La industria textil es una de las más contaminantes y sus residuos suelen acabar incinerados o en vertederos. Para evitarlo, todos los agentes de la cadena de valor deben actuar de manera integrada, desde el ecodiseño y la fabricación de las prendas, a la gestión de sus residuos para obtener fibras recicladas. La Unión Europea ya ha planteado una nueva estrategia en esta dirección, en un escenario donde innovación y tecnología son claves para cerrar el ciclo de vida de la ropa.
Cuando vamos a comprar ropa o textiles, a menudo lo único que nos preocupa de su etiqueta -además del precio- es su composición. Solemos fijarnos en el porcentaje de algodón, poliéster o elastano para ver qué es lo que más nos conviene según el uso que queremos darle. Pero no nos ha preocupado excesivamente si al lado de estos términos aparece el adjetivo reciclado, o ni siquiera hemos tenido información para planteárnoslo.
Ahora, es habitual ver en ciertas prendas otra etiqueta colgando, con frases del estilo "Al elegir nuestros productos, está apoyando una iniciativa para un mejor lino", "Fabricamos nuestro denim con sistemas de lavado sostenible" o "Elección consciente: 33% de algodón reciclado". ¿Ha llegado la sostenibilidad y el reciclaje a la industria textil? ¿Son meras etiquetas con letra pequeña o de verdad se están tomando medidas reales? ¿Empiezan a estar todos los agentes del sector y también los consumidores más concienciados?
Las cifras, contundentes, piden a gritos que la respuesta a estas preguntas se incline del lado de la balanza sostenible.
El sector textil es el cuarto con más impacto negativo en el medio ambiente y cambio climático, el tercero en uso de agua y suelo y el quinto en uso de materias primas, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Por ejemplo, para elaborar una única camiseta de algodón se necesitan alrededor de 2.700 litros de agua dulce: la misma cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio, recoge el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo (EPRS). Para producir toda la ropa, el calzado y los textiles de hogar que se compraron en Europa en 2020, se necesitaron 175 millones de toneladas de materias primas primarias, es decir, 391 kilogramos por persona, estima la AEMA.
Por si fuera poco, la realidad es que ni siquiera se optimiza la vida de los productos obtenidos. Desde 1996, la cantidad de ropa que compra un europeo medio ha aumentado un 40% debido a la caída de los precios y al surgimiento de la moda rápida o fast fashion. El 73% de los residuos textiles que esto genera acaban en vertederos o siendo incinerados. Adiós a su vida útil. A nivel mundial, solamente se recicla el 1% de las prendas de vestir. En España, la cifra es un poco más esperanzadora: un 11% se recicla o reutiliza.
La lista de impactos sociales y medioambientales es compleja y extensa, y choca de frente con las necesidades de un planeta asfixiado por una población creciente y con un impacto del cambio climático irrefutable. Por eso, la Comisión Europea ha presentado un conjunto de medidas para reducir la fabricación de prendas de vida limitada, aumentar el reciclaje textil y la recogida de residuos tras su uso y establecer unos mínimos para la utilización de fibras recicladas.
En este momento de transición hacia los tejidos sostenibles, cabe analizar la problemática de este flujo de residuos, los retos que tiene su reciclaje y qué hacen y pueden hacer los distintos jugadores de su cadena de producción. Recorremos el viaje de una prenda potencialmente reciclable.
1. La ropa que ya no sirva, al contenedor de reciclaje
Sabemos que los plásticos van al cubo amarillo y que, el papel, al azul, pero ¿dónde va esa camiseta que ya no te queda bien o ese pantalón vaquero roto? Hay contenedores adecuados para ellos, tanto para las prendas de vestir como para mantas, colchas o demás piezas textiles de las que necesitemos desprendernos. Se pueden entregar en un punto limpio, tiendas, centros sociales, parroquias o escuelas, y en los contenedores adecuados para ello.
Depende de la ciudad o la comunidad, esos contenedores los puede gestionar directamente el ayuntamiento, empresas privadas, organizaciones o proyectos benéficos. Por ejemplo, en Madrid, los contenedores de ropa usada se encuentran en la vía pública y son de color gris serigrafiado con un círculo granate donde se indica "ropa y calzado".
Según el informe elaborado por Moda re- en 2021 sobre la recogida de la ropa usada en España, Cáritas es la entidad que más residuos textiles recogió (un 41% del total), seguida por Humana (16%).
"Humana gestiona este residuo porque hay una sobreproducción de textil y un consumo de ropa y calzado desmesurado que genera grandes cantidades de residuos. Recogemos ropa usada a través de nuestra red de contenedores y buscamos la mejor manera de que se alargue su ciclo de vida", explica el director de Comunicación y RRII en Humana Spain, Rafael Mas, que también gestiona proyectos circulares.
¿Dónde pueden ir a parar estos residuos recogidos? "El primer objetivo siempre es reutilizar a través de la ropa de segunda mano, porque el mejor producto sostenible es el que ya se ha fabricado y no tiene más costes ni impacto de fabricación; después, el reciclaje; por último, cuando no queda más remedio, la valorización energética o su envío al vertedero", desgrana Mas.
Sin embargo, según el experto, "de lo que se recoge en textil usado hay de un 30% a un 40% que no tiene capacidad de poder ser reutilizado, pero sí una alta capacidad de ser reciclado". Aquí comienzan los retos industriales.
Contenedor de reciclaje de textil. Fuente: Humana
2. Los residuos textiles se clasifican gracias a la tecnología
Los procesos de reciclaje de los residuos textiles son complejos, especialmente porque las prendas suelen combinar diferentes materiales y confecciones. Para optimizar estos procesos, hace falta optimizar la clasificación de los residuos según su composición. "Para el siguiente eslabón de la cadena (la empresa que hará la fibra reciclada), el residuo textil tiene que llegar separado o clasificado por productos que tengan casi todo algodón, poliéster, lana o lino, o bien mezclas susceptibles de ser separadas mediante procesos químicos", explica Mas.
La tecnología ha avanzado a favor del reciclaje y ya hay tecnologías que separan por composición y agrupan ese residuo, como las de PICVISA, una de las siete empresas elegidas en el Asia Innovation Program 2022 de Fashion for Good. "Desarrollamos máquinas a medida basadas en inteligencia artificial y visión artificial que permitan automatizar el proceso de clasificación y separación del residuo textil", explica Silvia Gregorini, del equipo de desarrollo de negocio en PICVISA.
Para ello, combinan dos tecnologías, detalla la experta: "La tecnología de infrarrojo, que utiliza cámara NIR, una onda que pasa a través de la prenda y detecta el material, y la de deep learning [aprendizaje profundo] en las cámaras RGB. Estas coleccionan imágenes que clasifican según material, color y forma del textil gracias a algoritmos de nueva generación, entrenados con datos de miles de prendas".
Gregorini ejemplifica que no es lo mismo separar una camiseta de una bufanda, "para eso basta con la tecnología RGB y el deep learning", que separar fibras, donde tienen que intervenir "la tecnología de infrarrojo con las cámaras NIR".
"La tecnología ha avanzado a favor del reciclaje y ya hay tecnologías que separan por composición, como las de PICVISA, una de las empresas elegidas en el Asia Innovation Program 2022 de Fashion for Good"
Entre sus casos de éxito, destaca el proyecto con la empresa de reciclaje textil Coleo Recycling, para quien PICVISA desarrolló un software para detectar prendas textiles por su composición química y color, y un sistema de separación automática a contenedores específicos. Esta tecnología puede clasificar hasta 24 materiales diferentes al mismo tiempo.
Entre los desafíos, la directora de Robótica explica que la problemática radica en los porcentajes de los materiales. "A veces hay 90% algodón y 10% poliéster, o 50-50, o 75-25. Hay que regular la fabricación de las prendas a través del ecodiseño para limitar la casuística y desarrollar procesos que cierren realmente el círculo", agrega Gregorini.
Planta con tecnología de clasificación de textil. Foto: Picvisa
Esta variabilidad también hace de cuello de botella para la fabricación de nuevos tejidos. Por eso también es más complicado reciclar textil preconsumo que posconsumo. "Si una empresa como Mango fabrica pantalones vaqueros y le sobran toneladas de material, ellos ya conocen la composición y es más fácil reciclar ese sobrante textil. Si en cambio tenemos toneladas de ropa mezclada de diferente composición, es donde el reto aumenta", dictamina Mas de Humana Spain.
Mientras la tecnología avanza para paliar estos desafíos, el residuo textil separado pasa a la siguiente fase y, una vez que se ha llevado a cabo el proceso químico de preparar las fibras y se han triturado, el próximo paso es hacer hilatura reciclada.
3. Se fabrica hilo reciclado y se produce el tejido
En esta parte del tablero, entran en juego actores como Hilaturas Ferre (Ferre Yarns) y Textil Santanderina.
Ferre recicla residuos textiles y los hila en Alicante. Desde 1947, produce hilos de algodón, lana y poliéster reciclados. En 2008, lanzaron su primer hilo 100% reciclado; en 2014, la marca Recover™. "En estos años, se han producido avances en la calidad de la fibra de algodón reciclado, así como en la tecnología de hilado. Esto nos ha permitido fabricar títulos más finos e incorporar otras materias sostenibles, especialmente de origen posconsumo, como la lana y prendas de vaquero", explica Paqui Ferrer, directora de Marketing y Ventas de Ferre Yarns.
Una de las ventajas de su Recover™ es que no necesita teñir la fibra de algodón, "porque el residuo reciclado ya estaba coloreado y evitamos el uso de colorantes químicos y agua durante gran parte del proceso", especifica Ferrer.
Entre la extensa gama de productos que consiguen están el poliéster reciclado, la lana reciclada, el algodón reciclado y el denim reciclado. "Las prendas de vaquero llevan mucho desgaste y procesos de lavado antes de reciclarlas. Por eso, la calidad de la fibra posconsumo es menos consistente que las vírgenes o las de origen postindustrial. En nuestra oferta de producto de reciclado de vaquero jugamos con la cantidad de denim reciclado y lo mezclamos con orgánico natural en distintos porcentajes para conseguir el color deseado sin usar tintes", añade Ferrer.
En el caso de Textil Santanderina, empresa cántabra fundada en 1923, buscan integrar la sostenibilidad en todos sus procesos. Dentro del grupo Santanderina hay hilaturas, tejedurías, plantas de tintura y acabado, y una planta propia de triturado y reciclaje textil. De allí y de otros proveedores, Textil Santanderina recibe fibras recicladas con las que trabaja.
"Dentro del ciclo textil, nuestro papel empieza en la recepción de materia prima y termina en la entrega de tejido acabado. Para nosotros, el material reciclado funciona como una materia prima más. Entre otros, tenemos algodón reciclado, lino reciclado y poliéster reciclado del proyecto Seaqual, fabricado con residuos plásticos oceánicos transformados en tejido reciclado de procedencia marina", indica José Antonio Mazorra, director de compras y Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de Textil Santanderina.
Mazorra explica que hilar el material reciclado no requiere un proceso especial, sino que "las limitaciones del porcentaje de material reciclado a incorporar dependen de la calidad del material que vayas a hacer". Por ejemplo, "en títulos gruesos igual puedes llegar al 50% de algodón reciclado, pero en títulos finos igual tienes que bajar a un 10% o 15%".
Fibras textiles procedentes de prendas usadas. Foto: Textil Santanderina
¿Cómo solventarlo y poder incluir más? "La calidad de las fibras que se obtiene con el reciclaje textil y triturado de toda la vida suele ser una fibra bastante corta e irregular en cuanto a longitud. Lo que intentamos desde nuestra planta de reciclaje es conseguir una fibra de algodón reciclado de mejor calidad y que nos permita llegar a unos productos textiles lo más similares posibles a lo que ofrecemos con algodón virgen", dice el director de compras y RSC de Textil Santanderina, que señala hacia las limitaciones tecnológicas actuales para que esto pueda mejorar.
Este proceso no entraña solamente los beneficios de la economía circular de las prendas, también reduce los impactos medioambientales. "Al usar algodón reciclado en vez de algodón virgen obtienes una reducción de la huella hídrica, las necesidades energéticas y las emisiones de CO2", detalla Mazorra.
Tras todos estos procesos, los tejidos de las empresas textiles se venden a fabricantes, que crearán la prenda para las distintas marcas de moda. Aquí, es clave que el ecodiseño se imponga.
4. Se diseña la prenda, con la mirada puesta en la sostenibilidad
Todo lo anterior no habrá servido de nada si no suceden dos cosas en el proceso de diseño de una prenda: se incluye en sus materiales de fabricación tejidos reciclados y se diseña pensando en que, en el futuro, sea más fácil su reciclaje. Para esto, el ecodiseño debe estar integrado.
Desde el inicio del diseño hay que tener en mente el reciclaje a todos los niveles: tejidos, materiales, hilaturas, accesorios.
"Siempre le digo a mis alumnos que en cada proceso deben incluir una hoja de ruta de la circularidad. Cuando estén pensando en el diseño, deben pensar no solo en la primera vida de la prenda, sino en que deberá tener más vidas y ser reciclada", afirma el director del Centro Superior de Diseño de Moda de la Universidad Politécnica de Madrid (CSDMM-UPM), Guillermo García-Badell.
Para el experto, desde el inicio hay que tener en mente el reciclaje a todos los niveles: tejidos, materiales, hilaturas, accesorios. "Para reciclar un botón necesitas una persona que lo quite, pero quizá lo confeccionarás de una manera más útil si desde el principio piensas que se va a volver a usar", ejemplifica.
Cuando del diseño se pasa a la industria, las limitaciones de fabricación son técnicas. "Un tejido con más del 50% de reciclado aún no está conseguido para mantener la misma calidad y durabilidad. Por eso, además de medir la cantidad de producto reciclado que incluye, hay que medir la cantidad de producto potencialmente reciclable", explica García-Badell.
Sobre estas cuestiones versan e investigan desde el CSDMM en el marco de colaboraciones como el Aula Tendam-CSDMM, donde expertos del sector abordan el diseño circular y los diseñadores del futuro aprenden a dar puntadas sostenibles.
Alumnos de diseño de moda en una sesión de fitting antes de un desfile. Foto: CSDMM-UPM
5. Se adquieren prendas recicladas y el círculo se cierra*
Tras todo este proceso, el reciclaje textil habría culminado satisfactoriamente si, en la tienda a donde acudes a comprar, hay una prenda en cuya etiqueta se indica un alto porcentaje de material reciclado. El consumidor compra, usa y, pasado el tiempo, puede volver a iniciar el proceso dejando su residuo textil en el lugar pertinente.
En algunas grandes firmas y cadenas de ropa ya se puede vivir toda la experiencia en un mismo enclave. Es el caso de Mango y su proyecto Committed Box.
"En línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible de consumo responsable (ODS 12), Mango extiende su responsabilidad como productor de residuo textil y ofrece a sus clientes la posibilidad de dar una segunda oportunidad a su ropa y calzado usado. Los clientes pueden depositar textiles y calzado de cualquier marca en los contenedores Committed Box y de esta forma ayudar a cerrar el círculo del residuo textil", explica Beatriz Bayo, directora de sostenibilidad de Mango. El proyecto ya está implementado en 17 países en una búsqueda por abordar el problema de forma local.
Bayo insiste en que "todo lo recogido es donado y procesado, para que, cumpliendo siempre con la jerarquía de residuos, pueda reutilizarse o reciclarse para convertirse en materia prima o nuevas funciones como aislamiento térmico, alfombrillas de coches o valorización energética".
Siguiendo con la idea de cerrar el círculo, en 2020 Mango lanzó la primera colección cápsula basada en la circularidad, "compuesta por fibras recicladas que equivalieron a las prendas recogidas en tienda a través del proyecto Committed Box", detalla Bayo.
La experta se suma a los requisitos que mencionaba García-Badell para el diseño del futuro, ya que uno de los enfoques de Mango en los últimos años ha sido "definir estrategias de diseño que contribuyan a la circularidad de nuestras prendas, por ejemplo, priorizando el uso de mono composiciones o composiciones fácilmente reciclables al fin de la vida útil de la prenda".
También un enfoque de cierre circular tiene el Proyecto S360 de Textil Santanderina, en el que la empresa se hace cargo del residuo textil de sus clientes y realiza "todo el proceso, desde la recepción y el reciclaje a la fabricación de un tejido acabado en el que intervienen esas fibras recicladas", apunta Mazorra, director de compras y RSC.
*No cometer de nuevo los mismos errores y reducir el consumo
Adquirir prendas sostenibles y recicladas es estupendo para el medio ambiente, pero no es suficiente. La batalla también se lucha en el terreno de la velocidad: fast fashion vs. slow fashion.
Utilizamos de siete a diez veces una prenda antes de deshacernos de ella, de acuerdo a datos de la Ellen MacArthur Foundation. La moda rápida impera, pero comprar por comprar no es sostenible, se trate de una prenda reciclada o no.
"Lo llamamos slow fashion porque hay que diferenciarlo de la fast fashion, pero simplemente es volver a un consumo anterior. Antes, no se entendía que una prenda te durase solo un año o se quedase con la etiqueta en el armario. Hay que recuperar la sensatez", afirma Bianca Fuentes, directora de moda de The Platform, una plataforma que da voz a marcas conscientes y responsables y a diseños y colecciones que tengan una larga vida.
Fuentes entiende que es difícil partir de cero en una industria en la que la sostenibilidad casi acaba de aterrizar, y empatiza con las nuevas marcas y con los proyectos pequeños: "Solamente en la elección de tejidos, ya tienes un universo enorme por explorar: que sea local, responsable, sostenible, reciclado, asegurarlo todo con la trazabilidad… Es complicado que una firma de slow fashion pueda llegar a todo y competir con los gigantes".
Por su parte, al consumidor esto puede parecerle económicamente peliagudo, pero la directora de moda de The Platform insiste: "Es una falacia decir que la moda sostenible es cara: cuando compras con criterio, el presupuesto final de tu año no va a cambiar. Si hablamos de precio final, una firma de lujo también puede ser tan insostenible como una prenda de moda rápida barata".
En cualquier caso, no todo es adquirir. "Comprar moda sostenible debería ser una parte pequeña de consumir moda sostenible. También lo es reparar lo que ya tienes, pensar con criterio si lo necesitas, optar por ropa de segunda mano o alquilar ropa. Podríamos vestirnos durante cientos de años con la ropa que ya hay fabricada", concluye Fuentes.
El abanico de opciones es tan amplio como el de retos, pero cuanto más integrados estén todos los actores de esta cadena de valor (recicladores, diseñadores, fábricas, distribuidores, clientes), más rápidamente se conseguirá que la industria textil sea más sostenible. Así lo afirma la directora general de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), Alicia García-Franco: "Es necesario que exista una gran implicación por parte de todos los actores de la cadena de valor del textil para que este pueda ser reutilizado o reciclado de forma exitosa".