, tradicionalmente asociado a problemas medioambientales, como las emisiones y la contaminación.
Hay que unirse, buscar complicidades con otros agricultores y ganaderos y crear proyectos conjuntos, lo que permitirá repartir los costes y hacer los proyectos viables, destaca Jaume Bernis, responsable del Sector Porcino, Aviar y Conejero, y miembro del Comité Ejecutivo del COAG.
Obstáculos y reivindicaciones
A pesar del mencionado potencial de la bioenergía en España, impulsado por su vasta extensión agrícola y ganadera, la implementación de estos proyectos enfrenta una serie de obstáculos que ralentizan su progreso. La integración de la bioeconomía y la circularidad, aunque prometedora, sigue avanzando lentamente debido a barreras administrativas, normativas, económicas, sociales y políticas. ¿Qué demandan los agricultores y ganaderos?
Barreras administrativas y regulatorias
Uno de los mayores desafíos es la complejidad burocrática. Los trámites administrativos y los largos procesos regulatorios que ralentizan de manera considerable el desarrollo de proyectos, afectando a su viabilidad, coinciden los profesionales. La necesidad de cumplir con múltiples requisitos, presentar extensos documentos y corregir constantemente pequeñas inconsistencias, como el uso de términos incorrectos en los informes, hace que los agricultores y ganaderos se enfrenten a largas esperas y retrasos innecesarios, explica Jaume Bernis.
A esto, se añaden complicaciones normativas y fiscales. La normativa vigente y la fiscalidad aplicable a las plantas de biogás y biometano pueden ser en ocasiones extremadamente complejas y variadas, especialmente dado que existen distintas legislaciones autonómicas que añaden niveles adicionales de regulación, agrega Almansa. Esta disparidad y la falta de uniformidad en las normativas y obligaciones fiscales generan incertidumbre y retrasos en la ejecución de los proyectos, afectando la planificación y el progreso de las iniciativas.
Los expertos sugieren que, para que los proyectos avancen de manera ágil, es crucial simplificar los procedimientos. Una mayor coordinación entre las administraciones, así como la creación de marcos regulatorios más claros y accesibles, podría facilitar la implementación de estas iniciativas.
Barreras económicas y financieras
El aspecto económico también constituye un freno significativo. Los proyectos de biogás y biometano requieren inversiones sustanciales, con costes que pueden oscilar entre 2 y 4 millones de euros para proyectos medianos, y hasta 20 o 25 millones para proyectos de gran envergadura, estima Bernis. Para muchas explotaciones ganaderas pequeñas o medianas, llevar adelante un proyecto de esta magnitud resulta inviable sin la colaboración entre varios ganaderos o sin un apoyo financiero sólido.
La falta de rentabilidad en solitario hace que muchos ganaderos no puedan asumir el riesgo de invertir en estas tecnologías, a menos que exista una clara compensación a largo plazo y que se aseguren líneas de financiación adecuadas. El apoyo económico es, por tanto, fundamental para el éxito de estos proyectos, ya que sin este respaldo es difícil superar la barrera inicial de la inversión.
Por otro lado, se necesita fomentar proyectos colaborativos. Para ello, el experto del COAG insta a los profesionales a unirse, buscar complicidades con otros agricultores y ganaderos, y crear proyectos conjuntos, lo que permitirá repartir los costes y hacer los proyectos más viables, tanto económica como administrativamente, y por tanto, aumentará sus posibilidades de éxito.
Falta de voluntad política
Por otro lado, la falta de apoyo político en España también resulta un obstáculo crítico. Aunque Europa ha mostrado una clara voluntad de impulsar la bioenergía y la economía circular, en España este apoyo ha sido inconsistente e irregular, asevera Jaume, quien considera que, en la última década, a nivel estatal, los proyectos de biogás y biometano han pasado por fases de interés y desinterés. En los años 2007 y 2008, por ejemplo, se potenció el biogás, pero la falta de recursos financieros y una estrategia de largo plazo provocó el colapso de muchos de esos proyectos.
En la actualidad, los fondos europeos y la creciente atención a la sostenibilidad energética, en parte motivada por la guerra en Ucrania, han reavivado el interés en el biogás y el biometano. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre si estos esfuerzos serán suficientes y se teme que, sin un apoyo continuo y sostenido, estos proyectos vuelvan a fallar como en el pasado. A esto se suma, según Almansa, la falta de una política fiscal y de ayudas efectiva, lo que exacerba la inseguridad y limita la capacidad de los proyectos para superar las barreras iniciales. El Estado y las comunidades autónomas deben ofrecer una financiación constante y bien gestionada, establecer incentivos y apoyar la inversión a largo plazo en estas tecnologías, solicitan los expertos.
Es urgente una actuación contundente por parte de la administración para proteger y apoyar a los agricultores y ganaderos, y garantizar la viabilidad de sus importantes actividades.
Criminalización del sector
También persiste el desafío de la mala opinión pública hacia estos sectores. En particular, el sector ganadero, ha enfrentado una criminalización importante a lo largo de la historia, especialmente en lo que respecta a la gestión de las deyecciones ganaderas. El sector ha sido objeto de una fuerte crítica que lo acusa de contaminar acuíferos, emitir gases de efecto invernadero y generar malos olores. Esta percepción negativa, ha sido aprovechada por ciertos movimientos con intereses en reducir la ganadería, opina Bernis.
Hace tiempo que la ganadería comenzó a adoptar medidas significativas para mejorar sus prácticas, como la inyección del purín en lugar de su aplicación mediante abanico, lo que ha reducido los olores y las emisiones de amoníaco, explica el ganadero. Sin embargo, pese a que la gestión ambiental del sector ha mejorado considerablemente en la última década, la imagen negativa sigue siendo un obstáculo para la aceptación social de los proyectos de bioenergía en España. El sector necesita, por tanto, cambiar esta narrativa para demostrar que la bioenergía no solo reduce la contaminación, sino que también ofrece soluciones sostenibles para la gestión de residuos. “Queremos demostrar a la sociedad que, además de producir alimentos y cuidar bien a nuestros animales, también trabajamos arduamente en una gestión sostenible de nuestras deyecciones ganaderas”, enfatiza Jaume.
Falta de apoyos y coordinación entre actores
El último obstáculo a considerar la falta de apoyos y escasa coordinación entre los distintos actores involucrados, destaca Juan Almansa, quien considera que, en la actualidad, existe un apoyo muy limitado para la producción, autoconsumo e inyección en red de biogás y biometano.
Menciona además que, a finales del siglo pasado, el desarrollo de biocombustibles en España se vio entorpecido por la falta de comprensión y capacidad de interacción del sector del refino con el mundo agrario, un sector fragmentado y poco integrado. Asimismo, las grandes empresas operadoras han mostrado reticencia a desarrollar plantas de biomasa, salvo raras excepciones, lo que ha llevado a que la incorporación de biocombustibles se realice principalmente a través de la importación de aceites de terceros países, en lugar de fomentar el uso de recursos locales. Por otro lado, la falta de un tratamiento sistemático de las biomasas leñosas ha agravado la situación.
En este sentido, Almansa denuncia que el sector agrario, a pesar de su potencial, continúa defendiendo casi en solitario las soluciones de bioenergía. La percepción de competencia entre biocombustibles y la alimentación ha generado tensiones que, aunque comienzan a cambiar, han perpetuado la invisibilidad de la agricultura y la ganadería en la toma de decisiones, y el sector agrario continúa siendo un actor secundario en proyectos de biogás y biometano.
La falta de formación, información y coordinación entre las empresas, el sector agrario y las administraciones ha impedido una integración efectiva de estas tecnologías. Mientras las eléctricas se centran en los parques fotovoltaicos y el refino se disputa el agua para la electrólisis y la producción de e-fuels, el sector agrario enfrenta un creciente coste de oportunidad, con riesgos significativos para la agricultura y la ganadería, advierte el experto.
Los profesionales reivindican, por tanto, que los agricultores y ganaderos se conviertan en protagonistas de estos proyectos. Almansa relata cómo, a menudo, son sujetos pasivos en la fijación de precios por parte de grandes superficies y no quieren que esta dinámica se repita en el ámbito de la bioenergía. Asimismo, los trabajadores del campo demandan un acceso constante a la energía y a los fertilizantes generados en las plantas, ya que actualmente muchos ganaderos y agricultores son socios minoritarios en estas iniciativas. Además, exigen su participación activa en aspectos relacionados con la regulación, normativa y aspectos fiscales de los proyectos de bioenergía. “El sector agrario debe ser escuchado y tener voz en las decisiones que afectan su futuro, especialmente en un contexto donde la competitividad por recursos como el agua y el suelo se intensifica, y donde la agricultura y ganadería enfrentan riesgos de desindustrialización”, reflexiona el experto de ASAJA.
Por consiguiente, enfatiza la necesidad de una actuación urgente por parte de la administración para proteger y apoyar a los agricultores y ganaderos, y garantizar la viabilidad de sus importantes actividades. “Si no queremos quedarnos sin agricultura y sin ganadería, sin pueblos y con un desierto de cristales, es necesaria una actuación urgente de la administración en defensa de los agricultores y ganaderos”, concluye.